El ritual del Mushuc Nina se realizó en la plaza central de la comunidad Chilcapamba, ubicada en el cantón Pelileo. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
La plaza central de la comunidad Chilcapamba de la parroquia Salasaka, en Tungurahua, se llenó de música, bailes autóctonos y un ritual de purificación por recibimiento del Mushuc Nina (Fuego Nuevo, en español) o el Año Nuevo andino; fue el martes último. La fiesta también se denomina Pawkar Raymi.
La fiesta se inició con el ingreso del alcalde mayor, Carlos María Chango, y seis de sus acompañantes. Ellos vestían ponchos, pantalones, sombreros blancos y danzaban al ritmo del bombo y la flauta.
Tres de ellos llevaban sobre sus hombros largas cañas y en uno de sus extremos colgaban pequeños panes, una piña y una botella de licor. Eran ofrendas para la Pacha Mama (Madre Tierra).
Atrás les seguían otros dos comuneros, quienes cargaban en sus espaldas un pondo gigante de barro, lleno de chicha de maíz, y un costal tejido con cabuya repleto de pan. El grupo bailaba al ritmo de Manuel Masaquiza, uno de los músicos conocidos en el pueblo.
“El recibimiento del Año Nuevo es una fiesta ancestral que aún mantenemos en el pueblo. Cada año la vamos fortaleciendo. Esta celebración la practicábamos desde antes de la conquista”, dice Chango.
El prioste cuenta que los panes a los que llaman ‘cala’, la chicha y otros alimentos se repartieron a todos los invitados que llegaron el lunes a la casa de Chango. Él es uno de los 20 priostes encargados de financiar las fiestas. Fueron escogidos por los taitas de la comunidad y el párroco de Salasaka.
Otros tres alcaldes menores se unen a la fiesta, quienes estuvieron ataviados con trajes similares; todos dieron vueltas a la plaza al son de los instrumentos andinos, mientras que en el centro los sabios, o yachaks, levantaron sus manos al cielo en dirección al Taita Inti (Padre Sol) como una forma de agradecimiento. El ritual del nuevo año comenzó. Decenas de personas se ubicaron alrededor de la cancha.
En el piso se dibujó la chacana o cruz andina con frutas, capulíes, maíz, flores y granos. Esta reposaba en el centro de un corazón gigante. Gloria Chiliquinga, el Taita Coraza y Daniel Salazar dirigieron la ceremonia. Salazar, vestido con un traje de color blanco, invocó a los elementos tierra, agua, fuego y aire.
El rito sagrado duró 30 minutos. Chiliquinga encendió el fuego sagrado. Luego, sobre el cuerpo de Chango pasó dos lanzas de chonta, a las que el Taita Coraza bañó con aguardiente y hierbas. El rito es una ceremonia de purificación y para recibir nuevas energías.
En la madrugada comenzaron el nuevo año con el baño sagrado en el poglio (ojo de agua) considerado como un lugar sagrado para los habitantes del pueblo. Con flores y plantas recolectadas en el cerro sagrado Teligote.
“Ahora vienen los raymis, que es el inicio con la preparación de la tierra con el Pawkar Paymi, la siembra, el florecimiento y el Inti Raymi, que es la fiesta de la cosecha en junio”.
La fiesta se extendió hasta la noche, con la presentación de bailes tradicionales. Raymi Rafael, investigador de la cultura, explica que el sitio donde se cumplió el ritual era conocido como Salasaka Uku y es donde se realizaban todas las fiestas, como la de Año Nuevo.
De acuerdo con las investigaciones, los taitas y apuks denominaron a este sector así, porque fue el punto de partida del pueblo de los mitimaes antes conocidos como salasakas y ahora salasakas.
La festividad se celebró con el ritual de la chacana, las plantas medicinales, la encendida del fuego sagrado que permite que las células de la piel reciban la energía positiva para el cambio. Eso permite una renovación espiritual de la persona. “Eso representa el ritual del Pawkar Raymi de la nueva vida o año andino”, dijo Chiliquinga.