A través del cristal, pueden observarse los gestos meticulosos de hombres y mujeres con ropa quirúrgica esterilizada, máscara y guantes finos de látex, palpando, sopesando y estirando bolsas de gel transparente.
Son trabajadores de la empresa brasileña Silimed, la mayor fábrica de prótesis mamarias de América Latina y la tercera del mundo, ubicada en los suburbios del norte de Río de Janeiro, cerca de la favela Vigario Geral, de donde proviene la mitad de sus 450 empleados.
La empresa, que exporta a más de 60 países con total discreción, ningún cartel identifica el negocio en su parte externa, asume distancia del escándalo provocado por los implantes mamarios de mala calidad del fabricante francés PIP y la holandesa Rofil, que han levantado alertas en todo el mundo porque años atrás utilizaron silicona de calidad inferior a la médica.
“Aquí hacemos más de quince pruebas de control de calidad, testamos la membrana que da forma al producto, el gel que lleva dentro y hasta el embalaje”, afirmó a la AFP Claudio Carvalho, jefe e producción.
Fundada hace 33 años, Silimed fue “la primera del mundo en colocar, en 1995, un número de serie a sus implantes”, señaló, haciendo hincapié en la “seguridad” del producto.
Brasil, un país en el que se estima que más de 1,5 millones de mujeres usan implantes de silicona, inició la semana pasada la elaboración de un registro de usuarias de prótesis para identificar la marca de silicona, el motivo de su implante o retiro y su caducidad, explicó a la AFP José Horacio Aboudib, presidente de la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica (SBCP).
Unas 12 500 brasileñas son portadoras de implantes mamarios de la cuestionada marca PIP y otras 7 000 de la holandesa Rofil, ambas cerradas en 2010 tras los cuestionamientos, pero que en esa fecha ya habían realizado exportaciones en todo el mundo.
La Agencia Nacional Sanitaria brasileña ordenó la semana pasada a los servicios públicos del país hacerse cargo de las operaciones a las mujeres que sufran ruptura de esos implantes.
El número es mínimo, si comparado con la producción de Silimed, que produjo 340 000 implantes en 2010, el 70% de las prótesis del país, a un costo promedio de 2 100 reales (unos 1 186 dólares al precio actual), afirmó Carvalho.
Brasil es el segundo país del mundo, atrás de Estados Unidos, con el mayor número de cirugías plásticas: en 2O11 se realizaron 700 000 intervenciones, 60% de ellas con fines estéticos.
La posibilidad de pagar a crédito “democratiza” ese tipo de operaciones estéticas, según la SBCP que agrupa a los cirujanos plásticos del país.
Las liposucciones son las más solicitadas, seguidas de los implantes mamarios, de glúteos y hasta de pantorrillas, estiramientos faciales y reducción de abdomen, en ese orden.
Carolina y Aline, dos empleadas de Silimed de 27 años, se enorgullecen de llevar implantes.
“Yo me puse 300 ml (de silicona) en cada nalga. Desde entonces, los hombres me miran diferente. Estoy muy satisfecha con el resultado y ya pienso en aumentar la dosis”, comentó Aline a AFP.
Carolina optó por 250 ml de silicona en cada seno.
“Brasil es un país tropical donde los cuerpos se exhiben. Hay que realzar lo que se tiene bello. Cuando tenga hijos, pienso aumentarme más”, aseveró.
Para la propietaria de Silimed, Margaret Figueiredo, “en Brasil las mujeres pagan para ser bellas y los hombres tienen cada vez menos escrúpulos en ponerse implantes de glúteos o pectorales”.
Su empresa comenzó con una producción de 10 000 prótesis, en “una época en la que nueve de cada diez operaciones eran para reducir el tamaño de los senos”. La empresa perseveró, y logró beneficiarse del boom de la silicona que se abrió en los años 90 y que en Brasil sigue haciendo furor.
Sin embargo, Figueiredo se pregunta si se verá afectada por el escándalo de las prótesis defectuosas PIP, aunque quiere creer que, pasada la tormenta, “todo volverá a ser como antes”.