Rubén Blades cantó en el festival Quitonía como preludio del concierto de Sting. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
El panameño Rubén Blades salió a ofrecer su show en Quitonía al son de Guaguanco a las 19:45. El sombrero negro igual que su terno pusieron la elegancia que lo caracteriza. Las primeras palabras de Blades estuvieron relacionadas a la invitación al evento, “buenas noches Quito, nuestro agradecimiento para quienes hicieron posible que estemos aquí, sobretodo al Alcalde”, dijo el artista.
Pero fueron las experiencias las que colmaron su discurso, consciente del acto siguiente de Sting recordó sus colaboraciones. “Con Sting hemos tenido muchas colaboraciones, él me ayudo con la canción Dance Alone, para mi primer disco en inglés. Hemos participado juntos en varias cosas también en la obra que tiene Sting ahora”, mencionó el cantante antes de continuar.
El baile era poco e individual entre los espectadores. El sonero no tenía necesidad de moverse, incluso no bailaba en algunos temas, su carisma fue suficiente para llenar el escenario.
Las canciones se sucedían, entre ellas Caína, tema que posee una versión en inglés. El fuego en las pantallas durante el sencillo marcó una constante en sus temas, las letras de los coros principales de sus canciones aparecían para deleite del público que desconoce sus hitos, y refuerzo para quienes los disfrutan. El tema Decisiones incluso apareció como cómic para contar la historia completa.
Continuaron temas como Juan Pachanga y Amor y Control. Con este sencillo el sonero hizo un reconocimiento a la familia. La música y letra la compuso en 1992, y recordó que nació de una experiencia personal con el decaimiento de su madre, “siempre que la tocamos recordamos a los familiares y no hay familia perfecta, en cada casa hay un loco. Pero es nuestra familia, es nuestra casa”, manifestó el artista de la salsa.
Su diálogo constante con los asistentes permitía que presente la historia o los motivos de cada canción, así lo hizo con Ojos de perro azul, del disco ‘Agua de luna’.
“Ecuador es un pueblo sumamente culto, me consta desde que tenía siete años”, dijo el artista para poder citar a Gabriel García Márquez. Su estrecha relación con el escritor colombiano le dio carta libre para lanzar el disco antes mencionado, en el que interpretó cuentos cortos de Márquez.
“Un día hablando con Gabo, me dijo: tú lo que eres es periodista. Hay una contribución a la literatura dentro de lo que se hace y yo le dije hagamos un disco tu y yo para terminar esta discusión. Él me dijo no, porque no acabamos nunca”. Esta conversación -según Blades- daría paso al álbum.
El discurso continuó pero esta vez con relación al decaimiento de la sociedad. El tema, explicó Blades, es una “adaptación de lo que sucede en la sociedad, no solo en Ayotzinapa. Ojos de perro azul, para mi querido Gabo”. Los aplausos a este comentario despertaron al público que hasta entonces no bailaba y casi no se pronunciaba.
El artista cerro el tema -que hace una critica a la sociedad llena de mentiras- con el grito de “Ayotzinapa“.
Tras más de una hora en escena, el cantante siguió con los tributos a la salsa y afinó el sencillo El Cantante en un cover del tema de Héctor Lavoe.
Los gritos del público aumentaron para corear Pedro Navaja, canción emblemática del artista, e infaltable en sus setlist de conciertos.