Los robots pueden desarrollar algunas condiciones humanas sin necesidad de una programación artificial. Foto: Getty Images
Los prejuicios no son algo exclusivo de los seres humanos, sino que afectan también a los robots; es la conclusión que llegó un una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y de la Universidad de Cardiff (Reino Unido), que demostró que las máquinas son capaces de desarrollar prejuicios de manera independiente, sin mediar ninguna interacción humana.
La investigación, publicada en ‘Nature’ y recogida en ‘Eurekalert‘, ha demostrado que desarrollar prejuicios no requiere de un alto nivel cognitivo. Las inteligencias artificiales presentes en robots son susceptibles de acabar desarrollando estos comportamientos negativos exclusivamente a partir de las relaciones de cooperación con otras máquinas.
En estudios anteriores, ya se había demostrado que los algoritmos artificiales podían desarrollar prejuicios como el racismo o el machismo. No obstante, en todas las ocasiones se trataba de sistemas entrenados a través de registros de datos generados por humanos mediante aprendizaje automático.
La investigación se basa en una simulación por computadora que analiza las similitudes entre las interacciones entre agentes virtuales que pueden derivar en la creación de grupos. En este contexto, cada individuo toma decisiones sobre si dejar a otros formar parte de su grupo basadas en la reputación y en estrategias en las que influyen los prejuicios hacia extraños.
“Nuestra simulaciones muestran que los prejuicios son una fuerza poderosa de la naturaleza y en la evolución, y que pueden incentivarse con facilidad entre las comunidades virtuales, en detrimento de la conectividad más amplia con otros”, explicó el autor del estudio y profesor de la Universidad de Cardiff, Roger Whitaker.
La investigación demostró que los individuos actualizan sus niveles de prejuicio copiando a aquellos que han obtenidos un beneficio más alto a corto plazo. Esto significa, como explican en los responsables del estudio, que estas decisiones no requieren necesariamente habilidades cognitivas avanzadas.
“Muchos de los avances en inteligencia artificial implican autonomía, lo que significa que el comportamiento de los dispositivos también está influido por otros a su alrededor”, resaltó Whitaker.