Imagen referencial. El Día Nacional de la Siesta nació por el inicio del horario de verano en Estados Unidos. Foto: Pixabay
Desde 1999, cada segundo lunes de marzo en Estados Unidos se celebra el Día Nacional de la Siesta, una creación del profesor de la Universidad de Boston, William Anthony, Ph.D., y su esposa Camille.
El día nació debido al inicio del horario de verano en el país norteamericano, porque las personas durante este día sienten que necesitan dormir un poco más.
De acuerdo con información de CNN, en 1999, el Dr. William Anthony y su esposa instituyeron el Día Nacional de la Siesta en un esfuerzo por superar los prejuicios culturales estadounidenses contra la siesta y crear conciencia sobre los beneficios para la salud de ponerse al día con un sueño de calidad.
“Pensamos que este sería un buen día para celebrar la importancia de la siesta porque todos tienen una hora más de sueño de lo habitual”, dijo Anthony y agregó que “la mayoría de los estadounidenses tienen falta de sueño incluso sin el horario de verano”.
A pesar de que el Día Nacional de la Siesta se creó hace 21 años, todavía no tiene reconocimiento real como feriado nacional oficial.
Entre los beneficios de tener una siesta, según la Fundación española del Corazón están:
Previene las cardiopatías. La siesta ayuda a disminuir en un 37% el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. La falta de sueño incrementa el cortisol, y un exceso de esta hormona puede derivar en diabetes y enfermedades cardiovasculares. Cuando se duerme, se libera, sin embargo, la hormona del crecimiento, antídoto del cortisol, que estimula el sistema inmunológico, reduce el estrés y la ansiedad.
Reduce la tensión arterial. Un estudio del Allegheny College de Pennylvania (EE.UU.) realizado a 85 universitarios sanos ha demostrado que quienes duermen una siesta diaria no muy larga reducen su presión arterial y su ritmo cardíaco.
Facilita el aprendizaje. Otro estudio de la Universidad de Berkeley, California, asegura que quienes duermen la siesta rinden más después y su capacidad de aprendizaje. Así, el descanso tras el almuerzo aumenta la productividad de los trabajadores y el rendimiento escolar de los niños.
Aumenta la concentración. El sueño facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo y deja espacio para nuevos datos.
Estimula la creatividad. Según el departamento de neurología de la Universidad de Georgetown, en EE.UU., se ha comprobado que la siesta estimula la actividad de la zona del cerebro que se asocia con la creatividad.
Facilita resolver problemas. Robert Stickgold, profesor de Psiquiatría de la Harvard Medical School, ha descubierto que cuando los sujetos alcanzan la fase de gran actividad cerebral en la que soñamos, les lleva menos tiempo realizar diferentes conexiones entre ideas.
Mejora los reflejos. Un estudio de la NASA demostró que aquellos que dormían una siesta diaria de 26 minutos cometían un 34% menos errores en el trabajo y duplicaban sus niveles de alerta.
Mejora el estado de ánimo. La serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito y el estado de ánimo. Y dormir inunda nuestro cerebro de serotonina, lo que nos proporciona una sensación de satisfacción y bienestar.