Científicos cubren de mantas los Alpes para intentar frenar el deshielo

Imagen referencial. Los científicos van ocho años protegiendo los Alpes con mantas para frenar el deshielo. Foto: AFP.

Imagen referencial. Los científicos van ocho años protegiendo los Alpes con mantas para frenar el deshielo. Foto: AFP.

De lejos, el glaciar suizo del Ródano parece de un blanco inmaculado, pero un vistazo de cerca permite descubrir que está cubierto de mantas, un esfuerzo irrisorio para tratar de frenar su deshielo.

En medio del montón de piedras, arena y otros sedimentos de las morrenas, hay apiladas varias mantas, planchas de madera y una escalera, listas para la próxima batalla. El objetivo es salvar la principal atracción turística del glaciar, una impresionante cueva artificial excavada cada año en el hielo desde 1870.

"En los últimos ocho años tuvieron que protegerla con estas mantas para frenar el deshielo", explicó David Volken, un glaciólogo que trabaja para el ministerio suizo de Medioambiente.

Las mantas permiten reducir el derretimiento en un 70%, lo que justifica su despliegue hacia lo alto del glaciar, lejos de la entrada de la gruta. La cueva puede permanecer así abierta todo el verano, pero la solución no es más que temporal.

"Esto va a frenar las cosas un año o dos y después habrá que retirar las mantas y el hielo de debajo habrá desaparecido", predijo Jean Pierre Guignard.

Este residente de Lausana, de 76 años, se acuerda de su primera visita al glaciar en 1955. Por aquel entonces, la lengua de hielo llegaba mucho más abajo, a un lugar donde hoy una cascada alimentada por el agua del glaciar surca la montaña en la que nace el río Ródano.

La montaña se muere

"Se me parte el corazón al ver como se encoge el glaciar, al verlo cubierto de mantas, al ver esta batalla infructuosa para salvar una montaña que se muere", afirma Jean Pierre Guignard. Hay que bajar 1,4 km para encontrar el cartel que señala el punto al que llegaba el glaciar en 1856, cerca del pueblo de Gletch.

Desde entonces, el glaciar del Ródano también perdió casi 350 metros, de los cuales 40 en la última década. No es el único. Varios estudios muestran que los Alpes han visto desaparecer dos tercios de sus hielos permanentes desde 1850.

"El glaciar del Ródano es simbólico de lo que pasa en los Alpes", destacó Matthias Huss, un glaciólogo de la Universidad de Friburgo. "Constatamos que hay menos hielo que se forma a mayor altitud mientras que más abajo el derretimiento se acelera", agregó.

La comunidad internacional se reunirá en diciembre en París en una conferencia auspiciada por la ONU destinada a limitar el calentamiento global a +2ºC, con respecto a los niveles previos a la Revolución Industrial, y luchar contra sus efectos sobre el medio ambiente.

Pero puede que ya sea demasiado tarde para los glaciares alpinos, ya que al igual que el Ártico y la Península Antártica, estas montañas están consideradas "puntos calientes" en los que la temperatura aumenta dos veces más rápido que la media global.

En un día de calor, el glaciar del Ródano pierde entre 10 y 12 centímetros de espesor, señaló David Volken. "En las últimas tres semanas el glaciar ha retrocedido 6 metros", explicó señalando las rocas que hasta hasta hace muy poco estaban ocultas por el hielo.

Cada año el glaciar pierde entre 5 y 7 metros de espesor, por lo que se estima que en la próxima década su volumen va a reducirse a la mitad. "Al final del siglo solo quedará alrededor de un 10% del volumen actual del glaciar", estimó el experto.

Contrariamente al derretimiento de los hielos polares, este derretimiento en los Alpes no tendrá ningún impacto en el nivel de los océanos, que sólo aumentarán de 0,3 mm. Sin embargo, tendrá serios efectos en Europa, ya que los Alpes cumplen la función de guardar agua en inverno para liberarla en verano y alimentar los ríos.

Si el deshielo se acelera habrá un aumento en los niveles de los ríos e inundaciones en el corto plazo, pero hacia mediados de siglo los niveles bajarán de manera dramática, advirtió el experto. Christine Ouedraogo, una turista de Burkina Faso, escucha atentamente el ruido del agua que mana del glaciar. "Yo no creo que estas mantas vayan a ser suficiente", dice.

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