Raúl Masaquiza domina instrumentos como el pingullo, la flauta, el rondador, la zampoña, la guitarra, el charango y el violín. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
El sonido de los instrumentos musicales y de las melodías que su padre interpretaba con el bombo, el pingullo y el redoblante llamó la atención de Raúl Masaquiza. Entonces, apenas con 12 años, decidió aprender los ritmos del pueblo salasaka, especialmente los que escuchaba en las celebraciones de los Danzantes y de los Alcaldes.
Masaquiza pidió a su progenitor que le fabricara un pingullo y una flauta, y empezó a acompañarle a esas fiestas. Con solo escuchar, imitaba los sonidos de cada uno de los instrumentos. “No había notas musicales y solo captábamos al oído cada uno de los sonidos y los jóvenes gustaban de nuestra música. A partir de las 18:00, las calles de Salasaka se llenaban de melodías, especialmente con los sonidos autóctonos. Eso está desapareciendo, por la presencia de la tecnología y del celular”.
Masaquiza domina instrumentos como el pingullo, la flauta, el rondador, la zampoña, la guitarra, el charango y el violín. En su indagación, que duró dos años, recogió sus propias experiencias, las de su padre y las de antiguos músicos o taitas del pueblo.
Esos conocimientos le motivaron a recuperar ritmos importantes, como el danzante, el sanjuanito, el yumbo y las melodías que los músicos interpretan en las fiestas ancestrales, como El Caporal, El Capitán, los matrimonios y otros.
También grabó un casete y editó el libro ‘Salasaka y su música tradicional’, que contiene 15 canciones inéditas con ritmos ancestrales. En la interpretación de las melodías decidió no incluir instrumentos musicales electrónicos o batería. “Eso distorsiona lo autóctono de la música”.
Masaquiza, director del Grupo Chaquiñán, no comparte la idea de muchos músicos que imitan a grupos de otros pueblos. Para él, “hay que llevar lo típico de cada sector. Nuestra identidad es la música y baile salasaka. El propósito es que las nuevas generaciones crezcan conociendo estos sonidos andinos y tradicionales”.
También quiere rescatar uno de los instrumentos musicales importantes y que identifican al pueblo salasaka: la hoja de capulí. Esta se relaciona con el sonido que emiten las aves. Masaquiza lamenta que los grupos musicales ya no utilicen este instrumento.
Para el gobernador salasaka Baltazar Jiménez, el trabajo realizado por Masaquiza influye mucho porque aporta al conocimiento de los niños y jóvenes de la parroquia. “Es un trabajo importante, porque ayuda a que la música salasaka se difunda y no se pierda”.