Tres clientes visitaron la semana pasada uno de los gimnasios de Quito en busca de descuentos y promociones. Foto. Diego Pallero / EL COMERCIO
Descuentos y promociones. Esa es la
estrategia que utilizan actualmente los propietarios de gimnasios del país para captar la atención de sus clientes.
Según Diego Jiménez, gerente del Balance Fitness Center, el incremento temporal del IVA (del 12 al 14%), le obligó a bajar el costo de las mensualidades para mantener el negocio, pues a finales de mayo un 35% de clientes no renovó las membrecías.
La reducción de usuarios coincidió con el aumento del IVA, pero Jiménez añade que el primer descenso se sintió a inicios de este año.
El 29 y 30 de junio, por ejemplo, sacaron una promoción en la que ofrecían planes a mitad de precio. El 1 de julio, en cambio, anunciaron el 35% de descuento, más un mes gratis, en todos los planes.
Gabriela Proaño accedió a uno de esos combos. Por cuatro meses pagó USD 202. Sin descuentos, una mensualidad en ese centro de acondicionamiento cuesta USD 75 y 80. Adicional, se paga inscripción, pero con la promoción Proaño se ahorró ese rubro.
La misma estrategia utilizó Jorge Civinta, copropietario de Evolution Functional Fitness.
Para evitar que los clientes lo abandonen y vayan en busca de paquetes más económicos, elaboró uno de seis meses de clases por USD 288. Antes del incremento del IVA, una mensualidad costaba USD 70.
Por su parte, los propietarios del Pacific Gym, en cambio, asumieron ese 2%.
El Fit Center y Phisique Wellness Club son otros centros que también cuentan con promociones. A ellos se sumó Ecuador Fitness, que vende suplementos deportivos como proteínas en polvo, aminoácidos, quemadores de grasa, entre otros. Antes, allí un bote de proteína de cuatro libras bordeaba los USD 130; ahora, lo venden a USD 120.
La falta de público en el Balance también generó la cancelación de 38 horas de clase al mes y la salida de entrenadores, quienes cobraban entre USD 12 y 15 por hora de trabajo.
Pero a pesar de las promociones, los nuevos clientes escasean y eso sucede, según el economista Andrés Vergara, porque existe una baja de ingresos en el país. “Siempre será más importante pagar el arriendo que cubrir la mensualidad del gimnasio. Siempre será más importante comprar comida que costear un entrenador de tenis”.
El aumento del desempleo y la fijación de las salvaguardias, según él, también inciden en la ausencia de gente en los gimnasios y en la reducción de compra de implementos deportivos.
Los propietarios del Balance, precisamente, se vieron afectados por la fijación de las salvaguardias, en marzo pasado, pues entonces compraron maquinaria para la apertura de un nuevo local. “Ya nos embarcamos y no podíamos cambiar las reglas del juego. Fue así que pagamos 35% de dinero adicional”.
Ese cúmulo de impuestos, dice el tributarista Napoleón Santamaría, obliga a las personas a abandonar el deporte o a practicarlo informalmente, en la casa o en la calle.
Pedro Rosero es una de esas personas. Él entrena atletismo por cuenta propia en los distintos parques de la ciudad.
Pero al igual que Vergara, Santamaría considera que la fijación de las salvaguardias es lo que más afecta a los insumos deportivos.
A la ropa deportiva, por ejemplo, se le fijó una sobretasa arancelaria del 40%.
En el norte de Quito, Dora Hidalgo, propietaria de Dori’s Fitness, mantiene el número de participantes a pesar del incremento del IVA. Sin embargo, teme que en agosto y septiembre la cifra baje por el inicio del año escolar.
También le preocupa que la gente viaje a los países vecinos en busca de ropa deportiva, ya que ofrece esta indumentaria a su clientela regular.
Eso, precisamente, hizo Vanessa Venegas. Ella viajó a Miami en abril y allí compró ropa. “Un brasier deportivo me costó USD 19. Aquí están en USD 70”. Una funda de proteína en polvo de 10 libras la compró en USD 100; en Ecuador se la consigue a USD 340.