Cuando tenía 37 años, en el 2013, a Ana Cobo le detectaron cáncer de mama. Ella recuerda que tres años antes ya había sentido un pequeño bulto en su seno, pero los médicos le dijeron que no se preocupara.
Saliendo de un divorcio, con dos hijos de 17 y 13 años, y sin empleo, Ana decidió venir a Quito de La Maná (Cotopaxi). En la capital se realizó unos chequeos que confirmaron que los nódulos que sintió eran cancerosos.
“Recibir esa noticia me derrumbó, yo sola con mis hijos, sin trabajo y además con cáncer. Pensé ¿y ahora qué hago?, ¿por qué a mí?”, menciona Cobo.
Tras cuestionarse porqué le había tocado a ella decidió enfrentar la enfermedad y con el apoyo de sus hijos y hermanos logró una favorable recuperación.
Ana recuerda que antes de que le practicaran una mastectomía radical, pasó por quimioterapias y radioterapias. El perder su cabello y los malestares que le causaban ambos tratamientos, no solo la afectó a ella, también a sus hijos.
A pesar de que todo parecía estar en su contra, Cobo señala que rendirse no era una opción y por ella, sus hijos y su familia emprendió una batalla que le cambió la vida.
“Uno da por hecho muchas cosas, pero solo cuando la vida está en riesgo, cuando no sabes si puedes morir, valoras hasta lo más pequeño”, dice.
¿Por qué a mí? Esa no era la pregunta correcta, agrega Ana. La pregunta adecuada era ¿para qué? El largo tratamiento que tuvo le permitió conocer a personas que le dieron la mano y desde hace ocho años colabora con la Fundación Jóvenes contra el Cáncer.
Allí trabaja en el call center en donde cada día conoce historias como la suya. Mujeres que no saben a quién acudir cuando reciben la noticia, mujeres desesperadas que lo ven como una condena a morir. Esa ha sido su oportunidad de ayudarlas y con su experiencia demostrarles que se puede vencer a la enfermedad.
“Ahora sé que mi misión es guiar y ser el soporte de quienes tienen cáncer de mama”, dice.
‘Cáncer, te metiste con la mujer equivocada‘
Después de pasar el shock que le causó recibir la noticia que tenía la enfermedad, Claudia Godoy, de 48 años, se dijo a sí misma: “cáncer, te metiste con la mujer equivocada”.
Afrontar el cáncer de mama de una manera más positiva le ha ayudado a lidiar con la mastectomía, las quimioterapias y radioterapias que implican el tratamiento.
Claudia recuerda que al inicio no creía que padecía la enfermedad porque siempre fue constante en sus chequeos y al parecer todo estaba normal. “Un año todo iba bien y al otro me dijeron que tengo cáncer”.
Al principio fue una pesadilla de la quería despertar. Godoy comenta que solo pasaba llorando y no tenía ánimos de hacer nada, y es ahí cuando el apoyo de su familia fue clave. También la fundación le brindó ayuda psicológica porque cuando le hicieron la mastectomía, Claudia se sentía incompleta.
En dos años el cáncer cambió su vida. A pesar de que hay días complicados, la mujer señala que la enfermedad le enseñó que cada día es una nueva oportunidad para ser feliz.
“No tenemos la vida comprada, el cáncer no discrimina ni condición social, ni edad. Conozco chichas de 20, 22 años con la enfermedad”, agrega.
Para Claudia todo el dolor que soportó en estos dos años ha valido la pena porque ahora siente la satisfacción de que es una guía, una ayuda para mujeres que empiezan la lucha contra el cáncer.
Ana y Claudia coinciden en que el cáncer no es sinónimo de muerte, más bien es sinónimo de lucha y de fuerza.
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