En el parque central, Teresa Quizhpe (der.) explicó a los estudiantes sobre el símbolo de la chakana andina. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
Akakana es un término kichwa que significa “aquí estamos”. Con ese nombre se oferta el turismo vivencial en la parroquia lojana de San Lucas.
Este sector cuenta con un importante legado de la cultura kichwa y sus habitantes conservan sus costumbres y tradiciones. El emprendimiento empezó en el 2014 para promover la identidad y dinamizar la economía local.
El proyecto surgió luego de que 20 personas fueran capacitadas en hospitalidad, relaciones humanas, atención al cliente y manipulación de alimentos. Tras ese proceso, cuatro jóvenes crearon hace un año una operadora turística y vincularon a 24 familias de las comunidades de Pichi, Ciudadela, San Lucas centro, Moraspamba y Pueblo Viejo.
Ellos cuentan con talleres artesanales, espacios para hospedaje, huertos y preparan comida. En estas actividades promueven el cuidado del entorno y el rescate cultural.
En abril pasado, Akakana recibió 45 visitantes y el año pasado tuvieron un promedio de 30 turistas al mes.
El sábado pasado, seis estudiantes de Turismo de la Universidad Técnica Particular de Loja y la docente Patricia Armijos conocieron este emprendimiento. Fue una jornada de aprendizaje e intercambio de conocimientos.
Nelson Gualán y Teresa Quizhpe, socios de Akakana, dieron la bienvenida al grupo con una breve explicación sobre las riquezas de la parroquia y los cinco paquetes turísticos que ofrecen al turista.
Los estudiantes escogieron la alternativa denominada Ranti–Ranti, término kichwa que significa voluntariado. Ellos aprendieron sobre el fortalecimiento organizacional, prácticas agrícolas, nutrición, medicina natural y algunas palabras en kichwa.
A Jéssica Torres y Selene Benavides, ambas de 18 años, les llamó la atención cómo la forma de vida indígena gira en torno a la cosmovisión andina. Es decir, con principios de reciprocidad, armonía y el respeto a la Pachamama.
Los estudiantes caminaron por los huertos, talleres de tejidos y por el parque central donde se destaca una chakana andina y un colorido mural de los cuatro raymis, que celebran los indígenas.
La emprendedora María Saca, de 56 años, ofreció a los visitantes un almuerzo, que consistió en una crema de zanahoria, choclos, habas y arvejas. También hubo cuy con papas, ensalada de col y horchata.
Para la visitante Tamara Rueda, toda la comida estuvo “exquisita y saludable”.
Según el saraguro Nelson Gualán, el paquete Ranti-Ranti es preferido por quienes tienen vocación de servicio y buscan aprender sobre los pueblos andinos.
Otro paquete turístico lleva el nombre de Runa Mikuy y se centra en la gastronomía vivencial y consiste en cultivar la tierra con prácticas como arar, sembrar, cosechar y preparar un plato típico.Esta opción puede complementarse con el Kaymi Kanchik (esto somos), que es un espacio para conocer sobre la historia de Tambo Blanco, la cultura Saraguro y entender los saberes ancestrales en la medicina y arquitectura.
La salud y el bienestar de los visitantes es el cuarto servicio de Akakana. Ellos utilizan espacios del bosque Corazón de Oro y de los cerros de Akakana y Fierro Urko para los baños ceremoniales de purificación.
El sábado pasado, Teresa Quizhpe explicó a los universitarios que en esos bosques nativos nacen las fuentes de agua, “que dan energía, alimentos…”.
La quinta opción es Runa Wasi (bioconstrucción). El visitante participa en una minga. En ese espacio la construcción se ejecuta, mediante el uso de técnicas ancestrales y materiales de bajo impacto ambiental como el abobe y bahareque. Luego participan en una comida comunitaria.
El costo por persona oscila entre USD 36 y 42 por día y depende del número de visitantes. En este valor se incluye el hospedaje, la alimentación y la guianza. Hay siete familias que ofrecen hospedaje en sus casas. Ellos adecuaron un dormitorio con baño.