Rosa Wila canta junto a un grupo de talleristas guayaquileños en el Teatro de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas. Foto: EL COMERCIO
Rosa Wila, una de las voces portadoras de la tradición oral afroecuatoriana, enseña que la música que emana de las raíces de su pueblo va más allá de la que se desprende de la marimba. La cantante esmeraldeña impartió un taller donde acercó a un grupo de 15 guayaquileños a la diversidad de ritmos y géneros del folclor afrodescendiente.
La cantora se mostró feliz con la posibilidad de transmitir sus conocimientos y con el interés que la actividad generó entre jóvenes que lejos de compartir la raza negra están signados por el mestizaje. “La gente cree que todo es Caderona, yo le digo que también tenemos formas de mostrar respeto y tristeza ante la muerte y los santos, es ahí donde están los chigualos, arrullos, décimas y alabaos”, indicó Wila, que dirigió el taller junto a miembros del grupo La voz del Niño Dios.
“Aprendí a cantar de oír y oír a mi madre, hasta que ya me cansé de oír y empecé yo misma a hacer mis cantos”, agrega con la espontaneidad y la lucidez de sus 80 años.
El taller terminó la noche del pasado viernes (27 de marzo) con un concierto en el que participaron talleristas y maestros.
Wila le canta a la vida, a la muerte y a los santos. Los chigualos se entonan para los niños muertos; los alabaos, a los adultos fallecidos y los arrullos, a los santos, sobre todo en las fiestas de la Virgen del Carmen. “Al niño los angelitos lo están esperando con algarabía y por eso se le cantan los chigualos (…) Los alabaos aliviaban el alma del que se moría”, explica la cantora.
Christian Párraga, de 23 años, dice que en el país se acoge mucho la cultura extranjera, pero a menudo se desconoce la producción ecuatoriana, por eso le interesó tomar el taller que impartieron Wila y sus compañeros de grupo: María Vernaza y Celestino Cedeño.
“Es verdad que la mayoría somos mestizos, pero nos estamos olvidando que existen etnias y razas que tienen su propio microcosmo de cultura, de tradiciones, que es importante conocer”, indicó Párraga, egresado de negocios internacionales y aficionado a tocar el clarinete.
Jorge Albuja, del Laboratorio Cultural Súma, colectivo que organizó la actividad, indicó que el objetivo era visibilizar tradiciones y valorizar saberes inmateriales, evitando la folclorización.
“Gente de distintas partes de Guayaquil, una ciudad diversa, se conectaron en este espacio para poder comenzar a recomponer tejidos destruidos”, explicó Albuja, que terminó también participando del taller.