Durante nueve años, Paola Valencia, de 50 años, ha batallado contra el cáncer. Se ha enfrentado a largos procesos de quimio y radioterapia; y más de 10 cirugías. Pero lo más difícil -confiesa- ha sido superar la falta de medicinas, ya que su vida depende de ellas.
En el 2012, a la quiteña le diagnosticaron cáncer de tiroides, un mal que afecta al funcionamiento de las hormonas. De inmediato la operaron y durante unos meses pasó bien.
Sin embargo, los nódulos aparecieron nuevamente y tuvo metástasis en varios órganos, como pulmón, esternón, columna, etc. En el 2015 entró a quirófano y comenzó con tratamientos más fuertes; pero ya no eran efectivos.
“En el 2016 logré que se adquiriera un fármaco para la quimioterapia. Con este se evita el aparecimiento o crecimiento de más nódulos”.
El problema es que durante la pandemia del covid-19, la entrega de esta y de otras fórmulas e insumos ha sido irregular en la casa de salud pública de Quito, en donde se trata.
Desde hace 20 días, por ejemplo, está sin las pastillas para la ‘quimio’. Y hace seis meses le debían cambiar el traqueotomo de su garganta.
“Cada seis meses me cambian el dispositivo. En el hospital dicen que no hay; me pusieron uno de otra medida, pero me incomodaba. Usted me escucha, no puedo hablar bien”.
El Ministerio de Salud Pública (MSP) reconoció que hay desabastecimiento de medicamentos en sus hospitales. “No se tomaron las previsiones debido a la pandemia”, señala Miguel Moreira, viceministro de Atención Integral de la Salud.
Él tiene experiencia en la adquisición de medicamentos. Tiempo atrás estuvo a cargo del Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM).
Esta y otras casas de salud del IESS también presentaron cifras negativas. El HCAM informó que a junio el porcentaje de abastecimiento era crítico: el 34% del suministro.
En los sanatorios del MSP -detalla- el promedio en el 2020 fue del 69%. Es decir, 24 puntos porcentuales
menos de lo reportado en el 2018 (ver gráfico). “El porcentaje ideal debe ser del 90% del suministro”, recalca el funcionario.
En ese marco, la Cartera del ramo firmó la emergencia institucional, por un plazo de 60 días. La declaratoria 00046-2021 se registró con fecha del 12 de este mes, un día después de su anuncio oficial.
Con esta medida, se espera adquirir 123 fármacos de forma rápida y a precios justos. Se priorizó a 135 hospitales, entre básicos, generales, de especialidades y móviles en el país.
Las fórmulas servirán para tratar males con riesgo de complicaciones severas o que provoquen la muerte, como el cáncer. “Tenemos el presupuesto de USD 43 millones; USD 9,2 serán para los 123 fármacos; el resto, para dispositivos y otros. Los procesos serán transparentes y ágiles”.
En la declaratoria, además, se detalla que otra de las causas del desabastecimiento es la reducción del presupuesto.
En el 2018, la partida para fármacos fue de USD 352,6 millones frente a los USD 117 millones asignados en este año: es una reducción del 67%.
“En cuanto al (monto) codificado, comparado con el año 2018 lo recibido en el 2021 corresponde a un 30% menos”, según el documento.
Para Miguel Palacios, director ejecutivo de la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos Ecuatorianos, la emergencia es acertada. Sin embargo, se debe pensar en el futuro, es decir, hacer compras de mayor volumen para que haya un mejor suministro de medicinas.
“Al ser por compra directa (por emergencia) podremos entregar lo que tenemos en ‘stock’. Si se planifica mejor, se lograrán mejores resultados”.
Paola espera que sus medicamentos estén dentro del listado. Cada día, la mujer -madre de dos hijas de 16 y 19 años- toma 19 pastillas. La más costosa es la ‘quimio’. En el mercado cuesta USD 3 100.
“Esta situación es desgastante física y económicamente. No tengo trabajo por mi condición; no puedo adquirirla”.
María Augusta Quiroga, de 45 años, anhela lo mismo. Ella dejó de recibir su tratamiento para el cáncer hace más de un año. “Mensualmente compra una medicina de USD 20. Y también calcio y más tabletas”.
A esto -cuenta- se suma el costo de los exámenes, que superan los USD 150. “Espero se solucione rápido”.
Para evitar la falta de medicinas, en otros hospitales se optó por comprar los medicamentos faltantes a otros proveedores. Eso ha generado preocupación en pacientes y familias.
Alfonso Villamil, de 58 años, cuenta que en el sanatorio en donde se trata su hija ‘Vivi’, de 16 años, le informaron sobre la medida. “El proveedor no entregará la medicación, por la pandemia. Tuvieron que cambiar. Implica que mi hija sea hospitalizada para ver si tiene reacciones. Tenemos miedo”.