Un factor determinante del riesgo de obesidad puede estar asociado a mecanismos moleculares de desarrollo del cerebro durante los primeros años de vida, sugiere un estudio realizado con ratones y que publica Sience Advances.
La investigación encabezada por la Facultad de Medicina de Baylor (Estados Unidos) estudió una región del cerebro de los roedores llamada núcleo arcuato del hipotálamo, que es un regulador de la ingesta de alimentos, la actividad física y el metabolismo.
“Décadas de investigación en humanos y modelos animales han demostrado que las influencias ambientales durante períodos críticos del desarrollo tienen un gran impacto a largo plazo en la salud y la enfermedad”, indicó Robert Waterland, uno de los firmantes del estudio.
La regulación del peso corporal es, además, muy sensible a esa “programación del desarrollo”, pero aún se desconoce cómo funciona exactamente y estudios anteriores en humanos han sugerido que los genes más asociados a la obesidad se expresan en el cerebro en desarrollo.
El equipo se centró también en el desarrollo epigenético, un sistema de marcación molecular que determina qué genes se utilizará o no en diferentes tipos de células.
Los investigadores vieron que el núcleo arcuato experimenta una amplia maduración epigenética durante la vida posnatal temprana.
Ese es un periodo muy sensible a la programación del desarrollo de la regulación del peso corporal, lo que sugiere que estos efectos podrían ser consecuencia de una maduración epigenética desregulada, apuntó Waterland.
La comparación de los datos epigenéticos en ratones con datos de personas de grandes estudios indicó que las regiones genómicas objeto de maduración epigenética en el núcleo arcuato de los ratones coincidían, en gran medida, con las humanas asociadas al índice de masa corporal.
“Estas asociaciones sugieren que el riesgo de obesidad en humanos está determinado, en parte, por el desarrollo epigenético en el núcleo arcuato”, estimó Harrry MacKay, otro de los firmantes de la investigación.
El experto estimó que los resultados aportan nuevas pruebas de que la epigenética del desarrollo “está probablemente implicada en las influencias ambientales y genéticas tempranas del riesgo de obesidad”.
Por ello, consideró que los esfuerzos de prevención dirigidos a estos procesos de desarrollo podrían ser la clave para detener la epidemia mundial de obesidad.