Pesa 25 kilos, sus piernas son orugas metálicas y sus ojos una cámara que ayuda a los arqueólogos a explorar lugares de difícil acceso en un túnel que los teotihuacanos construyeron bajo el Templo de la Serpiente Emplumada.
El arqueólogo Sergio Gómez, director de este proyecto en la zona arqueológica de Teotihuacán, a unos 50 kilómetros de la capital mexicana, dijo que esta es la segunda vez que se utiliza un robot en esta exploración arqueológica y la tercera en la historia, pues se usó también en Egipto para explorar una oquedad de la gran pirámide.
En las incursiones que ha hecho el robot, que lleva encima otro llamado “insecto” para llegar a sitios más pequeños, se ha descubierto la existencia de tres cámaras al final del túnel a las que los arqueólogos todavía no han podido llegar. El proyecto de excavación de este túnel que acaba bajo el Templo de la Serpiente Emplumada se inició en 2010 y en él participan además biólogos, geólogos, grafólogos, químicos e ingeniero.
La hipótesis de los arqueólogos es que el túnel es una representación simbólica del inframundo y que al final, donde confluyen estas tres cámaras, pueden encontrarse los restos de los gobernantes de esta ciudad que se construyó en el primer siglo después de Cristo y se abandonó hacia el año 650.