En el balneario de Salinas existen 16 embarcaciones, de cuatro operadoras turísticas autorizadas por las autoridades, para las salidas a los avistamientos de las ballenas jorobadas. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO.
A lo largo de toda la costa ecuatoriana las ballenas jorobadas ofrecen un espectáculo único mientras cumplen, en aguas cálidas, con su proceso de apareamiento y de reproducción. Si bien esta fase ocurre cada año entre mediados de junio y fines de septiembre, es posible aún verlas en la península de Santa Elena hacia octubre, en que los últimos individuos inician su retorno a las heladas aguas de la Antártida.
Y a pesar que Puerto López (Manabí) se ha convertido, con el paso de los años, en el referente del avistamiento de ballenas en el Ecuador, alcanzando su desarrollo turístico alrededor del tema, el balneario de Salinas ha logrado posicionarse por su ubicación geográfica.
“Salinas es el mejor sitio para observar ballenas debido a que frente a la Puntilla de Santa Elena, en la reserva marina, hay bajos que es donde más concentración de ballenas tenemos en el Ecuador. Generalmente, para reproducirse necesitan estar en aguas no profundas y Salinas se presta para eso”, comentó Eduardo Gonzaga, guía naturalista y socio de Avista Travel, una de las cuatro operadoras turísticas avaladas para organizar los tours.
En esta época del año, y coincidiendo con las vacaciones escolares en la Sierra, es el turismo de esa región del país el que predomina en sus visitas a observar las ballenas. También hay una numerosa presencia de peruanos, especialmente estudiantes que aprovechan sus dos semanas de descanso.
Hay quienes como Bruno Herbeth con su cámara no desaprovechan ningún detalle cuando los cetáceos emergen. Por segundo año este fotógrafo profesional francés, radicado en Quito hace siete años, visita Salinas para captar con su lente el espectáculo.
“Una hora es muy corto tiempo para hacer fotos. Cuando menos se requiere de dos, tres horas y hasta más. Ecuador es un país bendecido. En Francia no tenemos este privilegio de la naturaleza”, cuenta Herbeth, casado con una ecuatoriana y que tiene dos hijos, con quienes disfrutó del paseo a Salinas.
En el principal balneario ecuatoriano es posible navegar una milla, unos 20 minutos, y encontrarse con las ballenas. 16 embarcaciones están autorizadas para estas tareas.
“Julio es la época del apareamiento, de los saltos, de los empujones de los machos para aproximarse a las hembras. En cambio agosto es la época de las madres junto a sus crías y es cuando más se acercan a la costa. Muchas veces cuando están saltando se las puede ver desde el malecón”, explicó Gonzaga.
La construcción del muelle en Salinas, frente a la Capitanía del Puerto, ha contribuido a que la salida de los turistas sea organizada y el abordaje sea en seco. Hasta el año anterior había que meterse al mar y mojarse antes de subir a la embarcación. Ese se ha convertido en el punto de encuentro de turistas que quieren salir a ver las ballenas, realizar paseos por la bahía o, simplemente, deleitarse del paisaje de Salinas desde allí.
Luego de desembarcarse tras el recorrido Marlene Meza, propietaria de una agencia de turismo en Cuzco (Perú) comentó emocionada que lograron ver cuatro ballenas. “En nuestro país tenemos playas, pero no podemos ver este espectáculo. Es la cuarta vez que viajo a Ecuador a verlas”.
Otro sitio desde el que se puede observar a las ballenas, sin salir a navegar, es desde la Reserva de Producción de Fauna Marina Costera Puntilla de Santa Elena. Allí, los miradores La Chocolatera y La Lobería son sitios ideales.
Beatriz Ladines, bióloga-jefa del Ministerio del Ambiente a cargo del área, dice que La Chocolatera tiene una ubicación geográfica privilegiada pues, a unos 200 metros de distancia, es posible ver el paso de las ballenas entre junio y septiembre. Otro sitio en Santa Elena donde se hacen salidas diarias de avistamiento de ballenas es Ayangue, en la Ruta del Sol.