A sus cinco años, Isabela Oña aprendió a operar las herramientas tecnológicas, dice su mamá Andrea. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Antes de la emergencia sanitaria, Isabela nunca había usado una computadora. Tras casi un mes de clases virtuales, la niña de cinco años ya completa varias actividades sola: enciende su laptop, inicia Google Meet y usa el ‘mouse’ para cambiar el formato de la pantalla para ver a sus compañeros.
Estas capacidades seguramente las habría adquirido más tarde, si la pandemia no hubiera implantado la nueva modalidad de estudios, señala su madre, Andrea Limaico.
También nota que el uso diario de herramientas digitales ha despertado en su hija el interés por aprender más de lo que requiere para las tareas.
“Nos pregunta qué debe hacer para imprimir o para escribir su nombre en la computadora, en Word”.
La asignatura de computación no es parte del currículo nacional desde el 2015. Sin embargo, en el horario de la institución particular de Isabela consta una hora a la semana.
En ese tipo de planteles los alumnos desarrollan destrezas, ya que usan diferentes sistemas para actividades sincrónicas y asincrónicas. Durante las clases activan y desactivan micrófono y cámara, acceden a páginas para hacer tareas y las suben a plataformas.
Entre los colegios particulares que pertenecen a Corpeducar, por ejemplo, un grupo implementa la informática de forma transversal y otro de manera más específica en los diferentes niveles, señala Vinicio Aldaz, representante del gremio. Incluso -dice- algunas instituciones contemplan el desarrollo de módulos de apoyo en esta área.
¿Qué pasa en el sistema fiscal? Mavel Quiroga tiene tres hijos de 5, 10 y 15 años, que comparten un mismo celular para sus clases virtuales. Al no contar con una computadora -cuenta la madre- los niños no pueden acceder a todas las herramientas necesarias. “Pueden ver las clases y enviar fotos de los deberes”.
Un grupo de docentes de informática envió cartas a la Presidencia y al Ministerio de Educación en abril, para pedir que la asignatura vuelva a la malla curricular. El contexto de las clases virtuales es uno de los argumentos.
La materia sería una herramienta para estudiantes y docentes, señala Víctor Castillo, representante de los maestros de computación. Hasta el momento -dice- no han recibido una respuesta favorable, por lo que continuarán con campañas en redes sociales.
Recientemente -contó el docente- enseñó a manejar el ‘mouse’, a entrar a Internet y navegar en páginas web a unos 30 niños de Pasagua, en Caluma, Bolívar. “En el campo los niños se están quedando como analfabetos digitales”.
La subsecretaria de Fundamentos Educativos, María Fernanda Crespo, adelantó que trabajan en incluir los ejes de pensamiento computacional y ciudadanía digital en el currículo vigente. Estos temas -explicó- atravesarán todas las asignaturas, desde el nivel inicial hasta tercero de bachillerato. Para eso identifican destrezas, criterio de desempeño que los alumnos abordan actualmente y generan otras nuevas. Eso estará listo para diciembre, esperan.
El pensamiento computacional consiste en el conjunto de habilidades que en la actualidad no solo los expertos deben tener, explicó Crespo. Y la ciudadanía digital es la comprensión de los riesgos y oportunidades del mundo digital.
Por ejemplo, la Subsecretaria explicó que en el área de matemáticas se podría usar información estadística de un tema específico. Mediante el empleo de las TIC, los alumnos podrán analizar, interpretar y representar esos datos.
Eso significa que todos los docentes estarán encargados del desarrollo de competencias digitales. Para eso -detalló Magaly Ramos, subsecretaria de Desarrollo Profesional- se les ha capacitado en cuatro niveles: uso de herramientas, desarrollo de entornos de aprendizaje, comunicación y creación de contenidos propios.
Al menos, el 50% de docentes arrancó en el primer nivel.
En total, en más de 100 cursos se formaron 161 354 maestros fiscales. “La estrategia no es enseñar computación sino a través de la tecnología”.