Uno de cada 88 niños tiene autismo o un trastorno relacionado en Estados Unidos, según informaron el jueves expertos sanitarios del país, lo que representa la estimación más elevada hasta el momento y que seguramente reavivará el debate nacional sobre cómo se diagnostica y trata la condición.
La estadística de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) implica un aumento general del 25 por ciento desde el último análisis, del 2006, y casi el doble de la tasa reportada en el 2002.
Entre los varones, la tasa de trastornos del espectro autista es de uno de cada 54 chicos, casi cinco veces más que entre las niñas, entre las cuales la tasa es de una de cada 252. “Una cosa que nos dicen los datos con certeza es que hay muchos chicos y familias que necesitan ayuda”, dijo el director de los CDC, Thomas Frieden. “Debemos seguir rastreando los trastornos del espectro autista porque esta es la información que las comunidades necesitan para guiar las mejoras en los servicios que ayuden a los niños”, añadió.
Los defensores de personas con autismo tomaron esta aparente alza en la prevalencia de la enfermedad como argumento para reiterar su pedido de más investigaciones para identificar sus causas y de más servicios para las personas afectadas por la condición. “Esta es una emergencia nacional y es hora de contar con una estrategia nacional”, dijo Mark Roithmayr, presidente del grupo de investigación y defensa Autism Speaks, quien además instó a un “servicio nacional de entrenamiento” para terapistas, cuidadores, docentes y otras personas capacitadas para ayudar a los niños con autismo.
Algunos investigadores cuestionaron si los aumentos registrados en la última década son reales o reflejan una mayor conciencia en padres y docentes, lo que permitiría detectar síntomas de autismo en chicos que no hubiesen recibido el diagnóstico una generación antes. Los cambios en cómo se diagnostica la enfermedad explican una gran fracción del incremento reportado en la prevalencia, algo que incluso reconocen los propios defensores.