Durante las bodas se realiza el ritual de la pampamesa y la repartición de la colada morada. Los invitados se sientan en el suelo y disfrutan con el bombo y el arpa. Foto: Modesto Moreta / EL COMERCIO
Es un día nublado en la comunidad de Yatzaputzan de la parroquia Pilahuín, en Ambato y en la casa de Agustín Guallco hay alegría, baile y música y alabanzas.
Festeja el matrimonio de su hijo Wílmer, de 24 años, con Jéssica Tasna, de 23. Al menos 200 personas asisten a la boda.
César Quilligana y Juan Quisintuña, los músicos del pueblo, animan la celebración interpretando con el arpa y el bombo el tradicional sanjuanito Alaju taita padrino. Es una antigua melodía que suena en los matrimonios que se celebran en este pueblo indígena de Tungurahua.
En un círculo los padrinos, los padres de los recién casados y otros invitados bailan alegremente. La novia viste con un elegante atuendo compuesto por el anaco negro ajustado con una chumbi (faja en español). Lleva blusa blanca bordada con hilos de colores lila, rojo y verde.
Un reboso negro cubre su espalda y parte del pecho. El atuendo se complementa con el sombrero blanco y los collares o washcas elaborados con coralinas blancas y tomates, que cuelgan del cuello.
La fiesta está en su apogeo. En el patio central de la vivienda se armó una carpa gigante que acoge a los amigos y familiares de los recién casados. A su llegada entregan bebidas, animales (cuyes, conejos, gallinas) o dinero para ayudar a los padres a financiar los gastos de la fiesta.
Una de las tradiciones que se mantiene en Yatzaputzan, a 40 minutos al oeste de Ambato, es que todos los invitados se sientan en el piso cubierto de paja de páramo, no hay sillas, ni mesas, pero todos están cómodos.
El ambiente se agita, todos se alistan para el ritual de la pampamesa, una práctica andina que consiste en compartir los alimentos. Los taitas y mamas llenan en los grandes manteles tendidos en el suelo con mellocos, habas, mashua, mote, arroz, papas y otros productos que cosechan los familiares de la pareja.
Una vez que terminan de comer se reparte la colada morada con pan. Alejandro Tamaquiza, presidente de la Junta Parroquial de Pilahuín, cuenta que las costumbres en el matrimonio indígena se mantienen vigentes como la pampamesa, que es preparada por los familiares de los novios. “Ellos traen los kukawis y los ponen en los manteles para que todos coman los productos andinos”.
La investigadora Lorena Vargas explica que en Pilahuín es una tradición que luego de la ceremonia los invitados y los recién casados retornen a casa del novio bailando y celebrando el nuevo matrimonio. “Estos saberes se están perdiendo, pero en este sector indígena los estamos fortaleciendo, puesto que además la ceremonia se realiza en kichwa”.
En la cocina un grupo de mujeres prepara los alimentos. Sacrificaron más de 300 cuyes e igual número de gallinas y pelaron 10 quintales de papas, para alimentar a los invitados. En la noche los novios son encerrados en un cuarto para que pasen juntos. Al otro día los padres los despiertan y les sirven el desayuno y se preparan para un nuevo día de celebración, esta vez en la casa de la novia.
“En Pilahuín comemos colada morada con pan no solo en Finados, sino también en los matrimonios. Esta bebida tiene un significado importante que es el uso del maíz”, dice Wílmer Guallco.