La epistemología sanitaria occidental se basa en principios aleopáticos que trata los síntomas físicos de las enfermedades, mientras el modelo maya busca entender las causas de estos problemas médicos. Foto Referencial: Wikicommons
Después de cinco años de intercambio de experiencias entre médicos occidentales y doctores mayas por nacimiento, un grupo de expertos apostó el jueves 14 de julio de 2016 por incorporar principios ancestrales a los tratamientos clínicos para mejorar la receptividad de los pacientes indígenas.
Esta es una de las principales conclusiones del estudio en el que participó la doctora Mónica Berger, antropóloga de la Universidad del Valle de Guatemala, quien lamentó la “discriminación” y recelos que las prácticas de salud maya generan entre buena parte de la sociedad.
Lo cierto es que el 60 % de los pacientes mayas que acuden al Instituto de Cancerología de Guatemala (Ican) abandonan el tratamiento, mientras que el cien por cien de los que acuden a los cuidados de los ancianos indígenas concluyen con sus procesos.
Las razones, apunta Berger en declaraciones a Efe, hay que buscarlas en la falta de “pertinencia cultural” con la que la medicina occidental atiende a esta población.
Mientras la epistemología sanitaria occidental se basa en principios aleopáticos que trata los síntomas físicos de las enfermedades, el modelo maya busca entender las causas de estos problemas médicos.
Desde este punto de vista, explica Berger, los “síntomas” son “alertas” de un desequilibrio entre los elementos que conforman al ser humano: el cuerpo, la mente, los sentimientos y la espiritualidad.
Por ello, más que tratar los efectos, la medicina tradicional maya intenta afrontar las causas de este desequilibrio que, desde su concepción, genera la enfermedad, para lo cual emplean un enfoque “holístico” que cuida tanto los síntomas físicos como los espirituales.
“El terapeuta maya es también psicólogo”, resume Berger.
Así, los tratamientos mayas incluyen oraciones, ofrendas y reflexiones espirituales enfocadas a devolver el equilibrio al cuerpo, un papel en el que es fundamental el rol de la familia.
Los resultados, apunta Berger como apreciación personal, sin un estudio científico que lo avale, es que el modelo maya funciona, incluso en casos muy graves como el cáncer.
Después de participar en esta experiencia pionera, en la que 67 médicos por nacimiento mayas compartieron sus secretos con 17 galenos occidentales, Berger apostó por establecer un “diálogo” de igual a igual entre ambos enfoques epistemológicos para enriquecer la asistencia sanitaria a los pacientes.
Esta propuesta es el eje de un foro organizado por la Embajada de Suiza y la Universidad del Valle que se celebra el jueves 14 de julio en la capital de Guatemala.