Rioverde atrae con su comida tradicional

Los turistas realizan recorridos en lancha para ver el manglar y otras tradiciones culturales del cantón.

Los turistas realizan recorridos en lancha para ver el manglar y otras tradiciones culturales del cantón.

Los turistas realizan recorridos en lancha para ver el manglar y otras tradiciones culturales del cantón.

Los habitantes de la población de Vuelta Larga, del cantón Rioverde, se unieron para mostrar la riqueza de su tierra a través de una ruta fluvial, en la que exponen su variada gastronomía y manglares.

Uno de los principales atractivos es el estuario del río Verde, por donde se recorre la zona del manglar y hasta donde la naturaleza fija un límite entre el agua salada y la dulce.

En el malecón de ese río está otro de los ganchos con los que los pobladores buscan atraer a los visitantes. Allí, hace casi diez años, los habitantes de Vuelta Larga montaron puestos de venta de comidas tradicionales, como una forma de obtener ingresos. Pero ante una gran acogida de propios y extraños, ahora impulsan esas comidas como parte de su oferta turística.

Desde ese lugar parten los recorridos fluviales que se realizan en una lancha donada por una ONG internacional a la comunidad. También hay cinco botes para hacer kayak.

Los turistas que desean conocer más de las comunidades afros que están asentadas a lo largo del río se embarcan en el bote con capacidad para 20 pasajeros, para navegar durante una hora, partiendo desde el malecón de Vuelta Larga.

La primera parada permite conocer las costumbres y actividades de El Alto, un poblado asentado a orillas del río Verde. Allí se conoce cómo se procesan las conservas de banano, que es la producción más abundante del lugar.

También se aprende más de los cultivos del cacao fino de aroma. Los viajeros tienen la oportunidad de probar una taza de chocolate y recorrer las plantaciones.

Para Magaly Bautista, una de las 10 socias de la Asociación gastronómica Cevicangre, el estuario del río Verde es uno de los corredores turístico más importantes de la zona norte, porque permite observar el manglar y las demás especies maderables.

La segunda parada es la población de San Vicente, que se vuelve atractiva por su puente colgante de madera de unos 300 metros. En ese sitio también se disfruta de la gastronomía, especialmente del caldo y seco de gallina criolla o encocado de camarón de río.

Los turistas tienen la opción de bañarse en una especie de playa de río que se forma durante el verano, e interactuar con los habitantes de la zona que también se dedican a la siembra de caña de azúcar para el consumo interno.

En el recorrido se observan las aves y otros animales de la zona, así como árboles frutales mientras los guías explican las bondades de este sector y parte de su historia.

Uno de los distintivos de estos lugares es la construcción de las casas, hechas con madera, techo de paja, piso de tablas y ventanales amplios.

Este recorrido por el estuario demora una hora y cuesta USD 2 por persona si la canoa va llena con los 20 ocupantes; si son menos, el costo del viaje es de USD 20.

Para Jenny Loor, habitante de Vuelta Larga, estas actividades turísticas dinamizan a otros poblados como Cacagual, una comunidad afro de la parroquia Borbón, que les provee hasta 2 000 cangrejos al mes, para preparar el famoso platillo Cevicangre.

Además integra a las poblaciones chachis de Laurel y Medianía, que están en la parte más alta del río y que atraen a los turistas por sus artesanías elaboradas con bejuco.

Marcos Riofrío, director de Turismo del Municipio de Rioverde, asegura que la intención es hacer un corredor turístico más amplio, que permita visitar, en un solo viaje a las comunidades chachis dedicadas a conservar el bosque.

“Con esto se logrará una mayor integración de dos culturas, que habitan cerca del río Verde, y que han empezado a desarrollar diferentes actividades turísticas y ecológicas, como la navegación por el estuario del río Verde”.

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