Saberes ancestrales son un pilar para las rutas agroecológicas

La agroecología es una de las alternativas para mejorar la relación con la naturaleza.

La agroecología es una de las alternativas para mejorar la relación con la naturaleza.

La agroecología es una de las alternativas para mejorar la relación con la naturaleza.

La creación de rutas agroecológicas frente a las problemáticas agrarias fue una de las propuestas que se debatieron durante el Segundo Encuentro Internacional de Investigación y Agroecología: Agricultura para la vida y el vivir bien, que se realizó esta semana en la Universidad Andina.

Uno de los ponentes internacionales que abordó esta temática fue el catedrático e investigador mexicano Hermilio Navarro, quien explicó que la implementación de la ruta agroecológica tiene tres componentes: los saberes ancestrales, la innovación, y la política pública.

En una entrevista con EL COMERCIO, Navarro explicó que los saberes ancestrales son un componente esencial para el desarrollo de las rutas agroecológicas. “Hay muchos saberes ancestrales vinculados a la cultura de la agricultura que pueden ayudar a promover las condiciones necesarias de un vivir saludable, sustentable, solidario y seguro”.

Este investigador también recordó que las culturas mesoamericanas y las culturas andinas son megacentros de origen de las especies donde existe un gran patrimonio. “Este patrimonio es una herencia que está llena de saberes que a un mediano y largo plazo nos van a permitir reconstruir la relación entre las personas y la naturaleza. Son saberes que son flexibles, horizontales, enraizados y en conexión con la ciencia y la tecnología”.

El capital cultural basado en los saberes ancestrales es fundamental en la creación de rutas agroecológicas, según el criterio de este investigador. “Han generado un dinamismo muy importante en la formación de investigadores.

Hay muchos profesores, comunidades y organizaciones sociales que están comprometidos con la agricultura de la vida y quieren terminar con la agricultura de la muerte”, dice.

Navarro explica que la agricultura de la vida está basada en la potenciación de los saberes, de los conocimientos y de las tecnologías que permiten tener una alimentación y vida más saludable e integral.

En este encuentro también se abordó la importancia de analizar la situación de la población rural en la región versus una agricultura dedicada a la creación de commodities. Uno de los datos que más llamo la atención es que los campesinos y agricultores rurales, los portadores de los saberes ancestrales, tienen el 18% de la tierra en el planeta, pero producen el 60% de los alimentos.

Navarro explicó finalmente que la agroecología es una realidad en el país. “La discusión que acá se tiene a la fecha es cómo se la puede potenciar. La diversidad de pisos altitudinales que tiene Ecuador hace que además la agroecología tenga sus particularidades”.

En la segunda edición de este encuentro también participó Isabel Vara Sánchez, del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos de la Universidad de Córdova, quien habló sobre los sistemas agroalimentarios sostenibles, biodiversidad y circuitos cortos de comercialización; Luis Andrango, de la Cumbre Agraria del Ecuador, que habló sobre los modelos agrarios, agroecología e interculturalidad; Atenógenes Licona Vargas, de la Universidad autónoma de Chapingo, quien dio una conferencia sobre las tecnologías en agroecología y agroforeste.

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