Estudios muestran que seguidores de programas como ‘Dr. House’, ‘ER’ o ‘Greys Anatomy’ subestiman la gravedad de dolencias comunes, como diabetes e infartos.
Probablemente no sea un caso para el doctor Gregory House, pero para investigadores en comunicación es un hecho tan desafiante como los que el irascible médico televisivo recibe en su hospital.
Según un estudio publicado en julio en la revista Human Communication Research, los televidentes más asiduos a series médicas tienden a subestimar la gravedad de patologías de alta incidencia en la vida real, como enfermedades cardiovasculares y diabetes, y su visión sobre el cáncer suele ser más pesimista que la de quienes están menos expuestos a la TV.
“Esta diferencia se explica porque los primeros ven guiones que destacan incertidumbres y resultados fatalistas de los casos médicos, mientras que reciben escasa información sobre prevención”, dice a diario El Mercurio Jan Eun Chung, profesora de la Escuela de Comunicación de la Universidad Howard (EE.UU.) y autora del estudio. Este se basa en entrevistas hechas entre 2007 y 2009 a 11 555 estadounidenses que veían en promedio de 6,9 episodios mensuales de las series Grey’s Anatomy, House, o E.R.
Mortandad televisiva
La distorsión de los televidentes se debe en gran parte al exceso de cuadros inhabituales que aparecen en las series, en desmedro de las enfermedades crónicas o comunes que los médicos suelen atender. Así lo señala el estudio “Si debes hospitalizarte, la televisión no es el lugar”.
Tras analizar una temporada completa de las series E.R., Chicago Hope y Grey’s Anatomy, su autor, Amir Hetsroni, profesor de la Escuela de Comunicación de la U. Ariel (Israel), detectó que los diagnósticos más frecuentes en la pantalla chica solían ser dramáticos y visibles, como envenenamientos, traumas y heridas (20%) o trastornos mentales (8,5%), los que en hospitales estadounidenses solo corresponden al 5% y 3% de los casos, respectivamente. Además, determinó que la mortalidad entre los pacientes televisivos era nueve veces mayor que en la vida real (17,5% vs. 2%).
Hetsroni señala que no hay una voluntad de los productores de engañar a los televidentes, sino que “para entretener y capturar la atención de las audiencias, se debe seguir una estructura dramática que no necesariamente coincide con la idea de transmitir mensajes de prevención”, dice a diario El Mercurio.
A Chung le preocupa que “la visión fatalista de quienes ven más estas series reduzca sus posibilidades de buscar ayuda profesional o ser más activos en la atención de salud cuando sus seres queridos se enferman”.
Para los médicos reales, sin embargo, el mayor efecto sobre quienes llegan a consultar es una distorsión de la noción del tiempo en el quehacer médico. “Lo más frecuente es que la gente espera tener muy rápido un diagnóstico o una evolución del paciente, porque en las series esas cosas se resuelven en 40 minutos. Pero en la vida real se puede estar días o meses enfermo y en ese lapso vamos evaluando si hay recuperación o no”, dice Marcelo Gálvez, jefe de Radiología de la Clínica Las Condes.
Algo similar observa Gonzalo Sáez, urólogo del Hospital Clínico de Magallanes, en Punta Arenas. “En House pueden decidir en dos horas que un antibiótico no está haciendo efecto y lo cambian por una quimioterapia, que en dos horas se dan cuenta de que tampoco funciona. Eso da una sensación de inmediatez que en medicina rara vez se da”.
Lo que no se vio
Además de un exceso de patologías inhabituales, en las series de TV ocurren situaciones que jamás se verían en un verdadero hospital. “Los protagonistas hacen de todo: el internista opera, hace exámenes de rayos o toma biopsias. En la vida real eso lo hacen distintos especialistas y la toma de decisiones no reside en tan pocas personas”, ejemplifica Marcelo Gálvez.
Familiares que irrumpen en pabellón, pacientes que entran a un resonador magnético con objetos metálicos o acciones derechamente antiéticas o ilegales, como indicar medicamentos para probar si funcionan o no, son otros ejemplos. “Si House fuera real, ¡las demandas que tendría no lo dejarían trabajar!”, sentencia el radiólogo.