En la foto, sector de El Carmelo. El pueblo se halla en una zona montañosa del cantón Tulcán, en Carchi, junto a Sucumbíos. Foto: archivo EL COMERCIO
Hacia el suroriente de la ciudad de Tulcán, en plena línea fronteriza con Colombia, se encuentra la pequeña población de El Carmelo, parroquia perteneciente al cantón Tulcán, en la provincia del Carchi.
Su nombre primigenio fue El Pun. Sancho Paz Ponce de León, en su ‘Relación y descripción de los pueblos del partido de Otavalo’, de abril de 1582, señala que “Hay en el distrito de mi corregimiento otros dos pueblos llamados el uno Guacán y el otro Pun y están agora poblados todos juntos. (…) Dotrínales un fraile de la orden de Na. Sa. de las Mercedes.
Son estos dos pueblos, el uno que se llama Guacán de la Corona real, y el que se llama Pun de la encomienda de Diego Méndez de los Ríos”. (Marcos Jiménez de la Espada, Relaciones Geográficas de Indias-Perú, en Biblioteca de Autores Españoles, Tomo CLXXXIV, Ediciones Atlas, Madrid, 1965, p.234)
Etimológicamente la palabra pu o pun puede entenderse en lengua de los antiguos pastos como “lugar de montaña” (Huber Ranger, Diccionario de modismos caribes, Universidad Nacional de Caracas, Caracas, 1960, p. 115).
Sobre este pueblo, el religioso mercedario Nicolás de la Encina, doctrinero de Guacán (ahora Huaca), en una nota remitida al comendador del convento de El Tejar de Quito, llamado “Colegio de Misiones”, fechado en noviembre de 1675, señala: “Dando cumplimiento al mandato de S.P.R. he regresado del inhóspito lugar que llaman Pun, sitio de mucha montaña, de allí su nombre.
Está a dos leguas de la tierra de los Sucumbíos, indios mercales y hábiles para el negocio (…) Es una tierra con lomas que suben y bajan, con arboladas inmensas, con extensiones largas y cortas de bosque casi impenetrable, en donde viven unos pocos indios y apenas dos o tres españoles que subsisten del comercio con los indios del dicho Sucumbíos en la explotación de caucho y lavado de oro de buena calidad, de mejor pesaje que el hallado en las vetas de Chical, así como de láminas de plata, cuyas minas son abundantes en la zona.
“Los indios y otros poblanos salen con frecuencia a Guacán (Huaca) o Turca (Tulcán), recorriendo grandes distancias a pie, caminando a través de inmensas cuestas y empinadas bajadas que lo hacen sin problema alguno. Los españoles tienen negocios con comerciantes de Pasto, a quienes les venden pochos de caucho, oro y hojas de plata.
“Los indios están acostumbrados a esos bárbaros caminos desde niños. He visto como críos de 3 y 4 años van atrás de sus madres quienes llevan grandes pondos con alimentos para subsistir varios días en medio de la selva, yendo atrás de sus maridos, que van en pos de caza o minerales, sin que los carguen ni les hagan caricia alguna.
Todos son curtidos por el frío y el mal tiempo, ya que llueve mucho y no es nada difícil que se sometan a lo que los naturales llaman “heladas”, que es el borde del hielo. Les basta una burda tela de lana que les cubre el cuerpo, no visten calzado alguno, son necios y luchadores para lograr buenas jornadas, luego regresan a su pueblo para compartir alimentos, adornos y otros cacharros hechos con pedazos de metal o de piedras verdes que hay en abundancia en los lechos de los ríos que llaman Pun y Chuquer…” (Informes de doctrineros de la provincia de los Pastos, Archivo del Convento de El Tejar, 1650-1675. Tomo II, folio 90).
Cuando se creó el cantón Tulcán en 1851, el pueblo de El Pun formó parte de la jurisdicción territorial de Tulcán como anejo. Aquello fue motivo de conflicto entre Ecuador y Colombia, toda vez que no se habían fijado los límites de forma definitiva, situación que fue aprovechada por ciudadanos del vecino país, que se asentaron en el lugar por considerarlo suelo colombiano.
Muchos de ellos fueron perseguidos por fuerzas militares que buscaban a desertores que huían de las guerras que entre conservadores y liberales, sobre todo en Ipiales y Pasto, tal como afirma Eliécer Muñoz: “…el mejor refugio para los soldados que se derrotaban luego de los fracasos militares, era la zona colombiana de El Pun, que se ubicaba cerca del Ecuador, país al que pasaban sin problema alguno para buscar protección…” (Las guerras políticas del sur de Colombia, Pasto, Imprenta Galeras, 1945, p. 131)
Una vez que se firmó el Tratado Muñoz Vernaza en 1916, Ecuador y Colombia fijaron sus linderos, y el pueblo de El Pun quedó en suelo ecuatoriano.
En razón de la importancia limítrofe, el Municipio de Tulcán resolvió el 11 de enero de 1919 elevar a la categoría de parroquia civil a El Pun. “Dado en la sala de sesiones del Ilustre Concejo Municipal del Cantón Tulcán, a 10 de Enero de 1919 (…) legalmente discutido y aprobado por el Concejo Municipal, en tres sesiones distintas que tuvieron lugar en los días 7, 8 y 10 del presente mes. Tulcán, 11 de enero de 1919. El secretario Benjamín Revelo” (Actas del Municipio de Tulcán)
Gracias al entusiasmo del obispo de Ibarra, Mons. Alberto María Ordóñez, la orden carmelita se hizo cargo, desde el punto de vista eclesiástico, de la parroquia de El Pun. El 2 de enero de 1930 llegaron a este lugar los padres Brocardo González, Hiereteo Valbuena, Eulalio Fuentes y Benedicto García, quienes provenían del convento de Carmelitas Descalzos de Burgos, España. Por otra parte, al obispo Ordóñez se debe el establecimiento de la Prefectura Apostólica de Sucumbíos, cuyo primer prelado fue el español Gonzalo López Marañón.
El trabajo desarrollado por los frailes fue intenso, destacándose, entre otras actividades, la construcción del primer puente fronterizo sobre el río Pun; el fortalecimiento del civismo entre los habitantes -quienes tenían como su bandera la colombiana-, para lo cual izaban el pabellón ecuatoriano los domingos con ocasión de la pequeña feria semanal; la circulación de la moneda ecuatoriana, para lo cual distribuyeron 10 000 sucres para recoger la moneda colombiana; iniciaron la construcción de la carretera Tulcán-El Pun, de 35 km, a base de mingas, así como la que se dirigía hacia el Oriente por el abra natural del río Chingual, que conducía a La Bonita y debía seguir a Puerto Libre o La Barquilla en el Aguarico. ( Horacio de Heras, Historia de la Provincia Carmelita del Ecuador, Barcelona, Impregnatur, 1978, p. 108)
Esta gran labor permitió al pueblo un gran nivel de crecimiento y desarrollo, y los habitantes de El Pun en julio de 1950 pidieron al Municipio de Tulcán cambiar el nombre de El Pun por el de El Carmelo, asunto que se concretó el 17 de enero de 1955 y se publicó en el Registro Oficial 720, del 20 de enero del mismo año.
La población de El Carmelo bordea ahora los 3 100 habitantes, distribuidos en siete comunidades: Florida Alta, Cartagena , El Frailejón, Playa Baja-Buena Vista, Playa Alta, El Capulí y El Aljún-Agua Fuerte.
*Doctor en Historia. Investigador especializado en temas nacionales.