El sábado pasado, las mujeres shuar participaron en el concurso de cerbatanas y apuntaban a un gallo. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
No es un simple ritual. La Fiesta de la Chonta es la celebración más importante del pueblo Shuar en la Amazonía. Evoca el final de la cosecha y se realiza en agradecimiento a la Pacha Mama, por la producción anual del uwi o chonta.
Entre el jueves y el sábado pasados, el centro shuar de El Kiim, perteneciente al cantón Yacuambi, en la provincia de Zamora Chinchipe, vivió la Fiesta de la Chonta y la Chicha. En la celebración hubo rituales, baños ceremoniales, danzas, juegos ancestrales y hasta comidas típicas.
En los tres días, los shuar mostraron todo el proceso de la chonta. Es decir, desde la preparación de la tierra, para la siembra, el cuidado de las plantas, la cosecha hasta la elaboración de la chicha como su bebida típica y la creación de artesanías con sus semillas.
Según Washington Tiwi, presidente de El Kiim, el uwi es el fruto sagrado de la mitología shuar. Con esta celebración, agradecen por la vida y piden más producción para el siguiente año.
El pueblo guarda respeto por la chonta. Los nativos creen que si no organizan la fiesta, en ese año sucederá una tragedia. Para participar siguen ciertas reglas, como mantenerse en abstinencia sexual por lo menos un día antes de la fiesta.
Otra creencia es que los perros y gallinas no pueden comer la corteza de la chonta -que por lo general se coloca en las huertas– porque también puede atraer a una desgracia.
Esta fiesta también es motivo de unión y reencuentro familiar, dice Vicente Unkuch, vicepresidente de El Kiim. Así, el viernes pasado arribaron miembros de los vecinos centros shuar de Kurintza y Washikiat, para los juegos tradicionales. Las mujeres participaron en la lanzada de la cerbatana, y los niños pasaron por un palo delgado suspendido en el aire, mientras que los jóvenes hicieron el rajado de la leña. Todos vistieron su traje típico.
También hubo un concurso gastronómico sobre la preparación de la chonta, del ayampaco -con peces nativos- y otros envueltos con hojas de plantas. Los niños y adolescentes llamaron la atención con los más de 200 pasos de danzas típicas shuar, que se relacionan con la naturaleza.
El foro sobre mitos, leyendas y cantos, contados por los más antiguos y sabios, despertó la atención. Allí se dijo que, antiguamente, antes del proceso de masticado de la chonta para preparar la chicha, se seleccionaba a las mujeres y se hacía el lavado de la dentadura con plantas medicinales.
Actualmente, casi no utilizan la técnica del masticado del fruto, sino molinos manuales con los cuales convierten la fibra en una especie de pasta. Otro tema que se abordó es que antes de que empezara la cosecha, los hombres tejían las changüinas o canastos de fibras vegetales, que utilizaban para recoger los frutos.
El sábado, la fiesta empezó con un ritual a las 05:00, con Margarita y Rufino Tiwi, dos de los nativos más antiguos de El Kiim. En este acto, 20 niños bebieron el agua de guayusa y a los pocos minutos la arrojaron, como parte de un proceso normal del organismo.
Al término, los jefes de familia -en una gran minga- prepararon la chicha. Unos lavaron la chonta, otros la cocinaron en leña, pelaron y molieron. Esa sustancia pastosa fue envuelta con majado de guineo, como endulzante natural, y le colocaron fermento.
Otro grupo se dedicó a preparar la comida comunitaria, un envuelto de pollo que se repartió entre todos los presentes, incluidos turistas extranjeros. La chicha fue el eje de las danzas. Fue colocada en bateas grandes en la cancha comunitaria. Alrededor de estas, y por más de cinco horas, los niños y los adultos danzaron formando rondas.
Quienes participan de este acto no pueden abandonar el baile hasta el final, y si lo hacen se auguran malos días, solo pueden descansar durante pocos minutos, dice Margarita Tiwi. “Todo eso lo aprendimos de los antepasados y lo mantenemos como parte importante de nuestras vidas”.
La celebración de la chonta culminó a la medianoche, en la comunidad El Kiim.