Si el simple deseo de querer tener un hijo puede causar ansiedad en la pareja, el hecho de que pasen los meses y no lo logren termina provocando un creciente estrés en ambos.
Para estudiar el impacto de esta situación, investigadores estadounidenses siguieron a 401 parejas en que las mujeres tenían entre 18 y 40 años y que recién empezaban a tratar de embarazarse.
Ellas fueron seguidas durante 12 meses, tiempo en el cual se les realizaron exámenes de saliva, en que medían los niveles de una sustancia que, cuando está elevada, revela un estrés prolongado. Así se demostró que las que estaban estresadas tenían 29% menos posibilidades de embarazarse. Los resultados del trabajo se publican en la revista Human Reproduction en línea.
“En este estudio demostramos que las mujeres con altos niveles de marcadores de estrés en su saliva tienen una menor probabilidad de embarazarse, comparado con aquellas que tienen bajos niveles de estos marcadores. Esto es algo que duplica el riesgo de infertilidad”, dice Courtney Lynch, directora de Epidemiología Reproductiva del Centro Médico Wexner, de la Universidad Estatal de Ohio.
En su opinión, este hallazgo debería alentar a las mujeres a manejar su estrés usando técnicas como yoga, meditación o mildfulness.
Es necesario tener en cuenta que “la gente está postergando los hijos, porque quieren perfeccionarse en su profesión, desean viajar, tener una pareja estable, comprarse casa y auto, y después piensan en tener una familia”, dice el doctor Rodrigo Macaya.
Cuando se deciden a esto y tienen 30 o 40 años, se produce una ansiedad mayor porque sienten que están contra el tiempo, agrega el profesional.
A juicio de Ricardo Pommer, médico jefe de la Unidad de Medicina Reproductiva de Clínica Monteblanco, las parejas que quieren tener hijos a una edad mayor presentan un estrés tremendo.
“Por ejemplo, el hombre presenta pánico escénico cuando ella le dice ‘hoy te toca'”, explica. Esto se ve mucho con personas exitosas que buscan asegurar el embarazo. “Para esto tienen relaciones el día 14. Pero si uno ve el promedio de relaciones al mes y lo compara con una pareja no estresada, ve que quienes más desean tener hijos tienen menos relaciones”, explica Pommer.
Otra prueba del papel del estrés en concebir la aporta el doctor Marcelo Pradenas, ginecólogo obstetra de Clínica Las Condes (Chile). “Lo vemos en esas mujeres que hacen de todo para embarazarse y no lo logran. Luego abandonan e, incluso, adoptan, y se embarazan”. Entre las primeras recomendaciones que se dan, dice el especialista, está “que se relajen, que no cuenten el día en que ovulan, ni se impongan tener relaciones sexuales“.
El estudio, según Daniela Solari, psicóloga de Clínica Monteblanco, respalda con evidencia científica lo que se venía observando empíricamente. “Por eso hay que insistir en las medidas de autocuidado de la mujer”, dice. Entre ellas están las técnicas de relajación y meditación.
Una vez embarazada la mujer, el estrés favorece también el parto prematuro, los bebés pequeños para su edad, los problemas conductuales y de salud del hijo o hija al ir creciendo, advierte Marcelo Pradenas.