La sinfónica de Jaramijó una realidad cultural en un pueblo de pescadores artesanales

Los músicos de la orquesta sinfónica de Jaramijo ensayan de lunes a jueves en  el salón de la ciudad del Municipio de Jamarmijó de la mano del director Carlos Durango.  Foto: Patricio Ramos/ EL COMERCIO.

Los músicos de la orquesta sinfónica de Jaramijo ensayan de lunes a jueves en el salón de la ciudad del Municipio de Jamarmijó de la mano del director Carlos Durango. Foto: Patricio Ramos/ EL COMERCIO.

Los músicos de la orquesta sinfónica de Jaramijo ensayan de lunes a jueves en el salón de la ciudad del Municipio de Jamarmijó de la mano del director Carlos Durango. Foto: Patricio Ramos/ EL COMERCIO.

Los sonidos de flautas, bajos, trompetas, violines, saxofones, guitarras, baterías, piano entre otros instrumentos musicales inundan en salón de la ciudad en la zona urbana del cantón Jaramijó, en el centro de Manabí. Ese lugar antes exclusivo para programas de orden político y reuniones de la comunidad, es desde el 2007 el sitio donde se respira cultura y arte.

En el inmueble amplio y con buena acústica, 60 jóvenes que forman parte de la sinfónica de Jaramijó ensayan de lunes a jueves. Bajo la supervisión y los consejos del profesor colombiano Carlos Durango, los músicos, de entre 10 y 22 años de edad, se preparan semana a semana desde el 2007 cuando inició el proyecto de la sinfónica. Para perfeccionar su arte, plasmado en la interpretación de obras musicales nacionales y extranjeras, practican ocho horas a la semana.

El 'profe Carlos', como le dicen de cariño los chicos de la sinfónica, cuenta que los ritmos que predominan en Jaramijó son cumbia, merengue y además la música popular que está enlazada al sistema de vida de los pescadores.

“Para no romper esos esquemas y para que los chicos se sientan identificados, en principio se adaptó a estos ritmos musicales el toque de la sinfónica, luego incursionamos en los temas locales como el célebre pasillo Manabí”, afirma Durango. En un ensayo la semana pasada, Durango repartió su tiempo en el día una iglesia cristiana de Manta y por la noche fue a Jaramijó.

Cuando empezaba a caer la tarde, este colombiano que vive 11 años en Ecuador y que formó parte de varios proyectos musicales entre ellos la orquesta de Don Medardo y sus Players, se dirige presuroso a Jaramijó. Su esposa, Rosi Jiménez, le ayuda en todo el proyecto de la sinfónica. Ambos creían en el potencial musical que fue saliendo poco a poco entre los niños, adolescentes y jóvenes de Jaramijó.

En Jaramijó los temas rocoleros se escuchan en todo el poblado pues al ser una caleta de pescadores artesanales, los hombres de mar cuando regresan de sus faenas de pesca se entretienen escuchando esos ritmos llenos de melancolía, asegura Durango.

Cuando se inició con el proyecto de la sinfónica causó sorpresa, comenta Doris Bailón, funcionaria municipal y madre de uno de los chicos de la orquesta. El apoyo del Cabildo, según Bailón, consistió en facilitar los instrumentos y el director, ello permitió que los niños, adolescentes y jóvenes a descubrieran su talento.

La sinfónica hizo su primera presentación hace seis años en el festival de la chicha, que se desarrolla cada agosto en Jaramijó. También se presentaron en una visita presidencial al poblado, recuerda Durango.

Luego, los esfuerzos se enfocaron en mejorar el trabajo en los músicos que tocan instrumentos de viento. Después de varias presentaciones en Manabí, la sinfónica de Jaramijó fue invitada a un festival sinfónico en Colombia. La gira fue en junio y recibieron muchas felicitaciones, asegura Ider Reyes padre de uno de los integrantes de la orquesta.

“Fue algo único, no podíamos creer que la respuesta a tantos años de trabajo estaba ahí”, cuenta Esteban Bailón un saxofonista de la sinfónica. “Tuvimos la oportunidad de viajar fuera del país -continúa- y recibimos muchas expresiones de felicitación, en Manabí nadie pensaba que en Jaramijó había talento”, asegura Bailón.

De los 60 chicos que iniciaron la sinfónica algunos ya superan los 20 años. Para que no se dispersen, sigan juntos y no dejen su arte, Durango formó un mariachi. “Hay buenas voces, buenos músicos y así nació Jaraguay, el mariachi de Jaramijó”. Todas las semanas están de gira en Manabí, pues los llaman para presentaciones pagadas, ahora esa se ha convertido en una forma de vida para ellos.

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