La grasa afecta el desempeño sexual

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Puede que las gorditas de Botero sean muy atractivas o que más de una persona prefiera una pareja que ‘llene la cama’ o ‘tenga de dónde agarrar’. Eso está muy bien. El inconveniente aparece cuando esos ‘kilitos de más’ empiezan a estropear el amor y a congelar las sábanas.

Alicia Garzón, médica sexóloga, explica que la obesidad y el sobrepeso sí alteran la sexualidad, y que las molestias se dan tanto a nivel externo como interno.

Al hablar del aspecto fisiológico, la especialista señala que para tener una relación sexual satisfactoria es fundamental que el cuerpo ‘se llene de sangre’, es decir, que tenga una adecuada irrigación sanguínea. “Esto permite que el hombre pueda mantener la erección y que la mujer tenga su vagina humedecida para que los dos puedan alcanzar el orgasmo a través de la penetración”.

Cuando existe presencia excesiva de grasa, esta se concentra en las paredes de las arterias y generan un estrechamiento que dificulta el riego sanguíneo. La sangre se demora en llegar a los tejidos y, por lo tanto, el proceso de excitación se demora un poco más.

Para Garzón esto puede ser objeto de discusión si a uno de los miembros de la pareja no le gusta esperar ni dedicar más tiempo a los juegos precoitales.

La anterior es una de las complicaciones, pero esta ‘grasa sobrante’ puede ser un factor desencadenante de afecciones más graves, en las que a veces el individuo se siente tan frustrado que opta por abandonar para siempre su faceta sexual.

En las personas con diabetes, por ejemplo, la falta de suministro de sangre causa daño en los nervios periféricos. Gran parte de estos pacientes no siente dolor en los pies o manos y pueden lesionarse. En el campo sexual, esta pérdida de sensibilidad impide disfrutar de zonas que pudieron ser erógenas.

Según Garzón, algunos factores químicos que influyen en el deseo también se ven afectados por la obesidad. “ Se producen trastornos hormonales, como la baja producción de testosterona, responsable de encender la chispa sexual en hombres y mujeres”.

Producto de esto, surge una apatía absoluta que bloquea el contacto corporal con otras personas. Para el psicólogo sexólogo Manuel Antonio León, este aislamiento conlleva a estados de depresión. El experto afirma que este trastorno emocional se agrava cuando no se tiene una buena autoestima o imagen de sí mismo.

Aquí los estereotipos sociales, que reafirman que la figura esbelta y delgada es la más atractiva, influyen negativamente. “El paciente siente que su enfermedad le molesta a nivel físico, psicológico y social. Explota, reniega y la desesperación les lleva a comer mucho más”.

Según León, en estos casos, uno de los dos miembros de la pareja asume el papel de protector o consolador, lo que entorpece la capacidad de superar los obs-táculos. “Es cuando la sexualidad se vuelve un displacer”.

En el sobrepeso o la obesidad, las complicaciones van más allá de la percepción visual.

Michelle Alvear, nutricionista, explica que el consumo de comidas muy copiosas, grasosas o altas en calorías, promueve la acumulación de grasa visceral y abdominal, que van a causar inconvenientes en el estado físico.

Aunque existe un Kamasutra para quienes tienen exceso de peso, la incomodidad se hará presente al ensayar posiciones como el misionero.

Ante todas las molestias mencionadas, los especialistas recomiendan buscar ayuda profesional y no apagar la ‘chispa sexual’. Sugieren también evitar el consumo de ciertos elementos enemigos del buen sexo: la comida chatarra, el alcohol y el cigarrillo.

El mito del vigor de Enrique VIII   

Enrique VIII fue rey de Inglaterra hace 500 años. Pese a su descomunal figura y su voraz apetito, era un amante insaciable. Es famoso por haber separado a la Iglesia de Inglaterra (anglicana) de la de Roma católica romana y por haberse casado seis veces. ¿Fue una contradicción  del estereotipo del flaco ‘sexy’?

Quizá no. Su segunda esposa, Ana Bolena, habría dicho que “la espada de mi esposo ha perdido su filo y ya no corta. Le cuesta mucho desenvainarla y, una vez que la empuña, la esgrima carnal concluye casi antes de empezar. Más que una espada, mi rey posee un alfiler”. ¿Por eso la mató el rey?  

En sus últimos años, Enrique engordó notablemente, con una medida de cintura de 137 centímetros. Enrique tuvo un accidente juvenil de justa (combate entre dos contendientes, a caballo y con lanzas, para justificar sus  derechos). Allí sufrió una herida en el muslo que no sólo le impidió realizar actividades físicas, sino que gradualmente derivó en una úlcera que finalmente le habría llevado a la muerte. 

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