Cenas, chocolate y dulces alimentan el espíritu navideño desde el voluntariado

La Asociación de Voluntariado Hospitalario del Guayas organizó eventos en hospitales de la Junta de Beneficencia. Foto: Mario Faustos/EL COMERCIO

La Asociación de Voluntariado Hospitalario del Guayas organizó eventos en hospitales de la Junta de Beneficencia. Foto: Mario Faustos/EL COMERCIO

La Asociación de Voluntariado Hospitalario del Guayas organizó eventos en hospitales de la Junta de Beneficencia. Foto: Mario Faustos/EL COMERCIO

No fue necesario acudir con traje de etiqueta. Tampoco había que preocuparse si, por accidente, alguien manchaba el mantel. El espíritu de solidaridad fue el ingrediente principal de las cenas navideñas, preparadas por distintos grupos de voluntariado en Guayaquil.

Niños trabajadores, con problemas de salud y adultos mayores fueron, por un día, sus invitados de gala. Los manteles rojos y verdes tiñeron de Navidad el patio del albergue Rosa Aguilar de Sánchez. Por 15 años, este hogar ha dado refugio a infantes y padres que viven fuera de la ciudad y que llegan por citas médicas, cirugías o tratamientos.

El martes último, las 15 voluntarias -de la Asociación de Voluntariado Hospitalario del Guayas-, borraron por cuatro horas el dolor y la angustia de unas 300 personas.

Los regalos, el pavo listo en los samovares y las tortas bañadas con merengue fueron el antídoto. “Hemos vivido muchas historias tristes. Pero también hay momentos alegres como esta fiesta”, cuenta Violeta de Arcos, subdirectora del albergue.

Algunos invitados permanecían en sus sillas de ruedas. Otros, como Jandry, llegaron con tiernas pijamas. Por un rato, el pequeño de tres años olvidó las quemaduras que sufrió hace un mes y sonrió.

Esta es también una época de trabajo en equipo. Así que mientras los mimos distraían a otro grupo de niños, los cocineros de la Universidad de Guayaquil mantenían la cena caliente.

El pasado fin de semana, 500 pequeños de escasos recursos -algunos de ellos trabajadores-, recibieron un agasajo en la Casona Universitaria, un lugar frecuentemente abierto a sesiones solemnes y graduaciones.

Pero en esos días el aroma de los aliños envolvió el patio interno, donde los niños fueron atendidos en elegantes mesas. “Muchos no tienen una cena de Navidad en casa, y quisimos cumplir ese sueño”, dice Orlando Sotomayor, director de la casona. Luego de un show artístico, un ejército con mandiles y gorros blancos recorrió las mesas con los platillos humeantes.

Repartir pan de Pascua, chocolate caliente y canastas en las calles es otra tradición en diciembre. Pero muchos autores de estos gestos prefieren el anonimato.

El miércoles, decenas de adultos mayores -que usualmente piden caridad fuera de los templos del centro de Guayaquil-, se amontonaron frente a uno de los pórticos de la iglesia San Francisco. Ingresaban con las manos vacías y salían por otro portal con pesadas canastas navideñas, conseguidas por donaciones.

Otros grupos optaron por pasar este 25 de diciembre con desconocidos antes que con sus familias. Es el caso de la Fundación Invencibles, que prepara para esta tarde una cena en el Centro Cívico. Por tercera ocasión, estos voluntarios compartirán alimentos y un brindis con 1 000 personas de sectores urbano marginales.

La solidaridad navideña logra cambiar hasta los escenarios más adversos, como la sala de un hospital. Papá Noel aterrizó el miércoles en el pediátrico Francisco de Ycaza Bustamante y, en un instante, los turnos en el área de Imagenología se paralizaron.

500 juguetes, repartidos por la Fundación Guayas Avanza, hicieron olvidar por un rato el diagnóstico de las radiografías. También entregaron canastas a las madres que pasarán esta fecha en las salas del hospital.

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