Unos 35 kilómetros de vías habrían sido abiertos en cuatro puntos de la selva oriental ecuatoriana. Así lo revela un reciente informe del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), basado en imágenes satelitales entre 2020 y 2022.
Las carreteras están en las provincias de Orellana, Pastaza y Morona Santiago. Para los investigadores, su aparición “es de alta prioridad por la rapidez de su apertura y los impactos asociados, en términos de desencadenar deforestación y degradación del bosque circundante, incluso en territorios indígenas”.
Junto con los especialistas de MAAP, en esta investigación trabajaron expertos de las organizaciones Fundación Ecociencia y Amazon Conservation. Estudiaron cuatro vías específicas: Taracoa (Orellana); Bataboro (Pastaza); Nushiño (Pastaza); Pumpuentsa (Morona Santiago).
Los caminos
Taracoa es la más grande. Se trata de un camino de 15 km ubicado 800 metros al noroeste del Parque Nacional Yasuní. Fue construida en ocho meses, entre febrero y octubre del año pasado. Uno de los problemas es que facilita la proximidad a una zona protegida. Pumpuentsa es la segunda. Tiene casi 12 km y también se habría levantado en ocho meses, entre septiembre de 2021 y abril de 2022.
Los investigadores apuntan a que “representa un nuevo frente de apertura vial con el objetivo de establecer conexiones entre el poblado de Taisha, con la comunidad de Pumpuentsa, y posiblemente hasta Puerto Morona
y la frontera con Perú”. Temen que su creación haya coincidido con potenciales actividades petroleras en los bloques 76, 77 y 78, en territorio Achuar.
Bataboro es el tercer tramo en longitud, con 6 km en total. Las imágenes satelitales revelan que la expansión vial se produjo entre enero de 2020 y noviembre de 2021, al sur de la comunidad Bataboro.
A esto se sumó un segundo periodo de construcción entre noviembre de 2021 y enero de 2022, al sur de Tiwino, cerca de Bataboro.
Ambas vías están en los límites del Bloque Petrolero Tiwino, a 12 km de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Yasuní. Entre sus potenciales efectos está la pérdida de cobertura vegetal primaria.
Esta vía, de apenas 2 km, conecta a la comunidad waorani de Nushiño con Arajuno e Ishpingo; es la más pequeña de este estudio. También su implementación fue rápida: del 4 al 27 de septiembre de 2021.
Los investigadores han puesto atención a esta vía, ya que existe un proyecto de 41 km que podría unir a estos sitios con el poblado de Toñampare, uno de los centros waorani de Pastaza. Para Bernardo Montesdeoca, experto en conflictos socioambientales, el reciente estudio que presentó MAAP es una alerta de que Ecuador “ha ignorando el impacto de crear nuevas conexiones viales”.
Él explica que en países amazónicos existe una tendencia a abrir vías sin tomar en cuenta la geografía. Eso implica que muchas infligen daños significativos, en el mediano y largo plazo, ya que están en zonas con alta humedad y erosión.Además de perder cobertura vegetal nativa, los estudios de impacto ambiental de las carreteras en la Amazonía han demostrado que estas fomentan la especulación de tierras y la minería ilegal.
El conflicto
Lo más importante para Montesdeoca es que estas carreteras generan un conflicto humano-ambiental multidimensional. Por una parte, mientras más cercanas están a la selva, los animales huyen de los comuneros, amenazando sus prácticas de caza de subsistencia.
Paralelamente, su proximidad a bosques inexplorados es propicia para generar enfermedades zoonóticas, que pueden afectar a la vida en las comunidades y a los núcleos urbanos.