Alberto Baldeón tenía cirrosis biliar primaria (una enfermedad autoinmune que hace que las vías biliares del hígado bloqueen el paso de la bilis y dañen las células hepáticas). “Me esperaba la muerte en dos años”, dice. Trece meses esperó por un hígado, pero hace cinco vive con un órgano trasplantado.
Es una de las 39 personas del Programa de Protección Social (PPS) que ha recibido un hígado en el Hospital Metropolitano desde que esta entidad firmó un convenio con el Ministerio de Salud, en 2009. Por el acuerdo los pacientes no pagan nada, pero el Estado corre con los gastos.
Los grandes trasplantes (hígado, médula ósea y corazón) se hacen en la red privada. El Hospital Metropolitano, de Quito, y la Clínica Kennedy y el Hospital de Solca, de Guayaquil, son parte de esta red. Un trasplante de corazón cuesta unos 35 000 dólares y el de hígado 110 000.
Lo más costoso son los materiales para preservar los órganos como la solución Custodiol. Cada litro cuesta USD 500 y usualmente se usan 10 litros en cada cirugía.Los trasplantes exigen un funcionamiento óptimo de cuidados intensivos, quirófanos, farmacia y laboratorio de las unidades médicas.
“El trasplante es la expresión de que todo en un hospital funciona bien”, dice Diana Almeida, directora del Organismo Nacional de Trasplantes de Órganos y Tejidos (Ontot). Frans Serpa, jefe del trasplante hepático en el Metropolitano, explica que él y su equipo de 50 personas trabajan 24 horas en un trasplante.
Este médico se traslada hasta donde esté el donante cadavérico para hacer la extracción. Mientras el receptor debe acudir lo más pronto posible al Metropolitano.
El paciente Baldeón desconoce el origen del órgano que recibió, la norma exige mantener la reserva del donante, pero cuenta que tardó dos horas en entrar al quirófano desde que le llamaron a las 09:00 de un sábado de octubre. Se despertó nueve horas después en terapia intensiva.
La administración de inmunosupresores para prevenir el rechazo al nuevo órgano es un tratamiento de por vida para los pacientes trasplantados. Esto también está financiado por el Estado. El costo mensual por paciente es de USD 600 a 1 500. De momento el país tiene el presupuesto (USD 2,7 5 millones tiene la Ontot para los siguientes tres años) para los trasplantes de las más de 500 personas que están en lista de espera.
Pero para que el sistema funcione hace falta que aumente la tasa de donantes. En Ecuador hay 2 donantes por cada millón de habitantes al año. Lejos de los 13 y 12 donantes por millón de habitantes de Argentina y Colombia.
La clave para incrementar las donaciones está en detectar la muerte encefálica. Esta lesión del sistema nervioso central se determina con pruebas de reflejos, de respiración y el test de atropina, que mide la actividad del nervio craneal neumogástrico o vago, que estimula los músculos laríngeos y faríngeos.
Todo hospital que tenga una cama con un respirador puede generar donantes.Por cada cama ventilada puede haber un donante al año, explica Javier Bermudes, coordinador regional de trasplantes de la Ontot.
En el Hospital Eugenio Espejo, por ejemplo, hay 24 camas con estas características. Pero este hospital, como el resto de unidades de la red pública capta más donantes que hace trasplantes. En el Espejo solo se hacen renales y de córneas. Estos últimos son los más frecuentes en el país.
Hay 21 unidades, entre públicas y privadas, acreditadas por la Ontot para este fin.
Pero la mayor parte de córneas son importadas, con un costo de USD 1 200 a 2 000 cada una. Este año ya se han importado 58 córneas, frente a 27 procesadas en el país para una lista de espera de 357 personas.
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