El zoológico de Loja decidió que el león Sabú no sea exhibido más al público, pues se determinó, a través de exámenes de laboratorio, que tiene un daño renal irreversible por su edad y tiene una ruptura de ligamento en la rodilla, que afronta desde que llegó del zoológico de Ibarra. Foto Twitter del Municipio de Loja
Sabú empezó a caminar menos, no comía y bajó de peso desde hace dos meses su estado de salud empeoró. Debido a su avanzada edad, este león dejó de ser una de las principales atracciones del Zoológico Municipal de Loja. Sus últimos semanas descansó lejos de la mirada de los visitantes nacionales y extranjeros. El sábado 7 de septiembre del 2019 se confirmó su deceso a causa de una insuficiencia renal crónica.
Sabú nunca vivió en su hábitat, según Vinicio Luzuriaga, jefe del centro de manejo de Loja, se presume que nació en un circo; después fue adoptado por una persona en Guayaquil y, cuando empezó a crecer, fue entregado a un zoológico en Ibarra. Cuando este último cerró, el león y su pareja fueron llevados al Zoológico Municipal de Loja.
Ambos leones se adaptaron y desde el 2015 se mantuvieron saludables en una infraestructura que fue adecuada para su manejo y mantenimiento. Pero la condición de este león de más de 22 años de edad empezó a deteriorarse.
Actualmente, a escala mundial se debate si se debieran mantener o no los zoológicos y acuarios como sitios de exhibición de animales. Sabú, por ejemplo, nunca pudo vivir en su entorno natural y a esta edad ya no lograría sobrevivir en libertad sin los cuidados humanos.
El dilema de los zoológicos se despierta cada año con casos como la muerte a tiros del gorila Harambe en un zoológico de Cincinnati en el 2016. En esa ocasión se cuestionó la decisión de este centro de disparar a un animal en peligro de extinción para proteger a un niño de tres años, que se metió en la jaula por descuido de sus padres.
Un zoológico de Suecia también despertó indignación en el 2018 cuando sacrificó a nueve cachorros de león, que estaban en perfecto estado, por problemas de espacio.
En otros casos, acuarios famosos como Sea World tomaron la decisión de cambiar sus espectáculos, tras la difusión de un documental que muestra el estrés al que están expuestos los animales marinos cautivos.
Muchos de estos centros en Ecuador y en el mundo han empezado a modificar sus prácticas para convertirse en lugares de acogida de animales rescatados y han adoptado una nueva visión de los zoológicos como centros de cuidado de especies nativas amenazadas. Además, desarrollan planes para evitar la extinción de estas poblaciones.
En América Latina se creó desde el 2016 una certificación para impulsar a estos lugares a cumplir parámetros de bienestar animal, educación ambiental y prácticas de conservación.
Ambos leones se adaptaron en el zoológico de Loja y desde el 2015 se mantuvieron saludables en una infraestructura que fue adecuada para su manejo y mantenimiento. Pero la condición de Sabú de más de 22 años de edad empezó a deteriorarse. Foto Twitter del Municipio de Loja
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El zoológico de Loja ha afrontado críticas desde el 2017 por el bienestar de dos jirafas que fueron adquiridas a un zoológico de EE.UU. Un año antes, el exalcalde de la ciudad realizó una campaña para recaudar fondos para la compra de estos animales.
Colectivos y grupos de defensa animal se quejaron en su momento y definieron la acción como un “capricho” del alcalde de traer especies de la sabana africana a una ciudad de clima frío y con condiciones distintas a su lugar de origen.
Por ahora este centro ya no está adquiriendo especímenes, enfatizó Luzuriaga.
Esta práctica, además, ya no es permitida en el nuevo Reglamento del Código Orgánico del Ambiente. El artículo 187 especifica: “Está prohibida la venta y la reproducción de fauna silvestre nativa y exótica en zoológicos, a excepción de especies amenazadas y que se encuentren bajo planes o programas de conservación autorizados por Ia Autoridad Ambiental Nacional”.
Sabú ya no se exhibía más al público, pues se determinó, a través de exámenes de laboratorio, que tenía un daño renal irreversible por su edad y una ruptura de ligamento en la rodilla, que afrontaba desde que llegó del zoológico de Ibarra.