Ricardo Arjona es un artista que despierta juicios apasionados, especialmente en la facción del público que rechaza su obra.
En ciertos círculos, esta aversión al guatemalteco ha generado que el gusto por su música pase a una categoría vergonzante; una en donde se ha comprado en secreto la entrada a su concierto para así evitar el cargamontón del ‘antiarjonismo’.
Pero, ¿por qué y desde cuándo se volvió una tendencia el estar en contra de Arjona? El principal argumento de los que critican al compositor se fundamenta en el tipo de versos del exbasquetbolista.
Su línea “cómo encontrarle una pestaña a lo que nunca tuvo ojos” genera en Google una serie de resultados en son de burla, que retratan el lugar común de la crítica.
Pero esta aversión no fue de siempre. Hasta el 2002 Arjona era simplemente un artista que narraba historias de forma accesible y que no generaba mayor reacción contraria a su música. Fue recién cuando lanzó ‘Santo Pecado’ que estampó una fórmula lírica que institucionalizó el linchamiento en su contra.
Aparte de la metáfora infantil, el autor encontró desde entonces un sustantivo o un verbo para gastarlo en definiciones durante todo el tema, tal como lo hizo en El amor, El problema, Quiero y otros más. Fue en ese año que los que aún lo ubicaban con recelo dentro del círculo de cantautores lo defenestraron, al no estar a la altura de los ‘verdaderos’ poetas de la canción.
He ahí el primer error de la crítica; el contexto falaz. Arjona es pop; ese es su costal. Dentro de este, su particular poética incluso supera al romanticismo superfluo del pop prefabricado
-véase las letras de la balada mexicana-. Es desde el pop y no desde la canción de autor donde el guatemalteco se agranda y no precisamente por sus letras.
Los mayores validadores de Arjona no son sus fans, son los compositores de la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (Ascap), que no es más que la Sayce pero en EE.UU. Arjona ha sido nominado en nueve ocasiones por esta sociedad en su entrega anual de premios. Ricardo se ha llevado un trofeo en nueve ocasiones desde 1995 hasta el 2012.
Su obra tiene lo que los compositores norteamericanos consideran buen pop. La mejor prueba de ese don está en los arreglos; definidos por varios tipos de instrumentación, dependiendo de la placa. En discos como ‘Galería Caribe’, de 1996, o en ‘Viaje’, del 2014, hay instrumentos exóticos como percusiones afrocaribeñas o ‘uillean pipes’, es decir, gaitas irlandesas.
De igual forma, mientras en ‘Historias’, de 1994, se utilizó una docena de instrumentos; en ‘Poquita Ropa’, del 2010, todo se limitó a la guitarra, piano y cuerdas ocasionales.
Otro de los puntos fuertes del artista es su curiosidad por la experimentación con géneros. En sus placas se puede encontrar desde la tradicional balada hasta temas que coquetean con rock, merengue, bachata, cumbia, ska, salsa, tejana, música de cabaré e incluso gospel y el estilo ‘a capella’.
Si aparte se piensa en los connotados músicos del mundo latino que lo acompañan (Armando Montiel, Víctor Patrón, Otto Ávalos o Carlos ‘Júnior’ Cabral, por nombrar algunos) y en las megaproducciones de conciertos en donde prima lo musical, es difícil creer que el ‘antiarjonismo’ siga vigente bajo el argumento lírico. Definitivamente en el ‘mainstream’ hay artistas con menos luces más fáciles de señalar.
Las claves
Detrás de mi ventana. La partitura de esta canción, interpretada por Yuri en 1993, es original de Arjona.
‘Galería Caribe’. La placa del 2000 tiene un trabajo impecable de producción, con la marca deTommy Torres.
Metamorfosis. La gira fue vista por 2 millones. Combinó músicos de primera con un escenario interactivo.