Grupos de jóvenes protestaron el miércoles 6 de junio del 2018 en las afueras del edificio de Bienestar Estudiantil de la Universidad Central del Ecuador. Foto: EL COMERCIO.
Cristina, una mujer de 40 años, decidió seguir sus sueños y estudiar la carrera de Artes en la Universidad Central del Ecuador. Todo iba bien hasta que tuvo que enfrentar un episodio que ha marcado su vida: detener el acoso sexual de un profesor.
La violencia comenzó hace tres años. Con frases como “¡qué delicia para mis ojos!”, el hombre empezó a abordarla. Esos mensajes incomodaban a la mujer, quien ingresó a la facultad de Artes a los 37 años.
Luego, la violencia comenzó a intensificarse; el hombre se acercaba a darle masajes o tomaba su cintura. Incluso, debía esquivarlo para no recibir un “beso robado”. El primer semestre su estrategia fue eludirlo.
El segundo semestre, ella contó a sus compañeros que escribía cuentos de todo tipo: infantiles, eróticos, poemas y demás. Esto desencadenó que el docente le pidiera que escribiera un cuento erótico para no dejarle en supletorios.
La mujer no lo hizo pero pasó el año. Su promedio de notas era alto. “Soy una estudiante con beca por excelencia académica”, cuenta.
El acoso continuó con mensajes en los que le invitaba a viajes o salidas. Ante su negativa, los problemas crecieron porque el profesor se quejaba de su trabajo. Hasta el punto de que la mujer tenía que caminar acompañada con amigos para evitar el acoso.
Cristina se atrevió a denunciar el acoso en el Comité de Disciplina de la Universidad Central. La investigación comenzó, pero no hubo resultados.
Mientras ella hacía público su caso, otros aparecieron. Más chicas mostraron su interés por denunciar estos hechos, cuenta Cristina.
El Comité Disciplinario de la Universidad se reunió el miércoles 6 de junio del 2018 para analizar el hecho; lo hizo en presencia de las dos partes. En la audiencia –relata Cristina– el docente alegó que ella comenzó con el acercamiento hacia él y presentó supuestas pruebas. Ella denunció el acoso sexual, acompañada por sus abogados.
Ahora, la mujer espera que no haya impunidad y que el docente sea separado de esta institución de educación superior.
A las afueras de la audiencia de Cristina, colectivos como Luna Roja coreaban consignas en contra del acoso sexual en las aulas universitarias. “Queremos justicia. No más impunidad. Fuera acosadores de la Universidad”.
Nilka Pérez, directora de Bienestar Universitario de la Central, dice que desde el 17 de diciembre del 2017 cuentan con un protocolo de actuación ante casos de violencia de género y acoso sexual. El procedimiento -según ella- comienza con la denuncia de la estudiante. “Nos centramos en protegerla” e inmediatamente en investigar el caso, asegura.
Una Comisión de Asuntos Disciplinarios, compuesta por abogados, se encarga de elaborar un informe, dice Pérez, quien no precisa si los abogados son profesores de la universidad. Con el informe de esta instancia, el Consejo Universitario sanciona o no, agrega.
Desde la vigencia del protocolo, la Comisión de Asuntos Disciplinarios ha recibido cinco denuncias. Tres profesores han sido procesados y el Consejo Universitario ha decidido retirarlos de este centro de estudios, asegura Pérez.
“El protocolo protege a las víctimas”, afirma Pérez, luego de la audiencia en la cual Cristina fue obligada a presentar el caso frente al profesor acusado. “Cuidamos que sus denuncias sean atendidas. La comisión no hace ningún tipo de mediación entre las partes porque un delito como el acoso no se media”.
Pérez dice que si un profesor acude con abogado, buscan que la estudiante también cuente con defensa. Sostiene que buscan que se mantenga la confidencialidad de las causas.
“La universidad no juzga el delito. Eso está en manos de la Fiscalía. Lo que se sanciona con destitución es a profesores con conducta indebida, no decimos que es un acosador; es un acto administrativo. El rector (Fernando Sempértegui) ha pedido que tengamos cero tolerancia al acoso sexual en la academia”.