En Argentina, las celebraciones continúan pero de manera virtual a causa de la cuarentena impuesta por el coronavirus. Foto: AFP
La cuarentena por el coronavirus que rige desde el 20 de marzo en Argentina empujó a la quiebra a cientos de salones de fiestas, reinventó a otros y abrió un abanico de celebraciones virtuales, opción que va camino a trascender la pandemia.
“Al principio fue un shock, había inaugurado dos nuevos locales con mucha inversión”, cuenta Lionel Mariani, empresario con 20 años en el sector.
Dueño de cuatro salones de fiesta en la capital argentina, Mariani reconvirtió uno en verdulería y sus 20 empleados -antes animadores o sonidistas– ahora entregan pedidos a domicilio.
Casi un millón de personas trabaja en este sector en Argentina, según la cámara que agrupa a los salones de eventos. Muchos más si se considera a todos los rubros comprendidos: desde catering hasta arreglos florales y animación.
Mientras muchos se rindieron tras casi tres meses de ‘parate’, otros como Mariani resisten.
En el mayor de sus salones para fiestas infantiles en el barrio de Caballito, los cajones de verduras se apilan junto al toro mecánico y el castillo inflable.
“No creo que se pueda volver a festejar como antes”, opina este empresario que piensa “aguantar hasta octubre” mientras sus deudas crecen.
“ Seremos de los últimos rubros habilitados, si es que volvemos. ¿Y cómo sería un cumpleaños, envolviendo a cada niño en plástico?, hasta que no haya vacuna no habrá fiestas”, se resigna.
Por lo pronto resolvió que seguirá con la verdulería y conservará un salón “por si acaso”.
El mago argentino Gustavo Pintos, conocido como ‘Mago Kaphu’, posa en su casa el 5 de junio de 2020, antes de actuar en una fiesta de cumpleaños celebrada virtualmente en la provincia de La Rioja, a unos 1170 km al noroeste de Buenos Aires, Argentina. Foto: AFP
“Hay quiebras”
La cuarentena es más estricta en la capital argentina y su periferia, con el 85% de los más de 25 000 casos de coronavirus registrados en este país con 44 millones de habitantes.
Aunque algunas actividades comerciales fueron permitidas, las reuniones sociales y los espectáculos siguen vedados.
Pese a la asistencia del Estado, la situación llevó al límite a una economía en recesión desde 2018.
“Hay quiebras”, advierte Silvia Amarante, presidenta de la cámara que agrupa a los salones. “Mientras esperamos que pase la pandemia, muchos quedarán por el camino, hasta 2021 no regresaremos”, lamenta.
Festejos virtuales
Mientras tanto los festejos de cumpleaños o bodas saltaron a las pantallas.
Desde su casa en un barrio de Buenos Aires, Gustavo Pintos, recibe a los invitados en su computadora, saluda al cumpleañero e inicia su rutina como el mago Kaphu.
Esta tarde su público está a 400 km de distancia, en la ciudad de Mar del Plata.
“Nunca había hecho esto, no es lo mismo tener al público presente”, dice este mago con 25 años de experiencia.
“Al principio me resistía, pero ahora hago tres shows por día, se abrió un horizonte de trabajo inimaginable antes de la cuarentena”, dijo Khapu a la AFP .
Para él igual que para Any González, actriz y animadora infantil, es un nicho en ciernes.
“Ahora no tengo límites”, dice Any que ha sido contratada para hacer shows de cuentos con su títere ‘Lupe‘ desde otros países.
Para adecuarse a la virtualidad invirtió en equipo y montó un ambiente donde ofrece shows con agenda completa.
“Trabajo mucho más que antes” cuenta. “Las familias quieren ahuyentar el drama y festejar como sea”.
La oferta es variada y para todos los bolsillos, desde un breve saludo virtual, un cuento con títeres o una hora completa de animación.
Gabriel Valino, que desde hace 25 años es el payaso Pirucho dice que las contrataciones bajaron para él un 50%, pero que aún así suma unos 30 shows virtuales por mes.
“Es una inversión. Sé que no volverán los festejos en salones porque, aún sin coronavirus, esta modalidad es más barata para las familias que van a quedar sin un peso”, predice.
Mientras una animación virtual ronda los 2 000 pesos (USD 28) un cumpleaños infantil en un salón costaba diez veces más y una boda podía ir más allá de los USD 10 000 antes de la cuarentena.
La bailarina argentina Natasha Szuka usa la computadora antes de enseñar baile sexy en silla en su casa de Buenos Aires durante una fiesta celebrada virtualmente, en medio del bloqueo impuesto por el gobierno contra la propagación del covid-19. Foto: AFP
Solo adultos
También en el renglón de aniversarios de adultos la virtualidad está en auge, según Natasha Szuka que anima shows para mujeres con clases de ‘strip-dance-chair’ y ‘pole-dance’.
En su sala convertida en discoteca entre espejos y luces de neón, Natasha se contornea en un caño o anima a las participantes a imitar sus movimientos en una silla.
“Enviamos a la agasajada una caja con una boa de plumas y un sombrero para la performance”, explica mientras se prepara para su show virtual.
“Esta alternativa llegó para quedarse, ahora cualquiera está a un ‘click’ de festejar”, asegura.