Las personas que sufren de depresión aguda son más proclives a continuar con una terapia si ésta se proporciona a través del teléfono, pero las sesiones presenciales funcionan mejor en el largo plazo, sugirió un estudio realizado en Estados Unidos que compara ambos enfoques.
Los resultados destacan los altibajos de una opción de tratamiento cada vez más común, dijeron los investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago, cuyo estudio apareció el martes en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA, por su sigla en inglés).
El estudio incluyó a 325 personas diagnosticadas con trastorno depresivo agudo, quienes fueron elegidas al azar para recibir 18 sesiones de terapia por teléfono o 18 sesiones presenciales. Los que tenían sesiones telefónicas tenían una menor tasa de abandono antes del final del estudio -el 21% de ellos no terminó el tratamiento, comparado con el 33% de quienes recibían terapia en persona.
Si bien ninguno de los dos prevaleció sobre el otro en la reducción de la depresión durante el período de 18 sesiones, los que se encontraban cara a cara con un terapeuta fueron significativamente más propensos a superar su depresión a largo plazo.
En una encuesta de seguimiento seis meses después, el 32% de los pacientes cara a cara mostraban una “remisión total”, en comparación con el 19% del grupo que era tratado telefónicamente.
Y aunque todos los pacientes habían mejorado en seis meses, independientemente del tipo de terapia que hubieran hecho, los del grupo de tratamiento telefónico puntuaron tres puntos más en una escala de depresión que los que tenían sesiones presenciales.
“La diferencia de tres puntos es de importancia clínica cuestionable pero plantea la duda de si algunas personas corren el riesgo de empeorar después de una terapia telefónica en comparación con quienes reciben tratamiento cara a cara”, dijo el autor principal del estudio, David Mohr.
Se necesitan más estudios para comprender la diferencia, señaló.
“La presencia física del terapeuta puede ser terapéutica ayudando a algunos pacientes a mantener su mejoría del estado de ánimo”, agregó.
“Puede haber una calidad única en el contacto humano que aumenta la resiliencia y mantiene las habilidades adquiridos para controlar la depresión después de terminar el tratamiento”.
Entre 6,6 y 10,3% de la población sufre un trastorno depresivo agudo, y la depresión clínica es motivo de aproximadamente una cuarta parte de todas las consultas a médicos de atención primaria de salud en Estados Unidos, indicó el artículo.