La obra performática protagonizada por León Sierra y María Belén Moncayo se presentará hasta febrero en la Creperola. Foto: Paúl Rivas
Para Malva Malabar (León Sierra) y María Belén Moncayo la farsa es la única posibilidad que queda para hablar de lo que pasa en la vida política, social y cultural del país.
Entre tacitas de té, una buena tarde, estas dos entrañables amigas decidieron montar una obra performática para hablar de todos los que están a su alrededor; desde políticos de altas esferas, intelectuales, actores culturales, hasta medios de comunicación y amigos íntimos.
En términos quijotescos, en ‘Sociali-Té, una farsa políticamente incorrecta’ no queda títere con cabeza. Malabar y Moncayo, inclusive, se burlan de sí mismas y de sus circunstancias.
En código de chisme, esta pieza escénica que se estrenó ayer en la Creperola del Teatro y que estará en cartelera durante los próximos cinco miércoles, funciona como una válvula de escape para sus protagonistas, pero también como un espacio para interpelar al público sobre lo que pasa en el país. Algo que para Moncayo es digno de examinar, reflexionar y criticar desde el humor.
Cuando a Moncayo se le cruzó por la cabeza la idea de armar este montaje, la única persona en la que pensó para que estuviera junto a ella en escena fue León Sierra y su personaje de Malba Malabar, un proyecto performático que este actor y dramaturgo creó como crítica al machismo.
En ‘Sociali-Té’ muchas de las personas de las que se habla tienen nombre y apellido, a otras se las menciona a través de metáforas y a otras simplemente se las descartó porque no querían darle espacio.
A pesar de que Malabar y Moncayo son muy buenas amigas, a lo largo de la obra aparecen fricciones; sin embargo, las dos tienen claro que el fin de su larga conversación es la activación de la desobediencia civil para que las demandas salten de las redes sociales al espacio público.
Sierra y Moncayo se definen como unas verdaderas socialités de la ciudad. “Somos las personas -dice León- que hacemos reír a nuestros amigos políticos, intelectuales y activistas. No es tan lindo ser siempre el payasito de la corte pero lo disfrutamos”.
Para que la propuesta de ‘Sociali-Té’ se expanda a otro lenguaje Moncayo y Sierra dicidieron incorporar a su grupo de trabajo a Daniel Gudmundsson y Daniela Sánchez, parte del Estudio de Actores.
Ellos fueron los encargados de armar la propuesta visual de la obra. Para Sánchez los videos que se van a proyectar durante la tertulia sirven para agrandar la farsa de la que son parte Malabar y Moncayo.
Con la proyección de estas imágenes también se busca que el espectador se familiarice con los personajes de los que se habla. “Con estas imágenes nos burlamos de los actores y de lo que ellos representan en la obra”.
El director y actores de esta obra concuerdan en que la tecnología ha hecho que las relaciones personales se distorsionen. En una parte del diálogo se menciona que lo que se ve y se publica en una pantalla no es siempre la verdad: está magnificado, minimizado o pasado por uno o diez mil filtros.
León y Moncayo se hacen eco de lo que dijo el escritor alemán Thomas Mann respecto a que una crítica que al mismo tiempo no es una confesión no sirve. Los protagonistas de Sociali-Té cuentan a quienes han abandonado y a quienes los han dejado por las circunstancias políticas de los últimos nueve años.
Junto a ‘Un enemigo del pueblo’ esta obra se une a las escasas propuestas escénicas que en los últimos años han decidido interpelar al poder desde el quehacer artístico.