La falda es sinónimo de la feminidad de la mujer campesina de Manabí. Foto: Patricio Ramos / EL COMERCIO
De amplio despliegue y colores vivos, la falda, sinónimo de la feminidad de la mujer campesina de Manabí, se resiste a desaparecer y encontró en el folclor a su mejor aliado para seguir vigente. Los grupos de danza incorporaron esta prenda de vestir en sus atuendos desde hace más de medio siglo, comentó la historiadora manabita Libertad Regalado.
Esta prenda de vestir se presenta reluciente en las coreografías interpretadas por niñas, adolescentes, jóvenes y adultas. El grupo Son Montuvio, de Portoviejo, es un ejemplo de cómo se puede rescatar la falda como un ícono de la indumentaria en el folclor manabita. Eduardo Mendoza, director de Son Montuvio, asegura que la falda no solo viste a las bailarinas, es además un elemento integral de las coreografías donde se muestran las costumbres de la zona.
Los amorfinos son bailados y, ahí, la amplia falda es sujetada por los filos con las manos de la bailarinas, ellas crean olas imaginarias, recrean además el trabajo del montuvio en sus sembradíos, todo un gesto cultural de la historia manabita, reseña Mendoza.
La falda, que cubría hasta los tobillos, se inició como un vestido entero y luego fue dividida con blusas. Regalado comenta que las mujeres del campo usaban faldas de colores vivos, mientras que aquellas de la ciudad preferían los tonos pasteles. Un estudio realizado por la historiadora -hace 10 años- le permitió el acceso a archivos históricos, donde encontró que, incluso para ir a misa, la falda tenía que respetar los matices oscuros.
El folclorista Mendoza realizó una investigación con las abuelas de Santa Ana, Portoviejo, Rocafuerte y Chone. Una de sus conclusiones fue que la falda que se usaba en la campiña manabita debía ser generosa en tela y extenderse hasta los tobillos para que no permitiera visualizar la figura femenina. Eran costumbres de recato en torno al cuerpo. Sus escotes eran tan redondos que llegaban hasta la mitad del cuello.
Las puntadas ante la abundante tela que forma las faldas tienen que ser cuidadosamente realizadas, comenta Mariana de Jesús Menéndez, oriunda de Portoviejo, quien oficia como costurera desde hace 40 años.
Curiosidades de la falda montuvia
Hasta 1942, era común que estas prendas se extendieran sobre el cuerpo femenino hasta cubrir, incluso, los pies. Las costumbres de la época mandaban tal recato.
Los amorfinos y los chigualos cantados, al ritmo propuesto por la guitarra, marcan los sones que acompañan el despliegue de las faldas en las fiestas populares.
La agrupación
Son Montuvio es una de las encargadas de mantener el uso de la prenda sobre los escenarios. Ellos presentan la danza con música en vivo.