Tras asesinato de Javier Viteri se debate sobre el riesgo que corre la población Lgbti

Imagen referencial. La víctima tenía fotos en las que aparecía con la bandera de la comunidad Lgbti. Foto: Pixabay

Imagen referencial. La víctima tenía fotos en las que aparecía con la bandera de la comunidad Lgbti. Foto: Pixabay

Imagen referencial. La víctima tenía fotos en las que aparecía con la bandera de la comunidad Lgbti. Foto: Pixabay

El asesinato de Javier Viteri, joven de 22 años del cantón Arenillas, en El Oro, genera indignación y debate. La Policía habló de un robo agravado. Sin embargo, para activistas y población Lgbti (Lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales), la motivación es el odio.

Javier era un chico gay. En una de sus fotografías, él aparece con las mejillas pintadas con los colores del arco iris, que representan la diversidad sexual. Sostiene un cartel, en donde se lee: “El odio, los prejuicios y la discriminación se combaten con amor”.

La noche del 27 de mayo del 2020, hace nueve días, fue asesinado en su departamento. La autopsia reveló que recibió 89 puñaladas en la espalda, abdomen, cuello y tórax.

Un sospechoso fue detenido y puesto a órdenes de las autoridades. Se trata de Hilmar C. quien fue aprehendido dentro del fuerte militar del cantón Arenillas, tras las primeras indagaciones policiales.

El 1 de junio pasado, la Asociación Silueta X publicó en su cuenta de la red social Facebook un comunicado sobre el crimen. En ese documento se señala que entre Javier y el presunto agresor existió una comunicación vía mensajes.

El documento habla de la llegada de Hilmar C. a la casa de Javier y de que “tan solo en 30 minutos” fue asesinado. Por las circunstancias en las que habría ocurrido el hecho piden la pena de 26 años de cárcel por considerarlo un crimen de odio ejecutado con saña.

Para Jorge Betancourt, de la Fundación Verde Equilibrante, este caso vuelve a poner sobre sobre la mesa la necesidad de que la justicia se base en derechos pero con una perspectiva de género.

“Así se puede dar cumplimiento a la igualdad no solo en lo formal sino en lo material. Se podrían judicializar temas como los crímenes de odio por orientación sexual o identidad de género”, afirma Betancourt.

Si bien, un asesinato es la expresión más extrema de un tipo de violencia, no es el único riesgo o discriminación a las que está expuesta la población Lgbti. Betancourt habló de la realidad económica de los integrantes de comunidad y sus desventajas en el sistema educativo, como ejemplos.

Efraín Soria, presidente de la Fundación Equidad, opina que lo que aconteció con Javier Viteri es “algo que le puede pasar a cualquier persona de la diversidad sexo-genérica”.

Soria señala que aunque en la Ley se hable de una avanzada igualdad para su población, en la realidad eso no se lo vive así. “Obedece a que somos víctimas de una sociedad machista y homofóbica”.

El principal de la Fundación Equidad dice que la violencia en contra de la población Lgbti se vive en diferentes espacios y momentos. Señaló como ejemplo a la familias que ejercen violencia en contra de sus hijos por su orientación sexual o identidad de género.

Par Rashell Erazo, de la Fundación Alfil, lo importante es trabajar en educación. Comenta que las organizaciones de la sociedad civil intentan trabajar en estos temas. Sin embargo es el Estado el que tiene la obligación de promover acciones para enfrentar la violencia.

Erazo, mujer trans, manifestó que una forma de naturalizar la violencia en estos casos es culpar a la víctima. En el caso de Javier se ha dicho que no debía dejar entrar a alguien desconocido a su casa. “Nadie le permite el ingreso a su casa a una persona para que la mate”.

Los tres activistas concuerdan en que la solución para combatir el odio, ese que Javier planteaba enfrentar con el amor, es también la educación.