Iniciativa privada en la Orinoquía colombiana compensa por conservar bosques y humedales

La zona de la Orinoquía colombiana posee una extensa zona de bosques y humedales. Foto: cortesía LATAM

En la Orinoquía colombiana, una de las seis grandes regiones naturales del vecino del norte, se desarrolla uno de los proyectos más ambiciosos de conservación y restauración de sabanas inundables (humedales) y bosques a través de la captura de dióxido de carbono.

Un ejemplo del trabajo que se hace está en la finca El Encanto de Guanapalo, una propiedad privada de 9 000 hectáreas ubicada a 100 kilómetros de El Yopal, capital del departamento de Casanare, zona oriental del país.

Para llegar al predio principal hay que recorrer un largo trayecto ataviado de bosques, humedales, ríos y una gran diversidad de flora y fauna.

Allí habita el caimán yacaré, capibaras, ciervos y variedades de aves como el pipra, que llama la atención por sus intensos colores. La zona también es un corredor de felinos como los jaguares.

El caimán yacaré es una de las especies que habita en la zona. Foto: cortesía LATAM

Para la conservación de esta extensa zona, que agrupa alrededor de 575 000 hectáreas de bosque, Grupo LATAM, en alianza con la Fundación Cataruben lanzó CO2Bio, una iniciativa de mitigación de cambio climático que evita la deforestación y degradación de bosques, así como la transformación de humedades.

El proyecto alberga más de 2 000 especies, entre ellas, siete especies de aves en estado de vulnerabilidad, cinco especies de mariposas diurnas en peligro, además de otras en estado de vulnerabilidad o peligro crítico por lo tanto es necesario proteger su hábitat.

Iniciativa basada en la naturaleza

Juan José Tohá, director de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de LATAM, señaló que CO2Bio se trata de una iniciativa basada en la naturaleza, es decir, conservar ecosistemas icónicos en la región que permitan elevar la capacidad de capturar dióxido de carbono (CO2).

"Eso va en línea de lo que dicen los expertos de la ONU, lo primero que tenemos que hacer para combatir el cambio climático es conservar los ecosistemas que tenemos", dijo.

Tohá agregó que la meta es capturar 11,3 millones de toneladas de CO2 en 575 000 hectáreas para el 2030. También destacó que en la actualidad la iniciativa beneficia a unas 300 familias y el objetivo es llegar y mejorar la calidad de vida de 700 productores de la zona.

Durante ocho o nueve meses del año las sabanas inundables mantienen una lámina de agua. Foto: cortesía LATAM

Edwin Hincapié, presidente de la Fundación Cataruben, también destaca que la iniciativa se apoye en soluciones basadas en la naturaleza y que, además, junto con LATAM, desarrollaron una estrategia que conjuga cobeneficios con base en un elemento principal que es la gestión del dióxido de carbono.

Hincapié explica que no se trata de conservar solo las especies amenazadas sino los ecosistemas, por lo que trabajan en reducir al máximo la deforestación y degradación de bosques y también la transformación de ecosistemas naturales como son los humedales.

"Lo más importante es realizar un pacto, un acuerdo con una persona que sepa y conozca la tierra, con el dueño de ese territorio, porque ellos son los que saben de conservación", agrega.

Muchos de los propietarios se enfrentan al dilema que son las propuestas poco amigables con el ambiente y la posibilidad de poder conservar, pero para hacerlo son necesarios recursos y es ahí en donde entra la empresa privada.

Para mitigar las emisiones generadas en sus viajes aéreos, LATAM, por ejemplo, implementó una estrategia de sostenibilidad que contempla reducir y compensar el equivalente al 50% de las emisiones domésticas a 2030 y ser carbono neutral a 2050.

Uno de los pasos para alcanzar ese compromiso es la labor que realiza junto con la Fundación Cataruben. La empresa paga a dueños de predios privados por conservar y evitar la transformación de bosques y humedales de la sabana inundable de la Orinoquia.

María Lara, directora de Asuntos Corporativos de LATAM Colombia, señala que la compañía trabaja directamente con los beneficiarios, ya no con intermediarios, lo que es positivo porque el proceso es más transparente y se genera un mayor compromiso del dueño hacia el proyecto.

La finca El Encanto de Guanapalo tiene una extensión de 9 000 hectáreas. Foto: cortesía LATAM

Bonos de carbono

De acuerdo con la Fundación Bioplanet, los bonos de carbono son un mecanismo internacional para reducir las emisiones de CO2 que contribuyen al calentamiento global.

Estos certificados son uno de los tres mecanismos propuestos en el Protocolo de Kioto para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en los países desarrollados y fomentar el desarrollo sostenible y la inclusión social en los países en desarrollo.

Este sistema que ofrece incentivos económicos para que las empresas y gobiernos contribuyan a la mejora de la calidad medioambiental y se consiga regular las emisiones generadas por sus procesos productivos.

Un certificado de emisiones reducidas equivale a una tonelada de CO2 que se deja de emitir a la atmósfera.

Los beneficiarios

El tamaño mínimo que debe tener un predio para formar parte de CO2Bio es de una hectárea. Además, el dueño debe demostrar la tenencia de la tierra y posteriormente hay un proceso de elegibilidad técnica.

Camila Fajardo, de la Fundación Cataruben, menciona que no cualquier finca es elegible y debe garantizar que los bosques, a la fecha de vinculación, y 10 años antes no hayan sido transformados ni degradados, o a su vez que la degradación haya sido mínima. Para verificar existe una unidad de sistemas de gestión geográfica que analiza las capas y las coberturas vegetales.

Otro aspecto importante que destaca Hincapié es la zonificación del predio y que el propietario tenga claro qué es lo que va a conservar. También que conozca qué acciones nocivas practicaba y así evitarlas o disminuirlas paulatinamente.

Las extensas planicies de los llanos son aprovechadas para hacer recorridos turísticos. Foto: cortesía LATAM

La quema es una de ellas. El también biólogo indica que, por ejemplo, en la sabana los pastizales son inmensos y para controlar el crecimiento de algunas plantas no deseables la gente prende fuego, que se extiende rápidamente por miles de hectáreas dañando y contaminando todo a su paso. La deforestación también es una actividad prohibida.

El representante legal de la reserva El Encanto de Guanapalo, Juan Carlos Vargas Zambrano, recuerda que desde el 2018 trabajan en pro de la conservación de la biodiversidad, de ecosistemas y también en la preservación de la cultura llanera.

Una de las prácticas que emprendieron es la ganadería sostenible, es decir que no recurren a químicos ni hormonas en el tratamiento de los animales, controlan el nivel de emisiones y racionalizan el uso de los recursos naturales.

"En la sabana no hay cercas y en esas grandes extensiones pasta y come el ganado que convive con la biodiversidad, con la vida silvestre y también tiene que competir", dice.

A las vacas, por ejemplo, no se les corta los cuernos porque con ellos se defienden de los cinco tipos de felinos que hay en la zona, como los jaguares y pumas.

Vargas señala que solo dos veces al año intervienen en su hábitat y lo hacen cuando recogen el ganado, lo cuentan, lo curan y comercializan. La producción de carne mejoró y desarrollaron una línea llamada 'Orinoco Green Beef', una marca de carne amigable con el medioambiente.

Carlos Justino y Rocío Sánchez son dueños del predio El Caribe. El hombre reconoce que antes de ingresar a la iniciativa tenían muchas prácticas nocivas como la quema indiscriminada. Ahora son conscientes y mantienen actividades sin perjudicar al ecosistema. 

"No quemamos, no talamos, generamos una conciencia. Si bien hay una compensación económica por conservar, uno se aparta de eso y piensa que lo más importante es cuidar para nuestro propio beneficio y de las futuras generaciones", menciona Justino. 

Otras actividades

Además de la ganadería, los propietarios también han desarrollado cultivos de abejas y producción de miel y emprendimientos como el turismo y la confección con lana de animales propios de la región. Con Rocío Sánchez trabajan cinco mujeres víctimas del conflicto armado.

Las extensas planicies de los llanos también son aprovechadas para realizar safaris. En tractores adaptados en su parte posterior, los turistas disfrutan de un paisaje único, de la fauna y flora colombiana, de cientos de aves y gran variedad de mamíferos que hay en la zona.

Los capibaras son otra de las especies de la región. Foto: cortesía LATAM

Los visitantes también pueden caminar por bosques de galería, cabalgatas, recorridos en bicicleta o siembra de árboles.

El 100% de los recursos generados en CO2Bio van a la conservación. De ellos, e 70% es administrado por los propietarios y el 30% se asigna a las actividades de implementación, monitoreo, validación, certificación y administración de la iniciativa.

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