La cultura griega siempre será la inspiración de los hombres y mujeres de buena voluntad. Los mitos clásicos, como el Pigmalión llenaron de sabias enseñanzas a generaciones de todos los tiempos.
Un poco de historia
En la obra ‘Las metamorfosis’, de Ovidio, se relata así el mito: “Se cuenta que Pigmalión, rey de Chipre, buscó durante mucho tiempo a una mujer con quien casarse, pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia. Una de estas -Galatea- era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua”.
“Mediante la intervención de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida. Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto que se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llenó de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba”.
“Volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos. Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita quien, conmovida por el deseo del rey, le dijo: ‘mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal’. Y así fue como Galatea se convirtió en humana”.
Interpretaciones
La historia de Pigmalión ha sido representada a través de los siglos. Artistas, escritores, músicos, psicólogos y pedagogos se inspiraron en este mito, que para unos es un ‘despertar” milagroso, y para otros una hazaña humana imposible.
Los ejemplos de la recreación del mito son variados e intensos. Autores se imaginaron una ninfa, con el nombre de Galatea; Goethe, en ‘Fausto’ estigmatizó a Elisabeth y su amante, Dido; Carlo Collodi, en 1882, publicó el famoso cuento cuyo protagonista -Pinocho, una marioneta de madera- cobra vida mientras el carpintero Geppetto trata de tallarla; William Shakespeare, en el ‘Cuento de invierno’ describió la estatua de la reina Hermíone quien cobró vida; George Bernard Shaw revivió a Doolittle por un profesor de fonética, Henry Higgins; la historia de Frankenstein es también una resonancia de Pigmalión. Y ya en nuestros tiempos, en la serie de televisión ‘Los Simpson’, el mito es referenciado mediante un juego de palabras, en el episodio ‘Pigmoelion’, cuando Marjorie -Marge -se somete a una cirugía estética facial, para cambiar su rostro y obtener uno más ajustado a los cánones de belleza.
En la pintura y escultura se destacan el famoso “despertar” de Galatea. ‘Pygmalion’, de Jean-Baptiste Regnault, 1786, se exhibe en el Museo Nacional del Palacio de Versalles. Auguste Rodin, Ernest Normand, Paul Delvaux, Francisco de Goya, Franz von Stuck, François Boucher y Thomas Rowlandson, entre otros, inmortalizaron esta idea maravillosa.
Psicología y educación
La Psicología -ciencia del comportamiento- se ha nutrido de Pigmalión. La idea central es que el ‘efecto Pigmalión’ consiste en que, gracias a los estímulos, cada persona puede creer en sí misma, o si recibe críticas o mensajes negativos puede fracasar. En otras palabras, trata de la influencia -positiva y negativa- que unas personas pueden tener sobre otras. Lo vemos en el ejemplo de la fábula de ‘La rana sorda’, que consiguió salir de un profundo agujero, a pesar de las pocas expectativas que las demás tenían de ella.
En el campo educativo, el ‘efecto Pigmalión’ tiene aplicaciones interesantes, porque los padres de familia y educadores somos formadores o deformadores, pues ejercemos influencia para que los hijos y los alumnos mejoren o empeoren su autoestima. No se considera un efecto mágico, sino el desarrollo de actitudes correctas por parte de los adultos, a través de una comunicación asertiva verbal y no verbal.
Está comprobado por la ciencia, que las expectativas del docente no son per se -ni más ni menos- causas del éxito o del fracaso de los estudiantes, pero que las conductas del profesor asociadas a las expectativas y deseos de los alumnos, sí pueden contribuir al éxito de unos y al fracaso de otros.
El poder del amor
El mito de Pigmalión plantea que la perfección no existe. Nadie puede dar vida a un ser inanimado; es cierto, pero el mito constituye una metáfora porque para vivir hay que tener sueños. Y los sueños pueden hacerse realidad gracias al esfuerzo, sacrificio y, en última instancia al poder del amor.
CLAVE
Idea central
La ciencia ha comprobado que las expectativas del docente no son las causas del éxito o del fracaso de los estudiantes, pero que las conductas del profesor asociadas a las expectativas y deseos de los alumnos, sí pueden contribuir al éxito de unos y al fracaso de otros.
FRASE
El ‘efecto Pigmalión’ consiste en que, gracias a los estímulos, cada persona puede creer en sí misma, o si recibe críticas o mensajes negativos puede fracasar.
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