Chuck Berry (1926-2017) tocaba haciendo pasitos de pato. Sus temas claves son Maybellene, Roll Over Beethoven, Rock and Roll Music y Johnny B. Goode. Su último álbum, el primero desde 1976, saldrá este año.
Ahora sí, el rock ha quedado totalmente huérfano. Con la muerte de Chuck Berry hace una semana, se ha ido el último de sus apóstoles, o mejor dicho el gran apóstol, el más decisivo y con más seguidores, el que a base de riffs, letras calculadas (y una personalidad que podría considerarse odiosa) terminó por sentar las bases del rock.
Sí, suena increíble que Berry recién haya partido, muchos años después de la muerte de casi todos sus contemporáneos e incluso de sus alumnos más aventajados, como los Lennon o los Presley.
Suele creerse que Chuck Berry, cuyo verdadero nombre era Charles Edward Anderson Berry, fue el fundador del rock. Es un error.
Aunque, en un rigor ya incisivo, el rock es algo que no inventó nadie sino que fue el resultado de varios hechos. Era imposible que el rhytm and blues y el jazz evolucionaran sin que Leo Fender sacara a la venta sus primeros bajos eléctricos, en 1951. Era muy improbable que Rock Around the Clock, la canción de Bill Haley & His Comets, impactara en 1955 sin que en los años 40 se consolidaran los grupos de ‘jump blues’: en lugar de las big bands, se reducía el número de músicos, los cantantes melódicos pasaron a ser de blues y la prioridad era el ritmo, para que la gente se divirtiera. Para que saltara.
Tampoco se entendería el éxito de Rock Around the Clock si no hubiera sido parte de la banda sonora de la película ‘Semilla de maldad’, tremendo filme que intentó ser boicoteado por el mismísimo Senado de Estados Unidos, porque consideraba que aquella trama de estudiantes descontrolados era perjudicial para la juventud del país. Como siempre ocurre cuando algo es prohibido por el oficialismo, el filme fue popular y con ello también Rock Around the Clock, considerado el primer número uno del rock en los charts de la Billboard de Estados Unidos.
Little Richard (izq.). Nacido en 1932, su tema Tutti Frutti es considerado entre los pioneros del rock. Se consideraba así mismo “más guapo que el sol”. Sus letras tenían mucha carga sexual. Su vida tomó un excéntrico giro religioso en 1959. Bill Haley & His Comets
Haley (1925-1981) era tuerto, poseía una voz aflautada y ya gozaba de amplia trayectoria cuando triunfó con Rock Around the Clock en 1955. Otros hits fueron See You Later, Alligator y Birth of the Boogie.
Otros pioneros que ayudaron a construir esa “música que la juventud estadounidense estaba esperando”, como lo dice el crítico Bob Stanley, fueron Little Richard (quien sigue vivo), Elvis Presley, Bo Diddley y Eddie Cochran. Cada uno aportó algo, incluso en el aspecto del espectáculo, porque se trataba de buscar una cura al aburrimiento. A Elvis, por ejemplo, había que oírlo y también verlo. Pero Chuck Berry fue el alfarero definitivo, el que moldeó todo con una receta que perdura hasta hoy.
Si Rock Around the Clock fue el pistoletazo de salida del género con la batería con volumen alto y un solo de guitarra, y si Tutti Frutti, de Little Richard, contribuyó con la energía y los compases, Berry unió la guitarra eléctrica con el rock para siempre.
Otra vez, hay causas y azares. Los instrumentos de cuerda eran los únicos a los que tenían acceso los esclavos oriundos de África, casi todos procedentes de las regiones influenciadas por el Islam. Por eso, los banjos y las guitarras eran tocadas por los miembros de esas comunidades, sobre todo en aquellos momentos de soledad en que la nostalgia devoraba el alma. Peor si había una voz que cantara o una armónica. Por eso no fue casual que la guitarra terminara como uno de los sonidos singulares del blues.
En los 50, la guitarra eléctrica estaba en expansión. Las Fender, y también las Gibson, fueron creadas para que los artistas afros desarrollaran sonidos más fuertes, distorsionados y estridentes. De ahí salieron Bo Diddley y BB King. Chuck Berry tomó la guitarra y le aplicó un ritmo más rápido al puntear.
Bo Didley (1928-2008) era famoso por su guitarra cuadrada, con la que logró un sonido duro y afilado. Grabó 27 álbumes pero nunca alcanzó el dinero que sí tuvieron otros colegas. Sus hits: ‘Bo Diddley’, ‘Pretty Thing’ y ‘Say Man’.
Haley, que era blanco, fue el primero en mezclar rhytm and blues con el country; pero Berry, que era afro y sufría la discriminación racial de la época, desarrolló el ritmo y lo sazonó con letras muy cuidadosas, inofensivas hasta cierto punto, con temas del gusto adolescente: la fiesta, la seducción, los autos, la escuela, más autos, la alegría de tocar la guitarra, ¡más autos!
La fórmula de estrofa+estribillo de Berry se basaba en un principio que le enseñó la vida: hay que escribir una letra con diferentes características para cada parte, como se hacía en la música vaquera blanca. Por eso, no tuvo absolutamente ningún problema para cambiar la letra de su joya más famosa, Johnny B. Goode, de 1958. Inicialmente escribió “este chico negro sabe tocar”, pero lo cambió a “este chico de campo puede tocar”.
Berry no polemizó en público sobre el racismo. Fue una de las primeras estrellas en seducir al público blanco, pero la irrupción de Elvis Presley lo relegó a un segundo plano. De todos modos, Elvis era un costal de hormonas, un frontman que desataba histeria, pero no un compositor de oficio, así que también interpretaba los temas de Chuck Berry.
Berry, en lo personal, era complicado. Tenía fama de tacaño. Se burlaba del público. Huraño y pesado, su lema era “Acá se compone lo que dicte el dólar”. Pasó por la prisión en pleno apogeo de su carrera. Le dieron dos años por tener relaciones con una camarera menor de edad. Muchos consideran que eso fue una advertencia del poder conservador blanco: estás llegando muy lejos.
Mientras Berry estaba en la cárcel se produjo la llegada de los roqueros blancos de Gran Bretaña, casi todos enamorados del estilo de ‘Johnny B. Goode’, en especial The Beatles y The Rolling Stones (pero la verdad es que hasta los Beach Boys eran devotos de las estructuras de Berry). Todos grabaron versiones de alguna canción de Berry.
Berry nunca pudo colocar ninguno de sus 18 álbumes en el número 1 del ranking general. En el rubro de las canciones, obtuvo solo uno, ‘My Ding-a-Ling’, de 1972, un tema de doble sentido que sacó ronchas. No obstante, Berry será el número uno para cualquiera que sepa algo de rock y vivirá en cada guitarra eléctrica. Si es rojo cereza, mejor.