Autoridades de Gobierno estuvieron presentes en el homenaje a Édison Cosíos. Segundo de izquierda a derecha, el ministro de Educación Milton Luna, y en el centro el secretario de Derechos Humanos Marlo Brito. Foto: Yadira Trujillo / EL COMERCIO
Como parte de un acto simbólico, autoridades de Educación y Derechos Humanos, estudiantes y familiares del estudiante del Instituto Nacional Mejía, Édison Cosíos, llegaron al décimo C, para la develación de la placa que quedará en esa aula del plantel como un homenaje al joven que fue impactado por una bomba lacrimógena en el 2011 y falleció en abril del 2019, luego de casi nueve años de permanecer en estado vegetativo.
En el acto, Guillermo del Hierro, rector de la institución educativa, aseguró que el recuerdo de Édison permanecerá vivo en la memoria de los estudiantes del Mejía. El rector señaló que, aunque el homenaje no compensa todo el dolor que vivieron los padres del joven, la placa es un testimonio material y simbólico que enaltece el sacrificio de Édison Cosíos y lo vuelve un ejemplo de lucha para las próximas generaciones de estudiantes.
El padre de Édison, Manuel Cosíos, aprovechó el momento para exigir que se haga justicia. Recordó que su hijo empezaba a formarse, su vida estaba llena de ideales de justicia. “Luchaba por un bachillerato en el que cada estudiante pueda elegir su enfoque, de acuerdo con sus intereses y con graduarse”, señaló en un sentido discurso que preparó para el acto.
El 15 de septiembre del 2011, a sus 17 años, Édison Cosíos fue impactado por una bomba lacrimógena disparada por un exteniente de la Policía. Foto: Yadira Trujillo
Manuel Cosíos aseguró que este homenaje tiene un significado especial, que muestra el afecto y sentimiento hacia la familia, “lo llevamos en lo más profundo de nuestras almas y nos ayuda a seguir adelante”. Pero enfatizó en la necesidad de que se corrijan procedimientos judiciales que se realizaron en la Corte Nacional de Justicia. “Confiamos en que las autoridades agiliten los procesos y que este crimen de Estado no quede en la impunidad”.
El padre de Édison señaló que es necesario que se esclarezca quiénes fueron los autores materiales, pero además intelectuales que, asegura, ordenaron a un teniente de Policía que cometa el crimen. “Nunca se dijo quien dio la orden de entrar a este colegio y lanzar la bomba, que acabó no solo con su la vida de mi hijo, sino con la de toda su familia, en más de siete años en que pasó postrado, en estado vegetativo”.
Y finalizó su intervención asegurando que la lucha la continuarán, con la intención de que en el Estado se concreten cambios en la formación de los miembros de la Policía. Además, indicó, para que en la educación haya un enfoque de derechos humanos. “Para que nadie más sufra lo que nosotros vivimos por falta de justicia y de humanidad en el sistema de salud pública”.
Al homenaje también acudieron el ministro de Educación, Milton Luna, y el secretario de Derechos Humanos, Marlo Brito, quienes comentaron que fueron alumnos y líderes estudiantiles del Mejía, conocido históricamente por la participación de sus estudiantes en la protesta social por diferentes causas.
El ministro Luna aseguró que se formó a varias generaciones del plantel para ser humanos comprometidos con el cambio y la transformación. “Hoy, varios líderes que con canas en la cabeza nos acordamos de eso. Los que pasamos por estas aulas tuvimos un compromiso con el país y con la transformación, eso lo recibió Édison Cosíos”, dijo Luna.
Por su parte, el secretario de Derechos Humanos señaló que hablar de Édison Cosíos es hablar de dignidad, de memoria, de justicia y reparación, “fundamentalmente de que nunca más sucedan estos hechos”. Brito indicó que la historia del Mejía ha sido labrada con la sangre de jóvenes que perdieron la vida y recordó a otro compañero de su época, cuya vida “quedó en las calles en un momento duro de lucha en contra de un gobierno tirano y autoritario”.
El 15 de septiembre del 2011, a sus 17 años, Édison Cosíos fue impactado por una bomba lacrimógena disparada por un exteniente de la Policía. El joven participaba en una protesta en contra del Bachillerato General Unificado, vigente en este momento en el país, tras la aprobación de la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI). El impacto lo dejó en estado vegetativo y con una salud en constante deterioro hasta que falleció el 16 de abril del 2019, luego de años de cuidados de sus familiares.