Para ingresar a la universidad en China se toma en cuenta la puntuación de los exámenes finales y las notas conseguidas en los últimos años. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Hace días que Cao Yang apenas duerme. “La presión es demasiado grande”, dijo el joven de 17 años de Pekín, que el próximo martes afronta la prueba más importante de su vida. Ese día, él y otros nueve millones de escolares en China se lo juegan todo, pues se enfrentan al legendario ‘Gaokao’, el examen de admisión a la universidad en China.
A diferencia de otros países, donde no sólo cuenta la puntuación de los exámenes finales, sino también las notas conseguidas en los últimos años, en China todo se decide en un maratón de exámenes de dos días, cuyo resultado decide en qué universidad se puede solicitar plaza.
“He estudiado y debería conseguir buena nota. Pero si tengo un suspenso, entonces se acabó”, dijo Cao Yang.
La calidad de los centros de formación superior en China puede variar mucho de un centro a otro y sólo al que consigue las máximas calificaciones se le allana el camino para entrar en las mejores universidades del país, lo que posteriormente garantiza un buen trabajo.
Así que nada de fiestas durante el último año de enseñanza media, pues apenas queda tiempo para ello. “Tan sólo se puede comer y estudiar”, dijo Cao Yang. Pero no todos realizan el mismo esfuerzo.
El ‘gaokao‘ no es sólo famoso por su dureza, sino por las trampas. Las autoridades han decidido actuar con más dureza que nunca contra la ‘picaresca’.
La agencia estatal de noticias Xinhua ya ha asegurado que será el gaokao “más duro de la historia”. Se quieren evitar embarazosos fraudes como recientemente ocurrió en la provincia de Jiangxi, donde estudiantes mayores hicieron los exámenes a cambio de dinero.
Por primera vez se tomarán las huellas dactilares y se instalarán escáneres de reconocimiento facial en los centros donde se realizan los exámenes de todo el país.
Además, también se actuará con mayor dureza contra los trucos de alta tecnología. La creatividad de padres y alumnos no conoce límites en este terreno. Hay bolígrafos que llevan incorporadas una mini emisora; botellas de bebidas con minúsculas cámaras y pinganillos camuflados como tapones para las orejas.
Las autoridades han amenazado con drones que pueden reconocer las frecuencias y sus fuentes de origen. Además, también se instalarán detectores de metales y cámaras que filmarán hasta el camino al baño. Y también habrá una vigilancia especial sobre los exámenes.
Los vehículos en los serán transportados están dotados de GPS para que no se puedan desviar de la ruta. Asimismo, por primera vez, cualquier intento de engaño entra en el área de delito tipificado, que puede ser castigado con una pena de prisión. Pero las trampas no son la única vía por la que los jóvenes y sus padres intentan conseguir alguna ventaja.
El diario estatal Global Times advierte en contra de las sustancias que toman los estudiantes para potenciar la concentración. El uso de esos medicamentos no hace más que aumentar.
Hace cuatro años, una escuela en el centro de China fue noticia porque toda la clase consumió este tipo de sustancias para concentrarse mejor. Pero el tema que más revuelo ha causado este año es el cambio en la normativa para la concesión de plazas en las universidades, que ha llevado a que padres enojados salgan a la calle en las provincias de Hubei y Jiangsu, en el este.
Protestan contra los planes del Gobierno de otorgar más plazas en la universidad a los estudiantes pobres del oeste del país. La preocupación de los manifestantes es el aumento de competencia para sus propios hijos. “En el ‘gaokao’ se trata de ser justos, pero para la mayoría de los padres, ser justo es aquello que sea mejor para su propio hijo”, comentaba la disputa un usuario de la red social Weibo