Más de dos horas en pantallas se requiere para clases virtuales, dicen colegios

Imagen referencial. Instituciones educativas particulares han adaptado sus cronogramas, según las edades de sus alumnos y la revisión de las mallas curriculares. Foto: Pixabay

Imagen referencial. Instituciones educativas particulares han adaptado sus cronogramas, según las edades de sus alumnos y la revisión de las mallas curriculares. Foto: Pixabay

Imagen referencial. Instituciones educativas particulares han adaptado sus cronogramas, según las edades de sus alumnos y la revisión de las mallas curriculares. Foto: Pixabay

Elaborar un cuento sobre su rutina diaria en las clases virtuales. O armar, en equipo, una revista virtual sobre cómo se vive la nueva normalidad. Estos son algunos de los temas que preparan los alumnos de la Unidad Educativa Lemas en Guayaquil para su semana cultural titulada Reconstruyendo mi entorno.

La rectora Gina Ramírez explica que estos proyectos buscan reflejar cómo los alumnos y sus familias ven el futuro en medio de la emergencia sanitaria. También demostrarán cómo los chicos se van adaptando a esta nueva forma de estudio.

Horarios diferenciados bajo la modalidad no presencial, con actividades sincrónicas y asincrónicas (fuera de línea) son parte de la jornada de estudios en casa. Las instituciones educativas particulares han adaptado sus cronogramas, según las edades de sus alumnos y la revisión de las mallas curriculares.

En Lemas, los estudiantes de preescolar tienen solo dos horas -de 45 minutos cada una-, con un receso de 10 minutos. Adicionalmente realizan actividades asincrónicas por semana. “El objetivo es no tenerlos todo el tiempo frente a la pantalla”, indica la rectora.

La jornada se extiende de tres a cinco horas para el resto de estudiantes, según los niveles. Son clases de 40 minutos, con espacios para descanso. También tienen horarios de refuerzo, que pueden ser elegidos por los alumnos o determinados por los docentes.

Esta dinámica se mantiene en el ciclo Costa-Galápagos desde el inicio del año escolar, en junio pasado. En el régimen Sierra-Amazonía se extendió en el nuevo ciclo, aunque con un poco más tiempo para la planificación de las clases no presenciales.

La Unidad Educativa Tomás Moro, en la capital, ha buscado un equilibrio entre el horario que tenían en las clases presenciales y la nueva modalidad. Su rector, Teodoro Álvarez, explica que tienen actividades de 08:30 a 14:00. La institución maneja clases de 40 minutos, con recesos de 15 minutos entre materias.

“Nos ha ido bastante bien. Hemos realizado una encuesta a estudiantes, profesores y familias, y tenemos una respuesta positiva de la comunidad sobre la organización de las clases”, asegura.

Para el plan Aprendemos juntos en casa, el Ministerio de Educación recurrió a los tiempos de permanencia frente a la pantalla, establecidos por la Sociedad Pediátrica Internacional y la Unesco. Para los niños el periodo máximo es de una hora y para los adolescentes no más de dos.

Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría hizo un ajuste a esa recomendación y aclaró que ese lapso se asocia con el uso en actividades recreativo. Por la pandemia de covid-19 la tecnología resulta indispensable para los procesos educativos.

El rector Álvarez comparte esa aclaración y agrega que ese horario limitaría el avance curricular. “Los estudiantes perderían mucho, habría mucho rezago. Aunque tenemos un buen desempeño hasta ahora hemos planificado hacer evaluaciones cuando los estudiantes retornen para conocer el nivel de avance cada uno”.

Con él coincide Nancy Gutiérrez, rectora de la Unidad Educativa Particular José Domingo de Santistevan, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. “Hemos priorizado materias y aun así notamos que nos falta tiempo. Debemos dar una educación de calidad”, dice.

En esta institución el ciclo básico recibe clases de 08:00 a 12:00, a través de plataformas digitales. El bachillerato extiende su horario hasta las 13:20. Gutiérrez aclara que trabajan con la malla curricular del Ministerio de Educación, con mayor énfasis en las materias esenciales. Por ejemplo, los docentes de básica dedican más tiempo a Matemática, Lenguaje, Ciencias Naturales y Estudios Sociales.

Para Víctor Hugo Calderón, miembro de la Corporación Ecuatoriana para la Calidad de la Educación (Corpeducar), la carga horaria también debe incluir el desarrollo de actividad física, dar tiempo para la investigación de temas y promover espacios que involucren a la familia en el proceso de aprendizaje de los estudiantes. “El ser humano requiere de encuentros que no se restrinjan a un monitor ni a un espacio tan reducido”.

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