La Candida auris es un hongo que se burla de casi todos los medicamentos, que cuando ataca a una persona puede llevarla rápidamente a la muerte y, debido a su fuerte y silenciosa propagación en los últimos cinco años, se ha convertido en una grave amenaza para la salud mundial, especialmente en los espacios hospitalarios en donde tiende a instalarse.
De acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, este germen superresistente ha causado estragos en Venezuela, España, Inglaterra y ha sembrado pánico en India, Pakistán y Sudáfrica, entre otros lugares.
Hace unos meses, la Candida auris llegó a Estados Unidos y se ha paseado por Nueva York, Nueva Jersey y el estado de Illinois, lo que obligó a las autoridades sanitarias de ese país a incluirlo en la lista de gérmenes considerados “amenazas urgentes”.
El domingo pasado, el diario The New York Times daba cuenta con gran despliegue de la muerte de un hombre mayor en el hospital Mount Sinai de Brooklyn, a causa del temido hongo, con el agravante de que el hongo se había diseminado en todos los rincones de su habitación, tanto que hubo necesidad de “arrancar algunas de las baldosas del techo y del piso para erradicarlo”.
Scott Lorin, director del hospital, contó que estaba en las paredes, la cama, las puertas, las cortinas, el teléfono, el lavamanos, el colchón y en todos los recipientes: un nivel de contaminación visto en pocos microorganismos.
Los hospitales son particularmente vulnerables a este hongo, no solo por su capacidad de permanecer en las superficies mucho tiempo y su increíble resistencia a los medicamentos, sino porque, de acuerdo con Jorge Cortés, infectólogo y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, afecta con mayor facilidad a personas con las defensas bajas, entre las que se pueden contar niños lactantes, adultos mayores, fumadores o pacientes con cáncer, entre otros.
Lo que hace particularmente alarmante al Candida auris es su tenacidad, dice Carlos Álvarez, expresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, porque si bien no se contagia de persona a persona, este hongo persiste en la piel y sobre los elementos inanimados, en los que se fija por mucho tiempo, conservando la capacidad de afectar a los que por sus condiciones pueden transformarlo en un arma mortal.
De hecho, según el CDC, casi la mitad de los pacientes infectados mueren antes de 90 días, y, aunque el paciente de Brooklyn fue un referente mediático importante, hasta el 29 de marzo pasado ya se habían confirmado 587 casos en EE.UU.
Duro de matar
¿Y quién es este enemigo? La Candida auris es un hongo tipo levadura, dice el Instituto Nacional de Salud (INS), y agrega que es multirresistente a los antibióticos, es decir que no se elimina de manera fácil, ni con los antifúngicos (sustancias antihongos) que se utilizan convencionalmente. Según el INS, esto limita las opciones terapéuticas, y de ahí su peligrosidad.
Su historia de daño se remonta al 2009, cuando se encontró en el oído de una mujer de 70 años que estaba en un hospital de Tokio y a quien no se le había podido erradicar la infección, pese a los múltiples tratamientos. Con base en este antecedente, los microbiólogos Kazuo Satoh y Koichi Makimura lo llamaron ‘auris’, para vincularlo con el espacio auricular del que lograron aislarlo.
¿Cómo actúa?
Álvarez manifiesta que este hongo invade la sangre de las personas y configura lo que se conoce como fungemia, a través de la cual puede sembrarse en el cerebro, los riñones, el hígado, los huesos, los músculos, las articulaciones, el bazo y hasta los ojos, creando una infección sistémica llamada candidiasis.
Esta afección, por sus características, debilita todo el organismo, hasta el punto de hacerlo colapsar en poco tiempo, situación que se empeora porque la mayoría de las personas afectadas padecen otras enfermedades graves, lo que aumenta el riesgo de muerte.
¿A quiénes afecta?
Como ya se dijo, las personas que tienen las defensas muy bajas, pero también existen otros factores de riesgo como cirugías recientes, la presencia de diabetes o personas que hayan tenido uso repetido de antibióticos o antifúngicos de amplio espectro. También, dice Álvarez, se debe sospechar su presencia en personas que hayan pasado mucho tiempo en hospitales, principalmente geriátricos, y que además tengan elementos conectados a sus venas, sondas o tubos para respirar. Pero el infectólogo aclara que puede atacar a personas de cualquier edad.
¿Cómo se propaga?
Este hongo habita principalmente los entornos hospitalarios (aunque no exclusivamente), se deposita en superficies y equipos, y los seres humanos pueden transportarlo en su piel. Y el punto clave es cuando logra entrar a la sangre, por cualquier vía.
¿Por qué es tan peligroso?
Esencialmente, el peligro está en que es un microorganismo frente al cual, según Álvarez, no funcionan los antimicóticos (antibióticos específicos convencionales), porque han desarrollado resistencia a ellos, además porque muchas veces se confunde con otras especies de ‘Candida’.
¿Por qué es tan resistente?
El hongo parece tener una resistencia innata, producto de una divergencia evolutiva de al menos 4 000 años, que se ha incrementado con el uso generalizado de antimicóticos en la medicina e, incluso, en la agricultura. “Esta levadura tiene una gran capacidad de sobrevivir a los medicamentos a los que se enfrenta, e incluso parece adelantarse en protección a los que se desarrollan”, dice Álvarez.