Imagen referencial. El aumento de 2°C en la temperatura global implicará la desertificación no solo en zonas ya acechadas por este mal, sino también en espacios que todavía han resistido a esta problemática. FOto: Flickr
En el marco del Día Mundial del Ambiente, celebrado este 5 junio de 2017, las alertas por el calentamiento global se replicaron a través de redes sociales y otros medios. ¿Pero qué significa realmente este fenómeno? En tres sencillos puntos, se lo explicamos cuáles serían los efectos del aumento gradual de la temperatura.
Menos agua, más dependencia
Tal como lo explica Cristina Rois para Ecologistas en Acción, el aumento de 2°C en la temperatura global implicará la desertificación no solo en zonas ya acechadas por este mal, sino también en espacios que todavía han resistido a esta problemática.
Con ello, las poblaciones de animales y plantas tendrán menor capacidad de distribución, con lo cual podría verse afectada su subsistencia.
En el caso de los humanos, el aumento de la temperatura tendría dos efectos inmediatos. El primero sería la alta demanda de agua en zonas que enfrentan desertificación, lo cual implica un descenso en la calidad de vida urbana.
Del otro lado, la agricultura de los trópicos podría pasar de geoestacionaria a lluvia-dependiente, es decir, a ser posible únicamente con precipitaciones.
Ciudades en peligro de extinción
2°C no solo implican mayores olas de calor. Esta también es la medida que marcará el crecimiento de las aguas a escala mundial debido al derretimiento de los polos.
Para entender esto, vale recordar a Giza Gaspar quien a las puertas de la COP21, en la cual se firmó el Acuerdo de París, se convirtió en una suerte de embajador de las 48 naciones más vulnerables frente al cambio climático.
Él recordaba que, para unas naciones, el aumento de la temperatura se traduciría en problemas de soberanía alimentaria; en otros, esto repercutiría en inundaciones de centros poblados cercanos a mares y océanos.
Un planeta que emite gases
Con el aumento de la temperatura global, el CO2 y otros gases de efecto invernadero no solo provendrían de las emisiones de autos, industrias y hogares. Debido a las olas de calor sobre los polos y otras zonas de permafrost, los gases resguardados bajo estas capas de hielo se liberarían progresivamente.
Lo más problemático en este escenario es que varios estudios sostienen que en el permafrost se ha congelado el doble de los gases de efecto invernadero que actualmente contiene la atmósfera.
Este fenómeno se da principalmente porque estas capas se han ido construyendo gracias a las distintas eras geológicas.