Paúl Martínez (padre), Paola Goyes (madre) y Paúl Martínez (hijo), en los exteriores del HCAM. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Día uno: Paúl Martínez presentó los primeros síntomas de una enfermedad al hígado. Día tres: el niño, de 7 años, fue hospitalizado, con riesgo de muerte. Día cuatro: sus padres fueron examinados para saber si podían ser donantes. Día 10: recibió el trasplante en una larga cirugía.
El drama de este niño empezó el 13 de noviembre del 2017, cuando su cuerpo experimentó un fallo hepático fulminante. Es un mal esporádico que se presenta en seis de cada cien pacientes, quienes luego necesitan un trasplante de hígado.
El sangrado interno y externo, la falta de apetito, el rostro amarillento y las alucinaciones fueron parte de las señales de alerta que dio la enfermedad. La mayoría de los casos registrados ocurre por un virus o una toxina. Unos pocos, por razones desconocidas.
El caso de Paúl encaja en el segundo grupo, por lo que médicos y padres debieron actuar de inmediato. La alternativa fue hacer un trasplante de hígado, con donante vivo. La intervención se realizó el 23 de noviembre, 10 días después de que aparecieran los síntomas. Se hizo en el Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM).
año pasado, en esta casa de salud se practicaron cien trasplantes. 26 de ellos fueron hepáticos. De estos, tres se realizaron a niños: dos de donante cadavérico y uno de vivo.
Paola Goyes, madre de Paúl, fue la elegida para donar una parte de su hígado. No lo dudó. Ella, al igual que su esposo Paúl, querían que su pequeño volviera a reír, a jugar con sus legos o a patear la pelota.
La cirugía a la madre y el hijo duró cerca de 18 horas. La primera en entrar al quirófano fue Paola, quien es doctora y estudiante de un posgrado en Medicina Familiar.
El procedimiento no produjo ninguna dificultad en ella pues su salud era óptima, contó Frans Serpa, cirujano y encargado del programa de trasplante hepático del HCAM.
La cirugía del niño demandó casi 12 horas. Pero su recuperación fue rápida, recuerda Javier Bermudes, coordinador de trasplantes del hospital.
El mismo médico estaba impactado. A los dos días, el niño se recuperaba satisfactoriamente. Con optimismo, Paúl levantó el pulgar en señal de que se sentía bien, según se observa en una foto tomada luego del trasplante hepático.
En la legislación ecuatoriana, Ley Orgánica de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células, se reconocen dos tipos de trasplantes: de donante vivo y de cadavérico.
Entre enero y noviembre del año pasado se realizaron 641 procedimientos en el país. De estos, 37 fueron hepáticos o de hígado, 36 de donante cadavérico y uno de vivo.
Paúl, quien es estudiante de tercer año de básica, permaneció 40 días en el hospital, desde la fecha de la cirugía. Sus padres y otros parientes pasaban las 24 horas de la jornada cuidándolo. En ese tiempo trataron de que el pequeño sintiera el calor de la familia.
Los legos -sus juguetes favoritos- fueron parte de los artículos que llevaron a la casa de salud. Además, no faltaron las camisetas del equipo de sus amores: Liga Deportiva Universitaria y del jugador argentino, Lionel Messi.
Si se tratara de un partido de fútbol, se podría decir que Paúl superó ‘el primer tiempo’ tras la cirugía. Esta fase es la más crítica: la persona trasplantada puede sufrir infecciones.
Ahora, el tiempo mostrará la evolución de su salud, ya que su cuerpo deberá ir aceptando al hígado, lo que tardará un año, apunta el cirujano Serpa.
En Latinoamérica, el costo de este tipo de cirugías está entre USD 170 000 y 200 000. En Europa, el mismo procedimiento oscila entre USD 300 000 y 400 000. El hecho de que el trasplante se haya realizado en el país representa un ahorro, anota Serpa.
Poco a poco, la vida del niño deberá volver a la normalidad. Tiene que comer sano, cuidarse de enfermedades y desarrollarse en un ambiente limpio. Paúl, de 47 años, y Paola, de 31, tienen el tema planificado. El 2 de enero, para recibir a su hijo organizaron todo en la casa. Ese día recibió el alta del Hospital Andrade Marín.
También han arreglado todo en relación a sus cuadernos y a la escuela. Los libros se abrieron nuevamente la semana pasada. Sus padres fueron al plantel para conocer sobre las tareas y la materia pendiente. No hubo problema porque las docentes y autoridades de la institución conocían el tema.
Sus amigos en el plantel lo esperan. Le mandaron cartas de apoyo. Uno de los mensajes -cuenta el padre- decía que desean una pronta recuperación. Aún no se conoce la fecha que regresará a clases.
Hoy se cumple el día 70 desde que Paúl comenzó con los primeros síntomas de esta enfermedad. En este tiempo, la familia Martínez-Goyes ha luchado por la vida del niño. Fueron horas intensas y de decisiones rápidas. Ahora buscan darle vuelta a esta página.
Tras los trasplantes, el objetivo es que los pacientes vuelvan a su rutina habitual.
Paola, la madre, anhela que su hijo Paúl recupere el ánimo y haga sus tareas. Y el padre ya quiere volver a esos días en que jugaban fútbol o salían a nadar juntos. Ambas actividades eran las favoritas del pequeño, a quien la pareja ve como un luchador, muy valiente, pese a su corta edad.
En contexto
Desde el 2011, Ecuador cuenta con la Ley Orgánica de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células. En ella, entre otros temas, se contempla que el Estado garantizará recursos para implementar una política y un sistema integrado para que se concreten las donaciones.