Algo de pintura, pero también música e instalación son algunos de los ingredientes de la exposición artística ‘Waka’, de
la Flacso. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
En la cultura general, la huaca está asociada a un antiguo sepulcro con tesoros escondidos, pero en la tradición ancestral el término tiene una connotación más diversa y al mismo tiempo más compleja.
Esta cualidad multidimensional del término es abordada por el proyecto ‘Waka’, impulsado desde el Departamento de Antropología, Historia y Humanidades de la Flacso Ecuador, del que se deriva una muestra temporal expuesta en el espacio Arte Actual.
“En tanto entidades relacionadas con lo sagrado son difíciles de comprender y de enunciar, porque no son ni materia ni espíritu, sino que tienen materialidades propias”, dice María Fernanda Troya, encargada de la organización y curaduría de la exposición sobre las distintas formas de entender un término vinculado a entidades y lugares sagrados, así como a la espiritualidad ancestral de los mitos andinos.
Este proceso colectivo de reflexión-creación se desarrolló a través de un laboratorio, del que surgió un grupo de siete artistas visuales, que participaron de ponencias, lecturas y análisis sobre el tema. La experiencia se extendió a lo vivencial, con una salida de campo a un lugar sagrado del pueblo Cayambi, donde participaron de un ritual de ofrendas.
Troya explica que el objetivo era abrir un espacio que permita el encuentro e intercambio de conocimientos desde la academia, las artes y los saberes ancestrales. De allí surgió una propuesta creativa que recoge las distintas miradas e interpretaciones de cada uno de los artistas, trasladadas a la pintura, la música, el audiovisual y la instalación.
En la sala de Arte Actual, el público podrá ver obras como la de Eliana Ordóñez, que presenta un corazón de oro creado con material extraído de los yacimientos de Río Blanco, en los páramos de El Cajas y vinculado al tema de la lucha de los pueblos y nacionalidades contra la contaminación ambiental de los ríos y montañas.
Angélica Alomoto, junto con Karina Cortés y Marco Pinteiro, presenta una instalación con agua, piedras abuelas y silbatos cerámicos, que son parte de un ritual sonoro.
Eduardo Kingman Garcés tomó como base la obra del etnógrafo andino peruano José María Arguedas para crear una serie de pinturas trabajadas en acrílico, acuarela y otras tintas, en las que recrea demonios, condenados, toros, vírgenes y otros seres.
En la muestra, abierta hasta finales de septiembre, también hay obras Stephano Espinoza, Sofía Ferrín y Favio Caraguay.