Cómo mejorar las cadenas de suministro de vacunas y equipos médicos

Un trabajador de la salud prepara una dosis de una vacuna contra el covid-19. Foto: EFE

Cuando Reino Unido sufrió el primer embate del coronavirus, yo no podía apartar la mirada de las estanterías vacías del supermercado de mi barrio, vacías debido a que la gente estaba haciendo acopio de bienes. Había leído cosas sobre las “compras de pánico” en otros países, pero no estaba preparada para presenciar esas escenas. Aquellas estanterías vacías se convirtieron en un recuerdo permanente de hasta qué punto la gente se asustó por el impacto de la covid-19, por el confinamiento y por el temor de no poder alimentarse a sí mismas y a sus familias mientras estuvieran encerradas en casa. En lo primero que pensé fue en una plaga bíblica de langostas. Era como si un enjambre hubiera irrumpido en la tienda y hubiera arrasado con todos los productos básicos de la compra familiar: harina, pasta, pan, rollos de papel higiénico y otros productos esenciales.

Otros recordatorios de la pandemia del coronavirus aún más visibles y tangibles fueron los frascos de gel desinfectante, la nueva experiencia de llevar mascarillas y el mantenimiento de la distancia social. Era nuestra obligación social y nuestra responsabilidad en la lucha contra el virus, y con ello conseguíamos reducir las tasas de contagios y de ingresos hospitalarios.

Haciendo una cola para comprar comida con mi hijo de trece años, mientras los clientes recibían instrucciones para entrar y salir de la tienda, él se fijó en la fila que se extendía a lo largo de todo el aparcamiento, en la distancia que los empleados trataban mantener, en las cestas y carritos higienizados y en las mascarillas que llevábamos todos. Me preguntó si alguna vez había visto algo así antes. Le contesté que no, y que esperaba no tener que volver a verlo.

Mientras que los geles desinfectantes y las mascarillas se vieron como esenciales y se hicieron obligatorios, el personal del comercio minorista tuvo que pelear para hacerse con equipos de protección individual (los EPI). Este problema también se hizo patente para los trabajadores sanitarios de primera línea de los hospitales y para los cuidadores que acudían a los domicilios de las personas mayores. La escasez de personal en los distintos sectores fue consecuencia de la escasa disponibilidad de EPI, pero también influyó que muchos trabajadores tuvieron que autoconfinarse tras resultar contagiados.

El miedo relacionado con la disponibilidad de alimentos y otros productos básicos era generalizado, y se daba también frente al acceso a la atención médica. También preocupaba que los hospitales no tuvieran suficiente personal y equipos EPI, medicinas, respiradores, oxígeno y vacunas para tratar adecuadamente a los enfermos de covid-19 (y el resto de urgencias médicas).

En India, hace poco, la escasez de oxígeno perjudicó gravemente los cuidados que los servicios de emergencias pudieron prestar a los pacientes de covid-19, y las camas de cuidados intensivos eran muy limitadas. Fueron surgiendo salas de aislamiento en vagones de tren a medida que en los hospitales se agotaba el espacio para atender a los pacientes.

Estudio las cadenas de suministros y la operativa sanitaria, y nunca había presenciado el fenómeno que se lleva produciendo entre 2020 y 2021. Y dado que a escala global se está llevando a cabo una de las mayores campañas de vacunación de la historia, también existe temor sobre el suministro de vacunas. Se ha considerado que los programas de inmunización son la salida a la pandemia, el modo de devolver a las sociedades y a las economías al punto en el que estaban. Pero el aumento de la demanda en un marco temporal tan reducido no tiene precedentes.

Rupturas de la cadena de suministros

Las interrupciones de las cadenas de suministros que provocaron la escasez de ciertos productos ya habían ocurrido en el pasado, pero el debate está en qué lecciones extraeremos de esta experiencia y en cómo cambiaremos nuestros métodos en consecuencia.

Fui la responsable de las cadenas de suministros de la farmacia de un gran hospital universitario a comienzos de la década de los 2000. Cosas como la escasez de ciertas medicinas o el tener que volver a pedir un producto por cuestiones relacionadas con su calidad eran muy habituales. Recibíamos alertas de organismos regionales y nacionales y tomábamos medidas para encontrar el lote afectado y, o bien devolverlo, o bien contactar con el proveedor para pedirle más stock. Los sistemas estaban siempre a punto para resolver adecuadamente estas cuestiones.

De vuelta a 2020, las mismas prácticas siguen vigentes, pero existen factores que han aumentado enormemente la frecuencia y la magnitud de este tipo de problemas. La globalización de las cadenas de suministros, el crecimiento de la importancia de estas dentro del sector farmacéutico, la gran expansión del mercado de los medicamentos genéricos (en el que estos ya no están sujetos a una patente y pueden ser producidos por otras empresas) que ha provocado que se trabaje con grandes volúmenes de medicamentos de bajo coste, como el paracetamol… Todo ello ha incrementado la complejidad de las cadenas de suministro farmacéuticas. A esto habría que añadirle, además, nuevos tratados comerciales (como los derivados del Brexit), la entrada en barrena del buque Ever Given en el canal de Suez (que implicó retrasos en las entregas) y, por supuesto, la pandemia. Tantos sucesos de tan alto impacto y que tienen la capacidad de disparar los riesgos, y todos ellos ocurridos en un mismo año, han provocado el caos en el suministro de medicamentos y de equipo asociado.

Los problemas que afectan a las cadenas de suministros son estructurales. La pandemia ha afectado a todas las cadenas, por lo que se han registrado interrupciones a gran escala en el suministro de productos esenciales para la actividad económica. Esto incluye medicamentos, madera, ropa o semiconductores para ordenadores y dispositivos electrónicos. En Estados Unidos, el deterioro del “industrial commons” (la capacidad nacional para producir bienes consumidos en el país) se ha considerado una de las razones de los citados problemas de las cadenas de suministros. Estados Unidos invocó la Ley de Defensa de la Producción para impulsar e impedir la deslocalización de la producción de vacunas, y con ello contribuir al esfuerzo nacional de vacunación contra la covid-19.

Unas premisas de producción industrial cada vez más flexibles y las prácticas just in time adoptadas por los productores (comprar las materias necesarias con el tiempo justo para elaborar el producto final, con el fin de evitar acumular stocks) han hecho que las empresas tengan stocks limitados para responder a un incremento de la demanda. Esto explica que durante un tiempo no hubiera rollos de papel higiénico en las estanterías de los supermercados. Tanto en la operativa de los hospitales como en otro tipo de operaciones del sector sanitario, la capacidad de acumular stocks viene determinada por las instalaciones de almacenamiento, cuyo espacio puede ser limitado, y por la confianza en que se producirán muchas entregas diarias para mantener los niveles de stock. Esto no suele causar problemas cuando la demanda del producto se mantiene relativamente estable. Sin embargo, la pandemia ha provocado un enorme aumento de la demanda a nivel global de muchos productos sanitarios, lo que en su momento explicó su escasez generalizada.

Hay una serie de prácticas que durante décadas fueron consideradas prudentes, como por ejemplo evitar que los activos estén vinculados a los stocks, o la generación de grandes cantidades de residuos, que sin embargo ya no son eficaces en el escenario actual. Si a esto le añadimos una globalización creciente y unas cadenas de suministros que tienden a ser más largas, y que además implican a un gran número de actores en muchos países, podría decirse que todo ello ha aumentado los puntos de vulnerabilidad.

La pregunta que debería plantearse es qué hemos aprendido de otras epidemias, pandemias y programas de vacunación. Desde una perspectiva médica, hay una serie de lecciones clave relacionadas con la investigación científica, la comunicación, la cooperación y la ética. Así, saber cuándo se debe compartir la información (cuándo, cómo y a través de quién) y en qué evidencias científicas se apoya; el trabajo en equipo (lo que implica a políticos, autoridades sanitarias, médicos, científicos y medios de comunicación), que debe enfocarse a facilitar la realización de todos estos procesos, y de llevarlos a cabo de la forma más ética posible.

El aumento de la demanda de EPI en Reino Unido ya fue prevista por el Ejercicio Cygnus, pero sus recomendaciones no fueron puestas en práctica al principio de la pandemia. El Ejercicio Cygnus fue un simulacro de la gestión de un brote de gripe en su punto álgido. Se realizó en 2016, a modo de un juego de guerra, y tenía como objetivo evaluar la capacidad de respuesta del país frente a una pandemia.

Las conclusiones del ejercicio apuntaron a que Reino Unido no estaba lo suficientemente preparado para afrontar las demandas extremas que implicaba una pandemia. Entre los ámbitos clave que mayor preocupación despertaron se incluía la falta de planes integrales de nivel táctico y la ausencia de previsiones para cubrir las demandas de cuidado social. El informe señalaba cuatro ámbitos de “aprendizaje clave” y otras 22 “lecciones identificadas”, que se enviaron al Gobierno como recomendaciones. Se mencionaba la necesidad de acumular stocks de EPI y de respiradores.

Las conclusiones del Ejercicio Cygnus deberían haber servido para trazar un esquema general que determinase la respuesta de Reino Unido frente a la pandemia de la covid-19. Pero, desgraciadamente, esas lecciones no fueron escuchadas, y solo cuatro años después se desencadenó el desastre.

Una cuestión de disponibilidad

Yo sabía que había problemas graves en la cadena de suministros farmacológica cuando en diciembre de 2019 fui a una farmacia en la que no había paracetamol. El paracetamol es un producto muy barato, como medicamento genérico se produce en grandes volúmenes, y por tanto debería tener una alta disponibilidad. Este mismo problema volvió a aparecer en marzo de 2020, cuando los stocks de paracetamol volaron debido a que mucha gente se automedicaba con ellos para combatir los síntomas de la covid-19.

El suministro de vacunas y medicinas durante la pandemia ha estado lleno de problemas. Las “compras de pánico” de muchos productos básicos generó un aumento de la demanda que, a su vez, llevó a un incremento de la capacidad de producción. Este cambio en los hábitos de los consumidores también dio pie a la comisión de prácticas criminales como la fabricación de vacunas falsas contra la covid-19.

También aumentó la preocupación por el impacto que tenía la escasez de EPI en los trabajadores sanitarios y por las muertes atribuibles a tal escasez.

En un intento por proteger a su población, India tomó medidas a lo largo de 2020 para prohibir la exportación de ciertos medicamentos utilizados para combatir los síntomas de la covid-19, como por ejemplo el paracetamol o el medicamento antiviral Remdesivir. Dado que India es el mayor fabricante mundial de medicamentos, el impacto de esta decisión fue considerable.

Buena parte del mundo tiene una enorme dependencia de países productores como India o China para surtirse de productos farmacéuticos; son puntos débiles de una cadena de suministros global que se rompió por el impacto de la pandemia. A India muchas veces se la ha considerado la capital farmacéutica mundial, el lugar donde siempre hay disponibles medicamentos baratos y de calidad. Pero a pesar de esto y del volumen de vacunas que también se producen en el país, India sigue luchando para frenar su propia escalada de contagios.

India y China han tratado de responder al aumento de la demanda de estos productos pese a estar afectados, además de por todo lo anterior, por la disminución de personal, los cierres obligados de ciertos centros productivos para limitar el riesgo de transmisión y por una serie de problemas que aún persisten para tener acceso a stocks y disponer de ciertas capacidades logísticas. Todo ello tuvo consecuencias para cadenas de suministro globales más amplias; provocó que la demanda se fuera a otros sitios y que la oferta no cubriera las necesidades del mercado.

Las cadenas de suministros de las vacunas suponen un gran reto debido a la complejidad del producto y a las dificultades derivadas de su distribución, reparto geográfico y a las necesidades de reaccionar rápido y priorizar suministros. Se trata de factores que fueron importantes en el proceso de toma de decisiones a la hora de elaborar las vacunas, diseñar los programas de vacunación y distribuir los suministros. La respuesta a la covid-19 consistió en crear 12 000 millones de vacunas hasta finales de 2021. Esto en parte se ha hecho sobre las infraestructuras previas, pero con el reto añadido de crear una vacuna efectiva (para coronavirus anteriores no se desarrollaron vacunas de forma tan rápida).

La carrera por la vacuna

Esta tarea descomunal ha sido posible gracias a la intensa intervención de los Estados, a la inversión en investigación y desarrollo y a la existencia de instalaciones de producción.

El desarrollo relativamente rápido de la vacuna contra la gripe estacional hizo que, cuando el coronavirus apareció, su vacuna se elaborara en un periodo de tiempo breve. El proceso de desarrollo de una vacuna puede dilatarse hasta diez años, pero una vez que la secuenciación genética del coronavirus estuvo completa, la creación de la vacuna pudo arrancar. La de Oxford/AstraZeneca se puso a la venta solo diez meses después.

Algunas epidemias tienen brotes año tras año debido a que las poblaciones afectadas no tienen acceso a los medicamentos y vacunas adecuados. Las enfermedades como la covid-19 no respetan fronteras. La cuestión, por tanto, está en lograr una distribución justa de los medicamentos y vacunas para evitar que aumenten las tasas globales de transmisión.

Los países que tienen acceso a las vacunas (ya sea a través de contratos o bien porque tienen capacidad de producirlas por sí mismos) han mostrado una gran tendencia a hacer acopio de ellas, al nacionalismo y al proteccionismo. Han limitado las exportaciones con el objetivo de proteger a sus habitantes o para cumplir con determinados contratos. Existe un mecanismo global para garantizar un acceso equitativo a las vacunas de la covid-19, el COVAX. Sin embargo, la iniciativa ha tenido menos éxito del esperado, y solo ha sido capaz de destinar el 0,3 % del total de las vacunas producidas a países de bajos ingresos. Además, de estas vacunas, el 75 % se han administrado a solo diez países.

Conseguir la equidad en lo relativo a las vacunas es un tema espinoso.

Innovaciones en una época de crisis

El acceso a los EPI, a los respiradores, al oxígeno y a otros equipos que necesitan los trabajadores sanitarios de primera línea para atender a los pacientes crearon inmensos problemas a este colectivo en todo el mundo. Se les expuso a un gran riesgo, al tiempo que se les confiaron los cuidados. La demanda de EPI fue tanta que se produjo escasez a nivel mundial; una situación que exigía una solución rápida. Entre 2020 y 2021 ha habido un gran incremento de la producción de EPI. Al principio las prioridades eran la seguridad y la funcionalidad, pero más tarde se fue adoptando un enfoque más dirigido a la sostenibilidad y el largo plazo. En esto momento se hace mayor hincapié en aumentar la seguridad y protección que ofrecen estos equipos.

La carrera por fabricar y proveer de artículos con mayor componente tecnológico, como por ejemplo respiradores, ha dado lugar a nuevas formas de cooperación empresarial y ha permitido mayores niveles de innovación. En España, surgieron en 2020 decenas de proyectos para diseñar respiradores artificiales de bajo coste y código abierto.

Algunas organizaciones respondieron a la necesidad urgente de proveer de productos que escaseaban. Así, ciertas empresas que jamás habían fabricado productos médicos o relacionados con la salud adaptaron sus procesos de producción para poder hacerlo. Brewdog, un fabricante de cerveza, demostró cómo ciertas empresas podían adaptarse al nuevo escenario cambiando sus procesos de fabricación para producir gel desinfectante de manos.

La innovación, la creatividad y la adecuada asunción de riesgos hizo que algunos países tomaran la delantera en lo relativo a las vacunas. Nada de ello fue fácil para la Unión Europea, que como consecuencia de ello sufrió retrasos en la entrega de sus suministros de vacunas; una situación que generó tensiones políticas con Reino Unido. La preocupación por su bajo ritmo de vacunación llevó a la UE a exigir al Gobierno británico que exportara vacunas de Oxford/AstraZeneca para reforzar su campaña de vacunación, algo a lo que Londres se negó. Y, mientras tanto, la frustración por la gestión de las entregas de vacunas llevada a cabo por la UE hizo que algunos de sus países miembros decidieran acordar su propio suministro de vacunas directamente con los fabricantes.

Pero mientras algunos países informaron de forma abierta sobre las vacunas que habían adquirido y en qué cantidades, no hubo demasiada transparencia sobre los calendarios de entrega. La ampliación de las fábricas para responder al aumento de la demanda de vacunas provocó retrasos en la producción y entrega de los stocks de Moderna, Oxford/AstraZeneca y Pfizer/BioNTech a comienzos de 2021.

La localización estratégica de instalaciones en las que se segmenta la producción (es decir, las vacunas se producen en varios lugares) puede limitar problemas como el riesgo de contaminación durante el proceso de fabricación. Además, con ello se aumenta la capacidad de resistencia de la cadena de suministros. AstraZeneca se decantó por diversificar ampliamente sus riesgos de producción, ya que para la elaboración de sus 2 900 millones de dosis de vacuna firmó contratos con 25 empresas en 15 países. A pesar de que en Estados Unidos había dos empresas implicadas en el proceso de fabricación de vacunas que compartían la misma fábrica, su producción se frenó debido a los temores a que se produjera una contaminación cruzada.

Cuando una pandemia golpea, existen otros materiales, como por ejemplo los viales de cristal o ciertos tipos de tubos y de bolsas de plástico, que también resultan esenciales. Con el aumento de la producción de medicamentos y equipos, ha llegado también una mayor necesidad de disponer de embalajes y receptáculos de almacenamiento. Estados Unidos volvió a invocar una de sus leyes para retener materiales básicos para su producción nacional de vacunas. Esta decisión pudo aumentar la escasez global de estos materiales, si bien las prohibiciones han sido levantadas recientemente. Otro cuello de botella del sistema, los momentos de rellenado y empaquetado, en los que el líquido de las vacunas se introduce en los viales y después en los envoltorios para su distribución, recibió hace poco un impulso por parte de empresas que han elaborado dispositivos de inyección que deberían ser capaces de aumentar los volúmenes de producción.

Lo que deberíamos hacer ahora

Si miramos al futuro vemos ciertos ámbitos donde se centran nuestras preocupaciones y en los que deberíamos hacer hincapié a la hora de diseñar nuestras cadenas de suministros, todo ello con el objetivo de lograr una mayor estabilidad y un mejor acceso a los suministros básicos.

Volver a los fundamentos. En el punto álgido de la pandemia ofrecer respuestas rápidas era la prioridad. Tras haber ido a marchas forzadas para sobrevivir y adaptarnos al nuevo escenario, y tras los esfuerzos para evitar que la economía naufragase, en este momento necesitamos evaluar cuál es el estado de las empresas y de las cadenas de suministros. Los cambios que han sufrido las estrategias, las prácticas y las relaciones con los proveedores, la introducción de nuevas tecnologías y la configuración ad hoc de las plantillas podrían no ser una buena solución permanente. Ahora es el momento de revisar y rediseñar todos esos procesos y sistemas.

Las empresas pueden analizar los productos que compran y el lugar donde se fabrican y simular escenarios de disrupción de la cadena de suministros para identificar y reforzar sus puntos débiles. Esto daría información sobre de qué productos habría que hacer acopio (debido a su escasez o a sus dificultades de transporte) y cuáles pueden ser adquiridos de forma local, lo que exigiría menores niveles de stock o un stock mínimo que siguiera la lógica del “justo a tiempo”. La rápida elaboración de las vacunas es un recordatorio temporal de la importancia que dentro de las empresas farmacéuticas posee la investigación sanitaria y una adecuada capacidad de producción. La inversión en la industria farmacéutica y la financiación de la investigación son básicas para mejorar nuestra capacidad de reacción de cara a futuras pandemias.

Estar preparados para ser valientes y asumir riesgos. La pandemia ha cambiado nuestras vidas y nuestras formas de trabajar y de ser. Lo que antes funcionaba puede que ya no lo haga. Hemos sido testigos de grandes ejemplos de resiliencia en lo referente a la innovación, a la búsqueda de nuevas soluciones, al diseño de nuevas tecnologías, al hallazgo de nuevos proveedores para eliminar los cuellos de botella y a las lógicas flexibles para rediseñar las cadenas de suministros. Por ejemplo, Unilever optó por priorizar la elaboración de comida preparada y productos de limpieza de superficies y potenció sus marcas de artículos de higiene personal ante el aumento de la demanda en estos ámbitos. Conocer los puntos donde hay más riesgo y tratar de mitigarlos resulta básico para la supervivencia de cualquier empresa.

La configuración de la cadena de suministros. Las organizaciones se esforzaron por globalizar sus cadenas de suministros para poder optar a nuevas oportunidades de negocio, aumentar su capacidad de reacción y maximizar su presencia global. Pero esto se les ha vuelto en contra durante la pandemia, lo que ha puesto sobre la mesa debilidades y fracturas que han aumentado las vulnerabilidades empresariales. De ahí que haya que abrir el debate acerca de si algunas de las lecciones de esta pandemia pasan por pensar a escala global pero actuar a escala local, relocalizar la producción y acortar las cadenas de suministros. Estas pautas fueron las que hicieron posible que los distintos países dispusieran de una capacidad propia para la producción de vacunas. El suministro de EPI fue un asunto clave durante la pandemia y la capacidad de producirlos de forma local también se reveló esencial.

Alianzas nuevas y ya existentes. El bienio de la pandemia (2020-2021) nos ha permitido conocer mucho sobre las colaboraciones empresariales. Este tipo de relaciones han sido sometidas a mucha presión, y no todas han sobrevivido. Saber por qué algunas colaboraciones de años se han roto y otras han tomado vuelo supondrá un conocimiento clave. Reconocer el valor de ser creativos en el establecimiento de relaciones con nuevos socios, reducir la importancia de los costes como referencia principal para hacer negocios e intentar trabajar de forma más inteligente serán también buenas enseñanzas para los que sobrevivan a la pandemia. Las alianzas que se han establecido para la fabricación de vacunas, el rellenado de viales y el embalaje (Sanofi, Merck, GSK, Pfizer) supusieron excelentes ejemplos de cooperación.

Trabajar en la resiliencia del sistema. La pandemia ha afectado a todos los ámbitos sociales. Para hacer frente a futuras pandemias y a interrupciones de la cadena de suministros a gran escala tenemos que ser más fuertes, resilientes y ágiles. Esto depende en gran medida de la mejora de los procesos de fabricación, de la capacidad de innovación, de la formación, de las infraestructuras del sistema y de las tecnologías. También serán vitales para mejorar nuestra capacidad de reacción ante situaciones de emergencia las lecciones que hayamos aprendido de pandemias y epidemias pasadas.

Aprender de otras cadenas de suministros. Las cadenas de suministros de vacunas y medicamentos, que van desde la creación del producto a su administración a los pacientes, son muy complejas. Y las dificultades que pueden surgir en torno a ellas, como cuestiones de comunicación, de identificación de riesgos o de adición de nuevos factores son habituales y de igual modo se pueden aplicar a las cadenas de suministros de otros sectores. De estas otras cadenas podemos aprender de sus mecanismos de respuesta y adaptación, y también tratar de imitar sus niveles de agilidad. La logística del envío de ayuda humanitaria, o la relativa a los bienes perecederos, ofrecen valiosas lecciones. Amazon podría convertirse en el futuro en un distribuidor de medicamentos, y las cadenas de suministros de las vacunas bien podían inspirarse en el éxito de esta empresa, aunque lo relativo a la producción siempre estará en manos de compañías especializadas.

La psicología de la cadena de suministros. Una lección esencial de la pandemia es comprender cómo han actuado los actores involucrados de las cadenas de suministros durante este periodo. Los hábitos de compra de los consumidores han tenido un impacto negativo en algunas cadenas, mientras que para otros las compras de pánico han supuesto un gran crecimiento del negocio, lo contrario a tener que echar el cierre. Para sobrevivir al confinamiento los consumidores compraron más productos de lo habitual. Un mejor conocimiento de las dinámicas de las cadenas de suministros y de los comportamientos de los consumidores mejorará el diseño de dichas cadenas.

La pandemia ha supuesto algo totalmente inesperado para nuestras cadenas de suministros, y por ello ha provocado un gran caos. Esto ha resultado increíblemente dañino para algunas empresas, pero ha obligado a otras a adaptarse y cambiar, a pesar de los perjuicios que esto les haya podido producir. De manera análoga a como la covid-19 persistente afecta a algunos pacientes, las cadenas de suministros tardarán cierto tiempo en recuperar su antigua pujanza (o, al menos, en alcanzar su propia nueva normalidad). Tenemos todavía mucho que aprender sobre cómo se han comportado las cadenas durante la pandemia para reducir el impacto de las interrupciones de suministros de bienes básicos como medicinas y vacunas. Todos esos datos están esperando que los analicemos y apliquemos, y en el futuro habrá muchos más. Esperemos poderles dar un buen uso.

Este artículo forma parte de una serie sobre cómo recuperarse de la pandemia de forma que las sociedades sean más resistentes y puedan hacer frente a futuros retos. Cuenta con el apoyo de PreventionWeb, una plataforma de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.

*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original.

*Raúl Rivas González es Catedrático de Microbiología, Universidad de Salamanca

*Liz Breen es Director of the Digital Health Enterprise Zone (DHEZ), University of Bradford, Reader in Health Service Operations, University of Bradford

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