El filósofo Paolo Vignola posa en los exteriores de la UArtes en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO
Paolo Vignola reflexiona en esta entrevista sobre cómo “un régimen de posverdad fabrica escépticos irracionales”. El escepticismo mal orientado se puede convertir en negacionismo y en fanatismo, afirma.
¿La raíz de la palabra escéptico se refiere a ‘mirar con cuidado’, pero cómo pasó a relacionarse más con la duda y la desconfianza sistemática?
Escéptico, como usted sabe, procede del verbo ‘skepsis’, que abarca una cadena semántica bastante amplia que tiene que ver con la vista y con el mirar, con el mirar con detenimiento. Y, a su vez, ese mirar con cuidado nos lleva hasta la idea de investigación, el escéptico es quien examina e investiga continuamente, sin cesar, quien no se contenta con las verdades dogmáticas. La duda y la desconfianza son herramientas que forman parte de la investigación.
¿Qué resonancias tiene el concepto a nivel filosófico?
La cosa interesante es que antes de concretarse en una doctrina, en la escuela del filósofo Pirrón, que se oponía al dogmatismo estoico, el escepticismo brotaba transversalmente en varios pensadores, incluidos Sócrates y Platón. Eso le garantizó una longevidad inesperada en etapas siguientes. Pensemos por ejemplo en Descartes y todo el método de la duda hiperbólica. En Kant, que decía que no podemos conocer las cosas en sí. En Lyotard y todo el tema de la llamada posmodernidad.
¿Es una noción que cobra actualidad?
Me parece que sí, pero tal vez en un sentido equivocado y bastante peligroso también. Porque a menudo lo que hoy calificamos de escéptico se vuelca en contra de la ciencia, en contra del pensamiento riguroso, del examen, de la evidencia y contra la democracia. Quien es escéptico hoy no lo hace para ver mejor, para mirar con cuidado, para seguir investigando. Todo lo contrario, lo hace para confundir, para desacreditar, para sacar provecho de la
confusión. Es cuando el escepticismo llega al negacionismo.
¿La pandemia parece haber exacerbado la relación negacionismo-fanatismo, relación que desvirtúa la duda como pilar?
Claro. El negacionismo del covid o el negacionismo del cambio climático no son expresiones de un deseo de búsqueda, de investigación continua, sino una expresión de ignorancia. Los negacionistas son todo lo contrario de los racionales escépticos de la antigua Grecia. Los negacionistas desatienden las evidencias racionales. La negación es una forma de esconder una ideología que está detrás, que apela a un sentimiento fabricado, para nada natural ni genuino, que pretende distorsionar la realidad. Es muy parecido a una estafa política, donde el negacionista es a la vez estafado y estafador, creo.
¿Cómo se relaciona con la posverdad o las mentiras emotivas?
Es curioso, porque ante el matorral de información de la posverdad, es necesario permanecer un poco escépticos, es decir, poner todo bajo examen. Pero por otro lado es el mismo régimen de la posverdad que fabrica escépticos irracionales, antisociales, egocéntricos, impulsivos, violentos, gente que ya no cree en las verdades oficiales, por estar dentro de sus propias burbujas epistémicas e informativas.
¿En qué medida el escepticismo nos conduce a una visión pesimista del mundo?
Digamos que sería como una suerte de tentación triste de la razón, una pulsión melancólica. Es precisamente por esta razón, por este afán pesimista, que llega el momento en que es necesario salir de ese escepticismo. Hegel decía que el escepticismo es la parálisis del pensamiento. El escepticismo debe ser un momento del pensamiento, no puede ser el horizonte.
Lamentablemente ya no tenemos tiempo para ‘suspender juicios’ y seguir investigando en busca de la verdad, estamos absorbidos por notificaciones y redes sociales, es algo abrumador. Una visión melancólica del pensamiento no es lo que necesitamos hoy, necesitamos atravesar el escepticismo, llegar a la crítica, y avanzar hacia el cambio. Criticar para replantear, para investigar, para imaginar un mundo nuevo; pasar a una crítica que pueda afirmar nuevos valores. Es a través de la crítica que se puede alcanzar lo nuevo.
Paolo Vignola
(Albenga, Savona, Italia, 1978) Es investigador y doctor en Filosofía por la Universidad de Génova, profesor de Filosofía de la Literatura y Teoría Literaria de la Universidad de las Artes del Ecuador (UArtes), con sede en Guayaquil. Reside en Ecuador desde el 2017.